El ciudadano es el que paga cara la corrupci¨®n

La estrategia de defensa del ventilador o del calamar (echar la porquer¨ªa por todas partes), la tesis de la manzana podrida o, a las malas, del ¨¢rbol podrido (culpar a personas concretas y no a una parte amplia de la organizaci¨®n). Las elecciones no se ganan, se pierden, suele recordarse en los circuitos pol¨ªticos. Por eso, cuando surge un gran esc¨¢ndalo de corrupci¨®n vinculado a altos cargos de un partido pol¨ªtico, la principal preocupaci¨®n de sus estrategas no siempre tiene como principal prioridad limpiar su imagen, sino m¨¢s bien ensuciar la de su principal contrincante en las urnas. Este tipo de comportamientos, que est¨¢n muy generalizados, seg¨²n soci¨®logos y polit¨®logos especialistas en el an¨¢lisis de estos temas, deterioran enormemente la imagen de toda la clase pol¨ªtica. "Todos los pol¨ªticos son unos corruptos". Esta tan manida como devastadora afirmaci¨®n, para la pol¨ªtica y para la democracia, se usa alegremente en la calle para poner en tela de juicio la gesti¨®n de todos los que acceden al poder. La presunci¨®n de inocencia se convierte as¨ª en el sentir popular en presunci¨®n de culpabilidad y el pol¨ªtico se ve al final abocado a demostrar que no roba. El caso G¨¹rtel es la ¨²ltima trama destapada de corrupci¨®n pol¨ªtica que implica a m¨¢s de una manzana del PP, de una rama y probablemente a varios ¨¢rboles.

PSOE: "Hay que actuar de inmediato con coherencia y contundencia"

La valoraci¨®n negativa es bastante generalizada en la mayor¨ªa de los pa¨ªses

Muchos ciudadanos entienden que las del poder son las reglas de juego

PP: "Se deben tomar medidas duras cuando hay indicios claros o condenas"

Un informe internacional advierte de lagunas en las leyes espa?olas

No hay un control adecuado de empresas vinculadas a los partidos

"Un caso as¨ª afecta a la imagen de todos, pero la ciudadan¨ªa sabe distinguir. En una encuesta reciente del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS) sobre el tema qued¨® claro que la gente ve ahora m¨¢s corrupto al PP que al PSOE, incluso los votantes del PP", afirma el catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas y de la Administraci¨®n de la Universidad Rey Juan Carlos, Manuel Villoria, que dirige adem¨¢s el Departamento de Gobierno, Administraci¨®n y Pol¨ªticas P¨²blicas del Instituto Universitario de Investigaci¨®n Ortega y Gasset. "No obstante", prosigue Villoria, "los pol¨ªticos o la clase pol¨ªtica son el tercer problema m¨¢s importante para los espa?oles. Y este ¨²ltimo dato surge a partir, sobre todo, del caso G¨¹rtel y de la suma de casos de corrupci¨®n urban¨ªstica que se condensan a finales del 2009. Cuando la corrupci¨®n pol¨ªtica aparece en primera p¨¢gina de la prensa de forma continua, una de las consecuencias es ¨¦sta, que la clase pol¨ªtica se convierte en problema".

Antes hubo otros casos, desde finales de los ochenta a principios de este siglo -Naseiro (PP), Filesa (PSOE), el caso saqueo o Marbella (GIL) -, aunque en las ¨²ltimas d¨¦cadas han sido m¨¢s puntuales, ninguno ten¨ªa un entramado tan amplio como el G¨¹rtel. Son redes complejas, complicadas de desgranar para los jueces y, por tanto, ni que decir tiene de entender para el com¨²n de los mortales. La ciudadan¨ªa, dicen los expertos, se queda s¨®lo en la letra gorda. La de los grandes titulares y la de las frases impactantes de los diversos partidos del arco parlamentario. El mensaje de que ha habido corrupci¨®n, presunto enriquecimiento il¨ªcito mediante la utilizaci¨®n de cargos y fondos p¨²blicos, llega a la poblaci¨®n, pero en la mayor¨ªa de los casos los ciudadanos lo perciben como casos ajenos a ellos, a su vida, se?alan los analistas. No acaban de ver que dar una concesi¨®n de un terreno urbanizable por un valor inferior al real repercute en las arcas p¨²blicas del ayuntamiento correspondiente, lo que supone un perjuicio directo para los ciudadanos de ese municipio. Se deja de ingresar en ¨¦l dinero que se dedicar¨ªa a la sanidad, la educaci¨®n o las carreteras de todos para destinarlo a fines il¨ªcitos, del enriquecimiento individual a la financiaci¨®n de una organizaci¨®n privada, como es un partido pol¨ªtico.

