?Qu¨¦ apropiada su querella, amigo fascista!
Es incongruente que organizaciones de ultraderecha como Manos Limpias o Falange Espa?ola puedan sentar a Garz¨®n en el banquillo con el apoyo de jueces como Adolfo Prego y Luciano Varela
Jos¨¦ K. se ha parado frente al escaparate y ha tenido un sue?o. Se ve a s¨ª mismo entrando en la tienda especializada, y tras agradable ch¨¢chara con el educado sastre, ha optado por el uniforme jur¨ªdico y desechado, por excesivo, el acad¨¦mico con su birrete, sus guantes, los cordones y la muceta. Se ha enfundado la elegante toga de alpaca peruana con el escudo bordado de magistrado, se ha aplicado las pu?etas de encajes de bolillos, ha empu?ado el mazo de juez y, con los ojos cerrados, comadrea: sentado en mesa adecuada, ?qu¨¦ sentir¨¦? ?Me cambiar¨¢ la cabeza? ?Notar¨¦ c¨®mo se me va llenando de abstrusas, rigurosas, implacables leyes? ?Advertir¨¦ la enorme trascendencia y gravedad del cargo? ?Apreciar¨¦ c¨®mo una ligera levitaci¨®n me eleva un pelda?o, dos si magistrado de la Audiencia Nacional, tres si del Supremo? ?Me har¨¦ incorp¨®reo de pura espiritualidad jur¨ªdica?
?Son tantos los jueces que hacen y dicen cosas incompatibles con la raz¨®n!
Para Jos¨¦ K., avanzar en el progreso es que los fascistas no sienten en los banquillos a los 'garzones'
Abre los ojos Jos¨¦ K., se seca unas gotitas de sudor fr¨ªo, y recuperado el pulso normal tras la taquicardia del mal sue?o, aprieta la corp¨®rea cachava y se encamina por el sol, que este a?o se ha vendido muy caro, hasta su mesa en el cafet¨ªn. ?ltimamente vive una pasi¨®n fogosa, arrebatada, ardiente, con su peri¨®dico de siempre. Por razones que no vienen al caso, ha tenido la desgracia -falsamente obligado por rid¨ªculos retos que ahora ve casi incompatibles con su edad- de tener que hojear a diario los muchos peri¨®dicos que se editan en la capital. Asustado, espantado, sobrecogido de lo que all¨ª encuentra, vuelve todos los d¨ªas, tras el herc¨²leo paseo por ese t¨²nel de los horrores, a refugiarse en su diario de siempre, que si hasta ahora era amado, ahora es idolatrado. Y all¨ª se refugia de los bombardeos fascistas, cuerpo a tierra, como la laboriosa abeja regresa a la colmena, el cegato topo a la topera, el bronco oso a la osera.
A Jos¨¦ K. le ronda el sue?o de la toga, claro, porque el llamado caso Garz¨®n le tiene tan oscurecido el entendimiento como l¨®brego el ¨¢nimo. Estamos -hoy ha amanecido con el mismo cabreo con el que ayer se acost¨®: furioso duermevela- ante una pesadilla inacabable de la que nunca saldremos, en la que la derecha judicial, abrumadoramente mayoritaria entre sus se?or¨ªas, vergonzantemente asistida por unos comparsas celosos y a la vista de la pasividad de un Gobierno d¨¦bil, temeroso, timorato, que a nada se ha atrevido ante su gremio en seis a?os y que nunca ve el momento de actuar, va a hacer todo lo posible y lo imposible para impedir que nos despertemos de este mal sue?o. Porque saben que de hacerlo, les buscar¨ªamos las cosquillas y entre muchos, much¨ªsimos, les empujar¨ªamos, hombro con hombro, para sacarles del f¨¦tido pa¨²l en el que chapucean hasta alg¨²n claro donde pudieran ver de frente la decencia y la dignidad.
?Son tantos los jueces que hacen y dicen cosas incompatibles con la raz¨®n! ?Tantas las sentencias aberrantes, los razonamientos arbitrarios, los atropellos a la justicia vestidos, o mejor ocultados, como si de trajes de camuflaje se tratara, con pomposo lenguaje repleto de tecnicismos y latinajos! Duda nuestro hombre, reflexivo por estupefacto m¨¢s que por impulso intelectual, si ese aligeramiento que sinti¨® en su sue?o de sentirse juez -seguramente una blasfemia, un reniego- no era sino el resultado de que una vez investido del citado atav¨ªo, se produce en quien lo luce el conocido fen¨®meno de los vasos comunicantes, y a la misma velocidad con la que entran los miles de legajos jur¨ªdicos, la masa del cerebro, la chola, se ensopa, y al licuarse se convierte en voraz sumidero del sentido com¨²n, sustancia incorp¨®rea que Jos¨¦ K. valora en grado sumo, tanto que est¨¢ convencido de que el caletre se arma con m¨¢s raz¨®n y mejor juicio cuando gana en su composici¨®n at¨®mica a las leyes, mil y una veces manoseadas por pol¨ªticos y jurisconsultos.
