"La palabra est¨¢ sobrevalorada"
En la vida, como en las novelas, parece, a veces, que nada ocurre porque nada se dice. Pero es que antes ha habido alg¨²n detalle. El noruego Per Petterson (1952) parece coleccionarlos. Los escasos personajes que pueblan su aclamada Salir a robar caballos (Bruguera, ahora en bolsillo) y, sobre todo, los de Yo maldigo el r¨ªo del tiempo (Mondadori / Club Editor, en catal¨¢n) se explican por peque?os detalles, tanto de lo que hacen como de lo que no, y eso va creando una atm¨®sfera que se da pocas veces en la literatura actual. "Hablo m¨¢s de detalles que de gestos; a m¨ª me ha pasado, perdemos esos detalles y con ellos la vida", dice. Algo parecido a lo que escribi¨® Gil de Biedma: "Que la vida iba en serio / uno lo empieza a comprender m¨¢s tarde...". "Es exactamente eso", y cimbrea su cabeza escarolada: "Todo el mundo est¨¢ pendiente del estreno de la obra, pero es en el ensayo general cuando te la juegas: no hay segundas oportunidades en nuestra existencia, ¨¦se es el tema del libro".
De alguna manera, tambi¨¦n es el tema de la vida de Petterson, marcado, aunque lo admita a medias, por una madre dura, la muerte de un hermano y un doloroso accidente en el incendio de un ferry en 1990 que le dej¨® sin padres y sin otro hermano y una sobrina. "C¨®mo no van a condicionarte episodios as¨ª; de ah¨ª que como escritor he de escuchar esas se?ales; la palabra est¨¢ sobrevalorada; lo que pensamos y sentimos es m¨¢s importante que lo que decimos
...". Como si hiciera ahora un gran esfuerzo, prosigue: "En Noruega, hablamos poco, por eso a¨²n puedo confiar menos en las palabras que oigo; en ese sentido digo que es vital saber leer los detalles; el cuerpo es nuestro campo de batalla del dolor y de la alegr¨ªa
... Si nos fijamos bien en ¨¦l, podemos saber mucho m¨¢s de los otros".
En Yo maldigo hay que estar m¨¢s atento a una respuesta, a un gesto, a un detalle del atrezzo que al hilo argumental de la obra en s¨ª, trenzado por Arvid Jansen, que camino de los cuarenta afronta un divorcio y el descubrimiento de que su madre padece c¨¢ncer. Parece la suya una relaci¨®n ed¨ªpica, ?no? Petterson se hace explicar mejor el complejo de Edipo (los cl¨¢sicos mediterr¨¢neos caen lejos) y entonces replica: "No, se quieren bien, lo que ocurre es que Arvid es un quejica, una especie de James Dean, tira la toalla siempre mucho antes de lo que quisiera su madre; ¨¦l nunca est¨¢ a la altura de las expectativas de ella". Es una situaci¨®n que parece conocer bien. "Ten¨ªa dos novelas ya publicadas y recuerdo que mi madre me dijo poco antes de morir: 'Espero que la pr¨®xima sea menos infantil". Demoledor. Pero las madres (las dos, ficticia y real) quieren a sus hijos aunque no lo parezca, afirma. "Esa generaci¨®n se rompi¨® los cuernos por sus hijos para que tuvieran una vida mejor que la suya; si esos hijos deciden seguir el paso de sus progenitores, le quitan sentido a la vida de sus madres... El mensaje ¨²ltimo de la novela es: 'Despierta, eres un imb¨¦cil: puedes optar por aquello que yo no he podido y mira qu¨¦ haces". Y asoma de nuevo la autobiograf¨ªa: "No, no lo es del todo: pero recuerdo que cuando le dije a mi madre que no quer¨ªa estudiar m¨¢s, me hizo bajar del coche y me dej¨® en medio de la ciudad; supongo que nos decepcionamos el uno al otro... Pero, ?qui¨¦n cumple las expectativas que los otros se hacen de uno? ?Qui¨¦n va hasta el final de donde podr¨ªamos ir?".
Arvid va lejos en ese desencuentro materno-filial: se come unas hierbas con las que se corta la lengua mientras contempla agazapado a su madre en una escena freudiana: "Arvid es una muestra de esa generaci¨®n que hoy tiene entre 30 y 40 a?os y que no quiere madurar; se autolesiona para establecer un puente con su madre a partir del dolor, es un duro SOS final que le lanza buscando su respeto, pero ella est¨¢ afligida por su galopante enfermedad y no puede darle explicaciones". A esa tensi¨®n, Arvid-Petterson a?ade la de la crisis de las ideolog¨ªas, hasta el extremo de que parece que quien opt¨® en las ¨²ltimas d¨¦cadas ante el compromiso pol¨ªtico haya hecho el rid¨ªculo, visto con los ojos de hoy. Es m¨¢s, el t¨ªtulo de la novela responde a unos versos de Mao, que pueden leerse de manera muy ir¨®nica: "No, el rid¨ªculo no, pero quien crey¨® en determinadas ideolog¨ªas, visto en perspectiva, hoy se ha de dar cuenta de la decepci¨®n; en el caso de Arvid pens¨® que Pek¨ªn era Jerusal¨¦n y al final result¨® que s¨®lo es Pek¨ªn".
Se hace dif¨ªcil pensar que las milimetradas novelas de Petterson, que ha obtenido incluso el premio IMPAC Dubl¨ªn 2007 por delante de monstruos como Cormac McCarthy y J. M. Coetzee, no est¨¦n planificadas al detalle: "No, no, de veras; sigo mucho el flujo de la creaci¨®n a partir de una idea; no dir¨¦ que los personajes me lleven, pero casi; lo que ocurre es que siempre los lectores encuentran mucho m¨¢s de lo que yo quise decir; si hubiera sido as¨ª, no hubiera podido escribir esos libros". Pero hasta el paisaje, una presencia sutilmente encajada, parece desmentirle. "Es muy importante que cuando un lector acabe una de mis novelas sepa d¨®nde ha pasado; me gusta que ese lector tenga una sensaci¨®n f¨ªsica... Mire: a 15 minutos en tranv¨ªa de Oslo te bajas y ya est¨¢s en un bosque denso; la naturaleza es parte de uno; una roca al lado de casa, un faro cercano te marcan; en Noruega, en uno de esos bosques, llega un momento en que tienes la sensaci¨®n de que el ¨¢rbol te mira a ti y no al rev¨¦s; eso ha de acabar definiendo una manera de ser".
Se mueve y gesticula un poco m¨¢s de lo que se esperar¨ªa en un n¨®rdico, pero no deja de venir de donde viene, una Noruega que mantiene un papel muy peculiar en un tri¨¢ngulo que completan Suecia y Dinamarca, que dominaron durante siglos su patria. "Noruega ha sido el hermano peque?o de la zona. Pero encontramos petr¨®leo y eso nos ha dejado en buena posici¨®n: hoy apenas tenemos un 1% de paro... Y hasta resulta que en los ¨²ltimos 10 a?os, los micos de las monta?as, como nos conocen, est¨¢n haciendo una literatura mejor y m¨¢s fuerte que ellos". Quiz¨¢ cuesti¨®n de detalles. -
Yo maldigo el r¨ªo del tiempo. Per Petterson. Traducci¨®n de Cristina G¨®mez Baggethun. Mondadori. Barcelona, 2010. 256 p¨¢ginas. 18,90 euros. Maleeixo el riu del temps. Per Petterson. Traducci¨®n de Carolina Moreno. Club Editor. Barcelona, 2010. 246 p¨¢ginas. 18,50 euros.
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