Al cielo con visado africano
Desir¨¦ Kouakou atiende cinco parroquias en Galicia y una ONG en Costa de Marfil
Sus feligreses lo consideran poco menos que el pasaporte para alcanzar la vida eterna. "Usted se queda con nosotros hasta que nos muramos, porque con usted vamos al cielo", le dec¨ªan los vecinos de Mu¨ª?o, en Zas, cuando quisieron mandarles otro cura en 2007. Hubo movilizaciones, y se qued¨®. El sacerdote Desir¨¦ Kouakou Tanoh (Costa de Marfil, 1972) hace n¨²meros con su tiempo para atender lo mejor que puede cinco parroquias de Soneira y Xallas. El resto de su agenda la ocupa dirigiendo una ONG de ayuda al desarrollo en Costa de Marfil.
Su llegada revolucion¨® a los parroquianos, que no hab¨ªan visto nunca un cura negro tras el altar. Pero enseguida lo incorporaron a su imaginario, y la acogida, seg¨²n cuenta, fue estupenda: "Seguramente, si hubiera venido en patera, no tendr¨ªa una integraci¨®n tan buena, pero mi situaci¨®n era un privilegio".
En junio celebra con sus feligreses una fiesta al estilo africano en el Xallas
"Si hubiera venido en patera, mi integraci¨®n habr¨ªa sido peor"
Desir¨¦ naci¨® en Costa de Marfil, en el seno de una familia cat¨®lica. Su padre, miembro del bur¨® pol¨ªtico del partido gobernante y jefe de tribu, le recomend¨® que probara un a?o antes de decidirse por la vida religiosa: "?l quer¨ªa que me fuera a Francia a estudiar". As¨ª que Desir¨¦ lleg¨® a Espa?a para ingresar como fraile de la orden de los Carmelitas Descalzos, como prueba de fe. Y encontr¨® con que la vida de convento era mucho ora y poco labora: "Yo entend¨ªa la religi¨®n como entrega a los dem¨¢s, y no como un ensimismamiento".
Se orden¨® sacerdote en Madrid, en la Universidad Pontificia Comillas, con los jesuitas: "A ellos les estoy muy agradecido, porque me ense?aron a pensar por m¨ª mismo". Despu¨¦s, volvi¨® a ?frica, a Burkina Faso, como misionero carmelita. "Tratamos de ayudar a la gente para que sea libre y elija, trabajamos con los j¨®venes para formarlos de cara a encontrar un trabajo, buscamos mejorar la educaci¨®n, y una mejor sanidad". Desir¨¦ dice que no fue consciente de la aut¨¦ntica dimensi¨®n de la pobreza en ?frica hasta que vio el contraste con Europa.
Con el tiempo, se fue alejando de las posturas de la orden del Carmelo, y pens¨® en volver a Madrid para terminar su doctorado. Pero top¨® con Rouco Varela, que le impidi¨® asentarse en la archidi¨®cesis. Fue entonces cuando su compa?ero de estudios Xos¨¦ Manuel Pensado, p¨¢rroco de Mazaricos, le recomend¨® venir a Galicia. "El arzobispo Juli¨¢n Barrio me acogi¨® como a un hijo, y me encomend¨® varias parroquias cercanas a las de mi amigo", recuerda. Desir¨¦ se encarga desde entonces de los feligreses de Brandomil, Brando?as, Mu¨ª?o, Os Vaos y Albor¨¦s, en los ayuntamientos de Zas y Mazaricos.
"Llegar aqu¨ª fue un choque brutal con todo, desde el clima hasta el idioma", comenta. Al tiempo gris se ha ido acostumbrando, y el gallego hace tiempo que dej¨® de sonar a extranjero en su boca. Con todo, lo que a¨²n no acaba de asimilar es la vivencia religiosa de sus parroquianos: "Aqu¨ª se nace cat¨®lico y la religi¨®n es una costumbre m¨¢s, mientras que en ?frica es una opci¨®n personal, en dura competencia con otros credos: aqu¨ª hace falta m¨¢s fe y menos costumbre". Para ¨¦l, "la Iglesia es alegr¨ªa, volcarse en los dem¨¢s y no s¨®lo rezar". "Entiendo que para los otros sacerdotes fue una sorpresa esta manera de entender la religi¨®n", cuenta.
Desir¨¦ est¨¢ entregado a una comunidad rural que va a menos: s¨®lo tres bautizos por veinte entierros en el 2009. Procura tener trato con todos. "Al tener que atender tantas parroquias, debo dar bastantes misas, y para m¨ª es algo muy intenso, con lo que me vuelco, y eso me deja agotado". Le gusta hacerlas muy participativas, un acto de confraternidad, y hablar con sus feligreses, y eso requiere tiempo.
Con ese trato tan directo, les ha contagiado un poco de su alegr¨ªa. Ahora, en el mes de junio, celebran una fiesta al estilo africano en el embalse del Xallas, con men¨² de pollo a la brasa y arroz con salsa de cacahuete. "Es un d¨ªa de intercambio y optimismo", explica. En su opini¨®n, as¨ª debe ser la vida religiosa, "porque la fraternidad y la alegr¨ªa son un don de Dios".
Si se le pregunta, reconoce que la Iglesia "debe quitarse el polvo de 2.000 a?os de historia y descubrir su esencia". Sobre los casos de pederastia dice: "Me duelen, porque la Iglesia es mi familia".
Con la ONG Egueire quiere ayudar a su pueblo para que pueda caminar por s¨ª mismo. Su proyecto pretende construir una casa en Grand Lahou para convertirla en centro educativo. "Mi dimensi¨®n religiosa me lleva a la solidaridad", explica. Para tener una mejor formaci¨®n en este campo, est¨¢ haciendo un master de Cooperaci¨®n Internacional por la Universidad de Santiago.
Desir¨¦ no descarta volver a ?frica. Y seguro que a ello se opondr¨¢n sus feligreses. Ninguno querr¨¢ renunciar al hombre que los guiar¨¢ a la vida eterna. Ninguno, excepto tal vez esa vecina que una vez le dijo que la eternidad no la convenc¨ªa porque tendr¨ªa que pasarla toda con su marido.
![El cura Desir¨¦ Kouakou, en el altar de la iglesia de Brandomil, en el municipio coru?¨¦s de Zas.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/J7MXK7IXLTSF7LUMSHFV2JDHSA.jpg?auth=23a6e7d774dbd645037af2793bcf0261df8f7feeb00499ff43787c1c391cd5d4&width=414)
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