Esta baja percepci¨®n de las consecuencias de esta corrupci¨®n en la vida de los ciudadanos es uno de los factores que hace que el voto apenas se mueva. Al menos a corto plazo. A largo, la raz¨®n por la que se mueve suele ser el hartazgo.La estrategia de los partidos ante estos casos corruptos es diferente seg¨²n el tama?o de la instituci¨®n y el poder que tenga. "El PP ha optado, a trav¨¦s de sus apoyos medi¨¢ticos, por recordar Filesa y los esc¨¢ndalos pasados (estrategia del calamar)", analiza Villoria. "Y, lo que es m¨¢s preocupante, ha intentado destruir la reputaci¨®n y la imagen de todo el que ha investigado el caso -la Unidad Central de Delincuencia Econ¨®mica y Fiscal (UDEF) o Garz¨®n- o lo ha denunciado, el caso del pobre sastre es terrible. Es una estrategia muy dura, ya veremos los resultados", agrega.

Un enfoque del que se habla poco son las consecuencias que tiene la corrupci¨®n a largo plazo. La mayor parte de los analistas coinciden en que los efectos en los partidos son limitados. Por lo tanto, al que al final le sale m¨¢s cara la corrupci¨®n es al ciudadano. Una parte de sus impuestos se evaporan en esas corruptelas por agujeros diversos y deja de percibir servicios p¨²blicos o una mejora de su calidad de vida, que podr¨ªan obtenerse con el dinero evaporado por los corruptos.

El catedr¨¢tico de la Universidad Aut¨®noma de Madrid y presidente de Transparencia Internacional Espa?a, Jes¨²s Lizcano, se?ala que la valoraci¨®n negativa de la clase pol¨ªtica y de los partidos "es bastante generalizada en la mayor parte de los pa¨ªses", seg¨²n pone de manifiesto el Bar¨®metro Global de la Corrupci¨®n, un ¨ªndice que elabora su organizaci¨®n a nivel internacional. Y los ciudadanos, ante el hast¨ªo que les causan estos casos, "deciden no votar en las elecciones, o bien votar en blanco, como rechazo ante la clase pol¨ªtica, o votar a partidos nuevos, que no est¨¢n contaminados por casos de corrupci¨®n y contienen mensajes singulares", explica Lizcano.

Tanto el secretario del ?rea de Ciudades y Pol¨ªtica Municipal del PSOE, Antonio Hernando, como el secretario Nacional de Pol¨ªtica Auton¨®mica y Local del PP, Juan Manuel Moreno, coinciden en que los grandes esc¨¢ndalos de corrupci¨®n perjudican a toda la clase pol¨ªtica. Ambos opinan que estos esc¨¢ndalos, aunque no pasen factura a corto plazo, s¨ª tienen un gran coste para la pol¨ªtica. "El ciudadano s¨ª deduce cu¨¢ndo un comportamiento es inmoral, indecente, aunque no conozca los detalles del caso", opina Hernando. "La gente intuye que la perjudicada por estos casos es toda la ciudadan¨ªa". Es estos casos lo importante es, seg¨²n este responsable socialista, actuar con "contundencia, coherencia y salvaguardar la instituci¨®n. No vale adoptar medidas internas y dejar a esas personas en las instituciones, sean ayuntamientos o las que sean. Porque la intolerancia con estos casos tiene que ser total e inmediata". ?El PSOE ha aprendido la lecci¨®n despu¨¦s de los esc¨¢ndalos de los noventa? "S¨ª, ha demostrado que ha sido muy contundente ante los casos de corrupci¨®n, no se ha tardado ni 24 horas en tomar medidas", contesta Hernando. Y pone como ejemplo el caso del Ayuntamiento de Coloma de Gramanet: "El mismo d¨ªa que se destap¨®, por la tarde, el alcalde estaba expulsado del partido y hab¨ªa dejado su acta de concejal".

Desde el PP, Juan Manuel Moreno asegura que estos casos "son la primera amenaza que tiene un partido, la clase pol¨ªtica y el sistema democr¨¢tico". Y apunta varias responsabilidades: "El primero es el pol¨ªtico corrupto y es al que hay que perseguir. Pero luego hay otros niveles de responsabilidad. Los partidos pol¨ªticos, por ejemplo, que han utilizado los casos de corrupci¨®n para desgastar al adversario. Pero es importante tener en cuenta que son estructuras muy amplias, con cientos de cargos p¨²blicos y, desgraciadamente, es muy dif¨ªcil de controlar a todos. Pero estos casos no afectan ni al 0,1% de ellos, la inmensa mayor¨ªa de los pol¨ªticos es gente honesta, en la que se puede creer, que se vuelca, por ejemplo, en la pol¨ªtica municipal, haciendo un sacrificio en muchos casos".

