El enigma de Miguel Ma?ara
Una muestra analiza la vida del fundador del Hospital de la Caridad
Nadie sabe a ciencia cierta si los pecados con los que ha cargado Miguel Ma?ara (Sevilla 1627-1679) fueron verdad o leyenda, pero la historia de un arist¨®crata licencioso y soberbio que, tras la muerte de su esposa, se arrepinti¨® de sus excesos y se dedic¨® por completo al cuidado de los pobres enfermos en la Hermandad de la Santa Caridad de Sevilla es la que ha llegado hasta nuestros d¨ªas con m¨¢s fuerza.
La exposici¨®n Miguel Ma?ara. Espiritualidad y arte en el Barroco sevillano, abierta hasta el 30 de mayo, permite recrear la figura de un hombre a quien los rom¨¢nticos le colgaron el sambenito de haber inspirado las correr¨ªas que Tirso de Molina le atribuye a don Juan en El burlador de Sevilla. Algo totalmente imposible si se tiene en cuenta que Ma?ara ten¨ªa tres a?itos cuando la obra sali¨® publicada por primera vez, en 1630.
Los rom¨¢nticos fantasearon con que inspir¨® al personaje de don Juan
"Miguel Ma?ara fue un personaje de carne y hueso que llev¨® una vida disipada en su juventud, pero tambi¨¦n fue el impulsor de todo el programa iconogr¨¢fico de la iglesia de la Santa Caridad, uno de los mejores templos barrocos de Espa?a, y el que encarg¨® e incluso sugiri¨® los temas de Las postrimer¨ªas, de Vald¨¦s Leal, y de la serie que realiz¨® Murillo", explica Enrique Valdivieso, catedr¨¢tico de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla y comisario de la muestra junto a Magdalena Ill¨¢n.
La gran virtud de esta exposici¨®n, en opini¨®n de Valdivieso, es que los lienzos de Vald¨¦s Leal o de Zurbar¨¢n se muestran en la sala de la Virgen, una de las enfermer¨ªas que Ma?ara proyect¨® en 1672 y en la que se atend¨ªan a medio centenar de indigentes. Siempre hombres, porque la orden -que sigue trabajando actualmente y tiene a unos 65 asilados- s¨®lo admite a varones sin recursos.
"Es impresionante ver el lienzo Don Miguel Ma?ara leyendo la Regla de la Santa Caridad, el mejor retrato de los tres que le hizo Vald¨¦s Leal, y comprobar que a su lado est¨¢n la misma mesa que aparece en el cuadro, con la misma cruz y hasta las votaduras, las cajas en las que votaba el cabildo de la hermandad", comenta Valdivieso, autor de un buen n¨²mero de estudios sobre el Barroco.
En la muestra pueden verse muchos de los objetos personales de Ma?ara, quien vivi¨® sus ¨²ltimos a?os en el hospital que ¨¦l mismo contribuy¨® a crear. El noble sevillano de origen corso solicit¨® su ingreso en la Hermandad de la Santa Caridad de Sevilla en 1662, pero no deb¨ªa de tener entonces muy buena fama en la ciudad cuando los hermanos, todos arist¨®cratas, tardaron tres meses en aceptar su petici¨®n. Claro que ¨¦l mismo es, en parte, responsable de su propia reputaci¨®n con palabras como estas: "...los m¨¢s de mis malogrados d¨ªas ofend¨ª a Dios... Serv¨ª a Babilonia y al demonio su pr¨ªncipe con mil abominaciones, soberbias, adulterios, juramentos, esc¨¢ndalos y latrocinios, cuyos pecados y maldades no tienen n¨²mero...", que escribi¨® en su testamento.
Junto a los enseres que dej¨® Ma?ara, quien abandon¨® su palacio de calle Lev¨ªes y vivi¨® en una celda del hospital desde 1677, pueden verse el famoso lienzo de Pedro de Camprob¨ªn La muerte visitando al caballero o Cristo curando al paral¨ªtico en la piscina prob¨¢tica de Jerusal¨¦n, un lienzo flamenco del siglo XVII que pertenece a la Orden Tercera Seglar de Sevilla y que Valdivieso acaba de atribuir a Pieter van Lint. "Ahora podemos saber que Murillo vio este cuadro y se inspir¨® en ¨¦l para hacer la serie de la Caridad", desvela Valdivieso quien, como Ma?ara, es hermano de la Santa Caridad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.