El Katyn de todos
?Podr¨ªan compararse las fosas que investiga Garz¨®n con las de la matanza estalinista?
P¨¢vel Sarychev tiene 28 a?os y dirige Radio Vostok (Radio Oriente), una emisora de la ciudad de Jab¨¢rovsk, en el extremo este de Rusia, a m¨¢s de 8.500 kil¨®metros de Mosc¨². Cuando Lucas, su amigo polaco, le habl¨® de Katyn hace un par de a?os, P¨¢vel recibi¨® el relato a la defensiva. Luego, busc¨® en Internet, descarg¨® la pel¨ªcula de Andrej Wajda y comprendi¨® por qu¨¦ Katyn era importante, y no solo para los polacos. Tras el accidente a¨¦reo de Smolensk, en el que perecieron el presidente y un nutrido grupo de la ¨¦lite pol¨ªtica de Polonia, Lucas le llam¨®. "Ahora, no habr¨¢ ni un solo ruso que no sepa lo que fue Katyn", le espet¨®. A P¨¢vel estas palabras le parecieron brutales, pero ciertas. "El accidente ha servido para eso por lo menos".
A pocos kil¨®metros de la frontera con China y a 9.000 de Katyn, el din¨¢mico e hiperactivo P¨¢vel quiso poner su granito de arena y organiz¨® un debate. No fue f¨¢cil localizar a especialistas en asuntos europeos en aquellas latitudes, pero con un experto conectado desde Mosc¨², dos historiadores locales y testimonios polacos encontrados en la web, Katyn fue el centro de una hora de discusi¨®n radiof¨®nica.
La audiencia fue numerosa y la reacci¨®n de los oyentes en general positiva, afirma P¨¢vel, seg¨²n el cual solo uno se quej¨® de que ya ten¨ªa suficiente con sus problemas cotidianos para cargar con un nuevo lastre. "Y eso que mis conciudadanos consideran que los m¨¦todos de Stalin son la ¨²nica forma de hacer frente a la corrupci¨®n que impregna hoy toda la administraci¨®n del Estado. Los que pensamos que la ¨²nica forma de acabar con esa lacra es la v¨ªa liberal de la divisi¨®n de poderes y la democratizaci¨®n, somos minor¨ªa", precisa.
Sarychev asiste estos d¨ªas a un seminario de la Escuela de Estudios Pol¨ªticos de Lena Nemirovska en las afueras de Mosc¨². Encontramos tiempo para tomar un caf¨¦. Acaba de leer en un diario ruso que al juez espa?ol que trata de investigar los cr¨ªmenes del franquismo le quieren procesar.
"Si, ese, Garz¨®n". ?C¨®mo fue posible que la transici¨®n espa?ola hubiera sido un ¨¦xito tan notable y ahora se abran esos abismos? ?Acaso no fuimos un ejemplo mundial de reconciliaci¨®n? La curiosidad de P¨¢vel me abruma. C¨®mo explicar en 15 minutos que el pasado no se supera de golpe, que las sociedades, como las personas, tienen sus propios ritmos y formas de afrontarlo y que ¨¦stas no son las mismas en Alemania que en Sud¨¢frica, Argentina o Espa?a. Le digo que hay que dejar cerrado el pasado con armon¨ªa para que no atormente como un fantasma.
"?Podr¨ªan compararse las fosas que investiga Garz¨®n son como las de Katyn?", inquiere P¨¢vel. Si nos referimos a muertos que no descansan en paz, podr¨ªa haber semejanzas, aunque las circunstancias hist¨®ricas sean diferentes, le digo, pues unos fueron v¨ªctimas del estalinismo y los otros de la Guerra Civil Espa?ola.
"Entonces, esos muertos son vuestros polacos", dice tras una pausa. Y a?ade: "Quisiera que la investigaci¨®n de Katyn se haga p¨²blica y deje de ser un secreto. Y tambi¨¦n la investigaci¨®n de vuestro Katyn", sentencia. ?Nuestro Katyn? ?Vuestro Katyn? El de todos.
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