Este responsable del PP tambi¨¦n reconoce que, a ra¨ªz del caso G¨¹rtel, su partido se ha vuelto m¨¢s severo internamente. "Ya pens¨¢bamos desde hace tiempo la conveniencia de tener un c¨®digo ¨¦tico, como tienen muchas empresas privadas. Todos los cargos p¨²blicos y miembros de los ¨®rganos del partido deben firmarlo, comprometerse. A partir de ahora, es m¨¢s dif¨ªcil que haya casos de este tipo, el compromiso con la transparencia y la buena administraci¨®n de los cargos pol¨ªticos es claro y tambi¨¦n las consecuencias". ?Cu¨¢les son? "Tiene que haber un equilibrio entre la presunci¨®n de inocencia y la situaci¨®n de presi¨®n social a trav¨¦s de los medios, porque ha habido casos que luego la justicia ha archivado o sobrese¨ªdo. Pero cuando hay indicios claros o condenas firmes, es m¨¢s duro, se expulsa al afectado del partido y se le inhabilita".

A pesar de las explicaciones de los portavoces de los dos partidos mayoritarios, Lizcano insiste en que "el control interno de los partidos es manifiestamente mejorable y, de hecho, la nueva ley de financiaci¨®n de los partidos les exige un mayor control interno". Y remite al ¨²ltimo informe del Grupo de Estados Europeos contra la Corrupci¨®n (conocido como el Greco), que "pone de manifiesto que hay todav¨ªa lagunas en la legislaci¨®n espa?ola, resalta que no existe suficiente informaci¨®n y tampoco un adecuado control en las fundaciones y empresas vinculadas a los partidos". Y a?ade Lizcano otra pega: "Se exige fundamentalmente control a nivel agregado o nacional, sin que los partidos informen sobre sus cuentas en las entidades locales, que es donde radican en muchas ocasionen los casos de corrupci¨®n, sobre todo urban¨ªstica".

El experto internacional en temas de corrupci¨®n y Gobierno V¨ªctor Lapuente hace un detallado an¨¢lisis desde el departamento de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad de Gothenburg: "A nivel comparado, con independencia del contexto sociocultural y econ¨®mico o de la ideolog¨ªa del partido, es frecuente encontrar sistemas pol¨ªticos donde la corrupci¨®n tiene efectos electorales muy limitados. Pero parece que los medios de comunicaci¨®n juegan un papel importante para limitarlo".

En Espa?a no hay muchos estudios concluyentes todav¨ªa, recuerda Lapuente. Unos dicen que no hay consecuencias. Otros, ponen en duda que no las haya, aunque con cautelas.

Pero, como se mencionaba antes, la corrupci¨®n s¨ª tiene otras consecuencias que afectan m¨¢s directamente al bienestar de los ciudadanos. Lapuente aporta unos clarificadores datos al respecto: "La idea es que la corrupci¨®n da?a lo m¨¢s vulnerable y esencial para el desarrollo social, econ¨®mico y pol¨ªtico de un pa¨ªs, que es la confianza, tanto en las instituciones p¨²blicas, de lo que se habla bastante, como en el resto de nuestros conciudadanos, de lo que se habla muy poco, a pesar de que es importante. Lo que se denomina 'confianza social' (un concepto controvertido, pero muy relevante en ciencias sociales) se erosiona gravemente. La raz¨®n es que el hecho de que los agentes p¨²blicos sean corruptos, en lugar de imparciales, act¨²a como una se?al para los ciudadanos de cu¨¢les son las reglas de juego en la sociedad. Ello conlleva a un deterioro de las interacciones humanas, que genera efectos negativos, tanto econ¨®micos como sobre casi cualquier ¨¢mbito de la vida".

Los estudios corroboran estas afirmaciones. Los especialistas Holmberg, Rothstein y Nasiritousi, analizaron y resumieron en 2008 decenas de estudios sobre los efectos de la corrupci¨®n en hasta un centenar de pa¨ªses. En sus conclusiones se puede ver c¨®mo la corrupci¨®n presenta unas correlaciones alt¨ªsimas con todo lo malo que le pueda pasar a un pa¨ªs. As¨ª, el resultado es que la corrupci¨®n lleva en muchos casos a estas consecuencias: menos crecimiento econ¨®mico y menor renta per c¨¢pita; m¨¢s paro; m¨¢s desigualdad econ¨®mica (la corrupci¨®n afecta m¨¢s a los m¨¢s desfavorecidos); menos esperanza de vida y menor percepci¨®n subjetiva de salud; peores indicadores de sostenibilidad medioambiental, y menos Estado del Bienestar en general.

