El alma galleguista de M¨¦xico
A Coru?a rinde tributo a Luisa Viqueira, hija del fil¨®sofo exiliado en Am¨¦rica
La democracia arrancaba apenas en Espa?a cuando Luisa Viqueira Landa (A Coru?a, 1918) regres¨® por primera y ¨²nica vez a su tierra natal, tras m¨¢s de cuatro d¨¦cadas de exilio en M¨¦xico. Era 1979, a?o de elecciones para constituir los primeros ayuntamientos democr¨¢ticos, y fue "recibida y tratada como una reina" por Isaac D¨ªaz Pardo, Garc¨ªa-Sabell y Ram¨®n Pi?eiro, quienes durante sus seis meses de estancia no ahorraron esfuerzos y medios para dar la mejor atenci¨®n a una comprometida galleguista del exilio.
Pero nunca m¨¢s quiso volver donde su vida "fue truncada", dec¨ªa. Hija del fil¨®sofo y poeta galleguista Xoh¨¢n Vicente Viqueira, destacada militante comunista y comprometida defensora de Galicia desde su pa¨ªs de acogida, Luisa no dej¨® nunca de trabajar por la promoci¨®n y difusi¨®n de su tierra y de su lengua pese a toda la persecuci¨®n y represalias que sufri¨® ella y toda su familia durante gran parte de su vida.
Desde 1979 nunca m¨¢s quiso volver donde su vida "fue truncada"
Dej¨® el PCE en los sesenta para participar en la fundaci¨®n de la UPG
Ahora, cuando tiene las facultades mentales y f¨ªsicas muy mermadas por la edad, fue su hijo Manuel el que acudi¨® al reconocimiento y homenaje que A Coru?a y la Comisi¨®n pola Recuperaci¨®n da Memoria Hist¨®rica le brindan estos d¨ªas con el ¨¢nimo de rescatar del olvido la biograf¨ªa de esta "incansable luchadora y defensora de Galicia" y entregarla la insigna de Republicana de Honor 2010.
Criada en el pazo familiar con nombre de regimiento -A Quinta de San Victorio- en la parroquia de Vixoi, en Bergondo (A Coru?a), Luisa cont¨® innumerables veces aquel cuaderno con dibujos y textos que su padre le elabor¨® para ense?arle el gallego. Nada m¨¢s desembarcar en M¨¦xico, a donde lleg¨® en 1939 tras tres a?os de periplo forzoso por Francia, Suecia e incluso Rusia, a donde se fue voluntaria para acompa?ar como profesora a los ni?os de la guerra llevados a la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica, Viqueira empez¨® a dar mitines y conferencias denunciando la represi¨®n que sufr¨ªan sus compatriotas.
Cada domingo, a las nueve de la ma?ana y durante a?os, se sentaba ante los micr¨®fonos de la radio mexicana para el programa La hora de Galicia que retransmit¨ªa ¨ªntegramente en gallego "cuando estaba prohibido hablarlo" en su tierra por imperativo de la dictadura. Ense?aba a bailar mu?eira y a tocar la gaita a los hijos de gallegos exiliados com ella. Luisa Viqueira era, junto a Luis Soto, el alma y centro de la "isla republicana espa?ola y galleguista" del pa¨ªs azteca, cuenta su hijo. En los a?os cincuenta crearon el Patronato de la Cultura Gallega de Mexico. Ambos activos militantes del grupo gallego del PCE, dejaron el partido a principios de los sesenta para participar, en alianza con el grupo Brais Pinto en Madrid, en la fundaci¨®n de la UPG, el partido hoy hegem¨®nico del BNG. Y se implicaron en la creaci¨®n de la revista Vieiros.
La persecuci¨®n marc¨® toda la vida de Luisa. Incluso cuando, ya instalada en M¨¦xico, se qued¨® viuda con tres ni?os de corta edad, en 1949. Su marido, encargado de prensa del PCE en el pa¨ªs centroamericano, apareci¨® asesinado de un tiro en una cuneta. "Nunca se supo por qu¨¦, unos dec¨ªan que fue Stalin, otros que fue Franco, y los comunistas hablaron de un suicidio", cuenta Manuel Rodr¨ªguez Viqueira.
En sus ahora escasos "ratos de lucidez", Luisa suspira por A Coru?a. Ferviente defensora "de dejar el pasado y mirar s¨®lo al futuro" no quiso, sin embargo, retornar a Galicia no s¨®lo porque su vida y familia est¨¢ en M¨¦xico o porque "nunca aceptamos", cuenta Manuel, "la monarqu¨ªa parlamentaria instaurada en Espa?a en la Transici¨®n". Luisa no volvi¨® por las heridas sin cerrar de la represi¨®n vivida.
Incluida la "batalla" que recuerda perfectamente, para enterrar a su padre en Ouces, la parroquia de Bergondo donde muri¨® en 1924 y donde a Luisa, con 18 a?os, le pill¨® la sublevaci¨®n militar de 1936.
El cura neg¨® una plaza en el cementerio al que Pi?eiro consideraba el "primer gran fil¨®sofo de Galicia" ya que era hijo de "descomulgados" -el padre de Xoh¨¢n Vicente era t¨ªo materno de su madre-. De noche, y tras derribar un muro, su familia lo enterr¨® igualmente, a escondidas y con ayuda de vecinos. El sacerdote levant¨® entonces un muro de tres metros de alto para dejar aquella sencilla sepultura fuera del camposanto y se inici¨® un largo litigio judicial con la familia que ¨¦sta acabar¨ªa por ganar en el Tribunal Supremo.
Pero Luisa Viqueira no vio jam¨¢s rehabilitada la sepultura de su padre. A?os despu¨¦s de su primera y ¨²ltima visita, cuando el ayuntamiento, ya gobernado por el PSOE, hizo derribar el muro y puso una placa "de Bergondo a Viqueira". Pero la tumba del fil¨®sofo galleguista sigui¨® igualmente aislada: nadie est¨¢ enterrado junto a ¨¦l, por la amenaza del cura de que quien lo fuese ir¨ªa al infierno.
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