Esos polvos
En una reciente entrevista a Jes¨²s Eguiguren, el periodista se interesa por el ¨²ltimo proceso de paz y le pide algunos pormenores. Eguiguren, aun reconociendo que ser¨ªa bueno que alg¨²n d¨ªa sus protagonistas contaran lo ocurrido entonces, responde remiso: "Me plante¨¦ publicar un libro, pero parece que en Espa?a es peligroso contar la verdad". Siendo como es un peso pesado de la pol¨ªtica vasca, no nos hubiera extra?ado que se hubiera referido a la oportunidad o inoportunidad de determinadas revelaciones, dadas sus previsibles consecuencias pol¨ªticas, pero, ?peligroso? Sin duda, Eguiguren habla con conocimiento de causa. Unas declaraciones suyas a este peri¨®dico no hace apenas un mes, sirvieron de argumento ¨²nico para un desprop¨®sito que a¨²n sigue alborotando la vida pol¨ªtica espa?ola. El Gobierno espa?ol estaba dialogando con ETA, dijo entonces Jaime Mayor Oreja, y, a falta de mayores concreciones, el ¨²nico dato que sustentaba su sospecha eran las palabras de Eguiguren. ?Qu¨¦ era lo que dec¨ªa ¨¦ste? Si no recuerdo mal, rechazaba la posibilidad de otro proceso de paz similar al de hace unos a?os, y hablaba de un acuerdo pol¨ªtico entre las fuerzas vascas como v¨ªa de integraci¨®n en la vida democr¨¢tica de quienes han estado al margen de ella, acuerdo que, como concreta ahora, tendr¨ªa que producirse en el Parlamento vasco.
Se puede estar o no en conformidad con los an¨¢lisis prospectivos de Eguiguren o con la necesidad o no de acuerdo alguno, pero no fue eso lo que se discuti¨® en ning¨²n momento. Las palabras de Eguiguren s¨®lo fueron un pretexto para que se abriera la brecha oscurantista y emergieran sus buceadores y rentistas. En el nuevo proceso, el Gobierno no daba la cara, sino que se estaba actuando ya de forma m¨¢s velada y tenebrosa. Una opini¨®n, en lugar de ser debatida, sirvi¨® como indicio de la verdad revelada, verdad preexistente y a la espera de que alguien, ?Eguiguren?, abra su boquita, aunque s¨®lo sea para hablarnos de su infancia en Aizarna. Y una vez revelada la verdad, lleg¨® la tropa de sus apologistas, ese escuadr¨®n capaz de echar mano de San Agust¨ªn para demostrarnos que el libre albedr¨ªo socialista, o de cualquiera sea el objeto de su inquina, se halla determinado por su naturaleza diab¨®lica: como otros a Dios, ellos odian a Espa?a, lo que viene a ser lo mismo. Despu¨¦s se dedican a competir en agudeza, o en zafiedad, para ver qui¨¦n se gana al p¨²blico.
Leo que los Beckham quieren tener una ni?a y que se afanan para ello cinco veces al d¨ªa, por lo que el pobre David anda agotado. Lo leo en un peri¨®dico generalista, pero lo pod¨ªa haber le¨ªdo en cualquier otro. ?Qu¨¦ otra noticia puede competir con esa en el favor popular? Si escribimos para que nos lean, no es extra?o que entre tanto polvo nuestras palabras tengan que llenarse de lodo para hacerse visibles. Dice Eguiguren que en Espa?a es peligroso contar la verdad. Deber¨ªa sentirse orgulloso porque la suya sea tan esperada como polvo de estrellas.
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