As¨ª las cosas, nadie se atreve a se?alar algo concluyente sobre por qu¨¦, por ejemplo, tras destaparse el esc¨¢ndalo G¨¹rtel, en el ¨²ltimo bar¨®metro del CIS que recoge la intenci¨®n de voto, del pasado enero, el PP (con un 40% de estimaci¨®n de voto v¨¢lido) est¨¢ casi cuatro puntos por encima del PSOE (con un 36,2%). Pero los expertos refrescan en la memoria situaciones pasadas. A Felipe Gonz¨¢lez le afectaron lo suficiente esc¨¢ndalos de los noventa (los de Filesa y Rold¨¢n) como para perder las elecciones en 1996 y posibilitar la mayor¨ªa absoluta al PP en 2000. A Gonz¨¢lez, seg¨²n datos de Manuel Villoria, le afect¨® en realidad poco porcentualmente, pero fue suficiente: "El 2% de votos que le hicieron perder". Es pronto, seg¨²n los analistas, para hablar de los efectos sobre el PP del caso G¨¹rtel. Villoria opina que "si las elecciones generales fueran ma?ana, seguro que algo le afectaba, y ese algo podr¨ªa ser determinante".

Otro de los principales expertos en los efectos de estos esc¨¢ndalos es en el voto en Espa?a, Fernando Jim¨¦nez, profesor de Ciencia Pol¨ªtica y de la Administraci¨®n en la Universidad de Murcia. "No hay una conexi¨®n autom¨¢tica o espont¨¢nea entre revelaci¨®n de corrupci¨®n y castigo electoral", coincide. "Hay toda una serie de factores o condiciones que median en esta relaci¨®n. Si falla alguna de ellas, la conexi¨®n quiebra y puede no haber castigo. Las razones pueden ser muy diversas. Pero con mucha frecuencia (y este parece ser el caso en Valencia o en Murcia), la gente no es capaz de visualizar que exista realmente una alternativa cre¨ªble de gobierno. En esos dos casos, el PSOE ha estado inmerso en una interminable y demoledora batalla interna que los desacredita como opci¨®n de gobierno, lo que ha dejado un margen de actuaci¨®n formidable para el PP".

Los partidos siguen estrategias precisas, pero Jim¨¦nez considera que no han hecho "realmente nada que les haya llevado a tomarse el problema de la corrupci¨®n realmente en serio". "Las medidas han sido defensivas e hip¨®critas. Primero, negar las acusaciones y tratar de desprestigiar a los acusadores y restarles credibilidad. Despu¨¦s, si el caso segu¨ªa adelante, viene la estrategia de las manzanas podridas: deshacerse de los individuos directamente afectados. Y simult¨¢neamente se emprenden dos estrategias relacionadas con la tramitaci¨®n judicial de los casos: primero, confundir responsabilidad pol¨ªtica con penal y reducir aqu¨¦lla a ¨¦sta como una manera de retrasar la toma de decisiones, algo que es demoledor para la salud del sistema democr¨¢tico. Y segundo, tratar de desactivar el proceso judicial con triqui?uelas procesales".

En relaci¨®n con el control interno de los partidos, aporta la perspectiva internacional V¨ªctor Lapuente: "El control interno de los partidos falla porque hay incentivos muy poderosos a no desvelar la corrupci¨®n de tus compa?eros de partido. A diferencia de en otros pa¨ªses de nuestro entorno, los partidos en Espa?a son 'unidades de destino en lo universal' donde la lealtad, entendida en t¨¦rminos m¨¢s personales que ideol¨®gicos, es un valor supremo". ?Y qu¨¦ pasa en el caso de que se produzcan los disensos internos dentro de un partido, tengan o no que ver con la corrupci¨®n? "Entonces es curioso ver que, mientras en otros pa¨ªses los partidos parecen dividirse un poco m¨¢s de acuerdo con posicionamientos ideol¨®gicos -por ejemplo, se habla de 'el sector m¨¢s liberal' frente al 'sector m¨¢s conservador'-, en Espa?a, la lealtad interna parece que est¨¢ m¨¢s basada en relaciones personales -por ejemplo, zaplanistas o zapateristas, aguirristas o guerristas-", concluye.

Al poner ejemplos de otros pa¨ªses del entorno de Espa?a, todos los especialistas miran con mayor preocupaci¨®n hacia la bota del mapa: "El caso m¨¢s dram¨¢tico de esc¨¢ndalos continuos de corrupci¨®n en una democracia avanzada es el de Italia", en palabras de Manuel Villoria. "La respuesta judicial se llam¨® mani pulite y no est¨¢ de m¨¢s compararlo con la Espa?a actual".