As¨ª que ya pueden recitarle razonamientos jur¨ªdicos y autos de Audiencias o Supremos, que nuestro amigo no puede comprender c¨®mo togados de tal rango utilizan artima?as de leguleyos como los timadores los d¨¦cimos falsos de loter¨ªa. Pretende que la justicia sea un elemento activo en la lucha de las luces de la raz¨®n frente al oscurantismo del fanatismo, y no en cumplir unos legalismos discutibles. Porque para Jos¨¦ K. avanzar en el progreso es otra cosa; es lograr, por ejemplo, que los fascistas no sienten en los banquillos a los garzones. Eso s¨ª que es respeto a las normas democr¨¢ticas y un avance, de verdad, en el Estado de derecho. ?sa es la utilizaci¨®n del sentido com¨²n y la dignidad, sin recursos ingeniosos a la "imaginaci¨®n creativa" y filigranas de sabihondo.
Porque, y ellos lo saben, no es verdad que la justicia se haya visto impelida a procesar al juez ahora maldito. Para acabar con la iniciativa de Garz¨®n hab¨ªa bastado la acci¨®n de la Sala cerrando el paso procesal al caso, como ya hab¨ªa ocurrido. Se le procesa porque el magistrado del Supremo Adolfo Prego admiti¨® a tr¨¢mite la querella de Falange Espa?ola. ?Y qui¨¦n es Adolfo Prego? Pues un personaje relevante en la fundaci¨®n Denae (Defensa de la Naci¨®n Espa?ola) que hace un mes concedi¨®, por ejemplo, el t¨ªtulo de Espa?oles Ejemplares a esos infamantes personajes de la ultraderecha medi¨¢tica que son Federico Jim¨¦nez Losantos y C¨¦sar Vidal, o que act¨²a de telonero del seudo historiador P¨ªo Moa, al que refrenda su interpretaci¨®n de que el golpe militar de Franco no fue en realidad sino una digna contrarrevoluci¨®n para impedir que triunfara el golpe de Estado de 1934 de los comunistas para acabar con la Rep¨²blica.
As¨ª que este magistrado, despolitizado, ya ven, en lugar de decirle al representante de Falange Espa?ola haga usted el favor de bajar el brazo, que se le va a infectar el golondrino, acogi¨® amorosamente su querella. Tan cari?osamente como se hizo con el falso sindicato Manos Limpias, oiga, miren, demu¨¦streme que son un sindicato de verdad, traigan los convenios que han firmado, el n¨²mero de afiliados que tienen, y, sobre todo, expliquen qu¨¦ pintan ustedes en esta historia de Garz¨®n, y ya veremos qu¨¦ se hace.
El mismo afecto con el que el magistrado Luciano Varela ha admitido, tan telendo, que el susodicho se sobrepas¨® en sus funciones, ?no se pueden investigar en profundidad algunos de los cr¨ªmenes del franquismo? Pues habr¨¢ que pensarse algo, y a lo mejor el muy progresista Varela pod¨ªa echar una mano para retocar las leyes que hagan falta, la de Amnist¨ªa de 1977, 33 a?os ya, hecha a martillazos en mitad de la trabajosa transici¨®n, o la reciente de Memoria Hist¨®rica, tan reacia a trabajar la memoria como a conocer la historia. Porque seguramente si logramos que los j¨®venes conozcan, incluso desde la ense?anza obligatoria, los excesos que se cometieron en la Guerra Civil, impedir¨ªamos dos cosas: que vuelvan los fanatismos y que los fascistas de hoy dejen de justificar, cuando no glorificar, los cr¨ªmenes de Franco y sus conmilitones. Podr¨ªan conocerse, tambi¨¦n, las villan¨ªas de la Falange -la dial¨¦ctica de los pu?os y las pistolas- que durante 40 a?os tuvieron v¨ªa libre para fusilar, encarcelar o humillar a los rojos y que hoy, qu¨¦ risa, presumen de empurar a Garz¨®n.
Retoma Jos¨¦ K. el sue?o del travestido, y se imagina en alto estrado, mesa de roble maciza y acostumbrada parafernalia, agitando levemente, como al desgaire, las ricas pu?etas de encaje. Enarbola en¨¦rgico su mazo y dicta sentencia. En el banquillo de los acusados, los magistrados Luciano Varela, a la izquierda, y Adolfo Prego a la derecha. Por un momento, se ve a s¨ª mismo largando una briosa fil¨ªpica. Tanto, que conociendo qu¨¦ ocurre cuando se le dispara la vena del cuello, opta por no revelarles a ustedes ni su contenido ni la sentencia en la que desemboca.
Pero sonr¨ªe porque imagina.
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