Editar, casi un acto de amor
Si, tal como rezaba un c¨¦lebre grupo de Facebook, en Madrid escupes por la ventana y le das a un estilista, muchos aseguran que en Barcelona ese lardo le caer¨ªa a un editor. La ciudad que vio triunfar a santidades de la profesi¨®n como Herralde o Tusquets vuelve a ser el punto cero de un fen¨®meno editorial, el de los nuevos sellos independientes espa?oles, que traspasa las fronteras auton¨®micas (con casos mod¨¦licos como el de las madrile?as Impedimenta y N¨®rdica Libros o la cacere?a Perif¨¦rica).
Abanderados por Min¨²scula, una editorial fundada por Valeria Bergalli en 2000, un pu?ado de editores barceloneses que apenas supera la treintena se ha ido abriendo hueco mientras las casas consagradas dorm¨ªan la siesta del h¨¦roe. En 2006, la diminuta Libros del Asteroide revent¨® todas las expectativas vendiendo m¨¢s de 20.000 ejemplares de El quinto en discordia, de Robertson Davies. Y todas las dem¨¢s lo pudieron tomar como un premio. "La clave de que ahora haya tantas editoriales peque?as est¨¢ en que la estructura que se necesita es m¨ªnima. Con un ordenador y cuatro cosas m¨¢s puedes editar un libro. Nosotros cuando empezamos ¨¦ramos uno y medio", explica Diana Zaforteza, de 30 a?os, fundadora de Ediciones Alfabia, una de las ¨²ltimas editoriales catalanas en romper el huevo.
"Nunca publicar¨ªamos a alguien que nos cayera como el culo" (Ana S. Pareja, Alpha Decay)
Para su presentaci¨®n en sociedad el a?o pasado no quer¨ªa un t¨ªtulo cualquiera, se empe?¨® en conseguir una joya que sus antecesores llevaban cuarenta a?os persiguiendo: unos diarios in¨¦ditos que Andy Warhol escribi¨® entre 1960 y 1968 y cuyos derechos guardaba celosamente Rosalyn Cole, una travesti de la Factory que nadie hab¨ªa logrado cazar. Aconsejada por el fundador de Anagrama, Jorge Herralde, se plant¨® en Nueva York y la rastre¨® hasta dar con ella en el hotel Waldorf Astoria, su hogar desde el d¨ªa que naci¨®. Qu¨¦ le dijo a Rosalyn para convencerla es parte del misterio, pero Zaforteza volvi¨® a Espa?a con los diarios en el bolso. Popism: The Warhol sixties pas¨® de ser un capricho imposible a convertirse en el primer t¨ªtulo de su cat¨¢logo, que fue rese?ado en todo medio que se preciara de enterado. ?Necesit¨® un esforzado departamento de prensa para un lanzamiento as¨ª? "Qu¨¦ va, la prensa tambi¨¦n la llevo yo misma", aclara.
Tal austeridad de recursos explica por s¨ª sola el paradigma del joven profesional de la edici¨®n, lo que ellos llaman el editor port¨¢til. Se trata de aquel individuo que, Mac bajo el brazo, se recorre cafeter¨ªas y parques del mundo, viajando y editando al mismo tiempo. "Yo muchas veces trabajo en la furgo", cuenta Jan Mart¨ª, de 28 a?os, fundador de la tambi¨¦n catalana Blackie Books y voz de la banda de rock Mendetz. "Aunque vayamos a tocar a otra ciudad no dejo de currar en la editorial, puedo hacer casi todo desde donde est¨¦". Cre¨® su propio sello (que ha alcanzado los 15.000 ejemplares vendidos con Los Simpson y la filosof¨ªa, de William Irwin) despu¨¦s de dedicarse a traducir mapas y libros de autoayuda para grandes editoriales. "Lo primero que pens¨¦ es que hab¨ªa que hacer libros m¨¢s bonitos, que molara tener y que le quisieras recomendar a un amigo para descubrirle algo que desconoc¨ªa. Editar es casi un acto de amor". Y ese mismo romanticismo le impide digerir bien el sabor rancio que le inspira la palabra editor. "Me gusta m¨¢s el nombre de selector, que es como llaman en M¨¦xico al dj", apunta.
"Son grandes exploradores, consiguen encontrar cosas que hab¨ªan pasado inadvertidas para sus antecesores. Est¨¢n descubriendo t¨ªtulos de hace 25 a?os que hoy se leen sin resultar a?ejos", dice Javier Cambronero, de UDL Libros, distribuidor de Alfabia o la madrile?a Errata Naturae, entre otras. No hay miedo a la profanaci¨®n, en sus cat¨¢logos conviven autores vivos y muertos. Vivos quiere decir escritores incluso m¨¢s j¨®venes que ellos, a los que pueden conocer cualquier noche tomando copas. Y muertos quiere decir Faulkner.
Tener al autor de El ruido y la furia y a Lou Reed en el mismo cat¨¢logo es un triunfo para una editorial como Alfabia, la elegida por el l¨ªder de The Velvet Underground para publicar la versi¨®n en espa?ol de unos textos in¨¦ditos. El m¨²sico neoyorquino quer¨ªa una editorial indie, por los mismos principios por los que muchos compradores de discos se f¨ªan de su sello predilecto, por afinidad.
Se acab¨® el perfil del editor que recibe ortodoxamente manuscritos en su oficina. El nuevo perfil de editor rastrea t¨ªtulos por Internet y los cazan enseguida, si los euros lo permiten. "Si tienen derechos hay que regatear sin verg¨¹enza para que sea rentable", cuenta Miguel L¨¢zaro, coeditor de Cabaret Voltaire, fundada en 2006. En la Red est¨¢ su mercado de abastos. Pueden estar comprando en Amazon un DVD y rastreando en la misma p¨¢gina el pr¨®ximo ensayo de su cat¨¢logo. Pero tambi¨¦n hay que tener los ojos puestos en los escaparates. "El ¨²ltimo libro que vamos a publicar [Dear Diary, de Lesley Arcin] lo pill¨¦ en la tienda de ropa American Apparel", confiesa Ana S. Pareja, de 30 a?os, una verdadera estrella de la edici¨®n independiente. En 2008 se gan¨® la corona de editora punk con la publicaci¨®n de la gu¨ªa Porno para mujeres, de Erika Lust, en Melusina (hermana mayor de las j¨®venes editoriales de Barcelona), y ahora refina esa misma l¨ªnea con t¨ªtulos como Matar en Barcelona en su nueva casa, Alpha Decay, proyecto editorial que comparte con Enric Cucurella. Su c¨®digo deontol¨®gico es casi militar: "Nunca publicar¨ªamos a alguien que nos cayera como el culo o que nos pareciera un sobrao, aunque supi¨¦ramos que podr¨ªa ser un superventas", asegura Pareja; "el cat¨¢logo es una especie de estatuto moral que nos define".
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