"Es obsceno y ampara el adulterio"
Cursis, 'snobs', rojos, puercos o malos escritores - As¨ª describen los informes de los censores en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas de la dictadura a los grandes autores espa?oles
Poetas malos, cursis y snobs. Escritores resentidos que le¨ªan y ve¨ªan marranadas cuando sal¨ªan al extranjero a puerquear con mujeres f¨¢ciles. Rojos. Pseudointelectuales. Esquizofr¨¦nicos que escup¨ªan alusiones vejatorias a la cruzada en la guerra de liberaci¨®n. De entre todos ellos, de entre ese hatajo de perdedores, quien m¨¢s quien menos tiene hoy el Premio Nacional de las Letras o el Cervantes. Autores como Juan Mars¨¦, Francisco Ayala, Antonio Gamoneda o Jaime Gil de Biedma soportaron el l¨¢piz censor de un ej¨¦rcito de lectores a los que nadie conoc¨ªa -muchos curas y ex militares- que firmaban con un cobarde n¨²mero para prohibir o ridiculizar sus obras. Porque as¨ª era, literalmente, como el r¨¦gimen les describ¨ªa a ellos y a sus textos.
Mars¨¦: "Si te dicen que ca¨ª' se puso como ejemplo de las cosas a vigilar
Jorge Herralde fue condenado y luego indultado por editar 'Los Tupamaros'
Gamoneda: "Si me censuraban el libro es que su espacio natural era Espa?a"
Un censor: "Los Goytisolo no tienen consistencia. Se pudrir¨¢n solos"
Hoy, todos esos informes permanecen en el Archivo General de la Administraci¨®n de Alcal¨¢ de Henares (el tercero m¨¢s grande del mundo). Un enorme edificio en cuyos 200 kil¨®metros de estanter¨ªas descansan muchos de los secretos de la dictadura. EL PA?S ha tenido acceso a los papeles que contienen el intento de cortocircuitar la explosi¨®n literaria de la Espa?a de los 20 ¨²ltimos a?os del franquismo. Sacados de contexto pueden sonar hasta graciosos.
"Los de siempre es domingo, bo?tes, planes, clubs, meretrices, infidelidades, queja y cr¨ªtica de todo. La novela tiene bastante bilis pol¨ªtica. El autor parece ser de aquellos pseudointelectuales que cuando salen al extranjero leen y ven marranadas y puerquean con mujeres f¨¢ciles". Pese a la fina rese?a que realiz¨® Don 29, el censor se?al¨® s¨®lo 22 p¨¢ginas donde hab¨ªa que realizar tachaduras y autoriz¨® la edici¨®n en 1962 de Esta cara de la luna, de Juan Mars¨¦.
Un poco m¨¢s le cost¨® al autor catal¨¢n publicar ?ltimas tardes con Teresa. Cuando se la denegaron, se cit¨® con Carlos Robles Piquer, entonces director general de Cultura Popular y Espect¨¢culos para tratar de convencerle. "Me recibi¨® y fue muy gentil. Me dijo que quitara algunas palabrejas y lo del 'bigotillo con aire de alf¨¦rez provisonal' de uno de los personajes. Eso lo dej¨¦ y, al final, sali¨®", explica por tel¨¦fono el ¨²ltimo premio Cervantes. M¨¢s adelante, con Si te dicen que ca¨ª, no tuvo tanta suerte. "De la Cierva [el siguiente responsable del ¨¢rea] jug¨® conmigo a que hac¨ªa lo imposible para que se publicara. Luego supe que en realidad no hizo gran cosa, porque no hab¨ªa mucho que hacer. Me dijo que hab¨ªa estado encima de la mesa de un Consejo de Ministros, se puso como ejemplo de lo que hab¨ªa que vigilar", recuerda Mars¨¦.
Soplaban vientos de aperturismo. El r¨¦gimen jugaba a la tolerancia, y con la "ley Fraga", muchos editores empezaron a publicar las obras sin pasar por consulta. Arriesgarse era menos arriesgado. "Con el secuestro de varios libros hab¨ªamos sufrido un perjuicio econ¨®mico enorme. Pero con la pol¨ªtica de hechos consumados se pod¨ªan publicar t¨ªtulos m¨¢s inc¨®modos. Si los secuestraban, sal¨ªa la noticia en la prensa, y la imagen aperturista del r¨¦gimen quedaba da?ada en el extranjero", recuerda el editor y due?o de Anagrama, Jorge Herralde que, pese a todo, fue procesado, condenado y luego indultado por el libro Los tupamaros.
Parad¨®jicamente, algunos libros de Anagrama poco acordes con el r¨¦gimen, como Estrategia judicial en los procesos pol¨ªticos, de Jaques M. Verg¨¨s, que defend¨ªa el papel del acusado como acusador del tribunal y que coincidi¨® escandalosamente con el Proceso de Burgos, no tuvieron ning¨²n problema. Cosas de la caprichosa y torpe censura.
Lo de los hechos consumados no funcionaba con algunos autores. Al amigo de Mars¨¦, el poeta Jaime Gil de Biedma, no le pod¨ªan ni ver. "El autor, poeta cursi y snob, cuenta c¨®mo regres¨® de Manila con una tuberculosis incipiente, y los tres meses que pas¨® en La Nava haciendo reposo para curarse. Como se ve, tema interesant¨ªsimo. El libro es anodino, vac¨ªo y sin inter¨¦s, con ninguna religi¨®n, casi ninguna pol¨ªtica y una groser¨ªa inigualable en la cuesti¨®n de sexo. Estas porquer¨ªas est¨¢n proliferando tanto en la literatura actual, que ya no llaman la atenci¨®n ni siquiera en un libro que pretende ser espiritual". Se indicaron las tachaduras correspondientes y se autoriz¨®, ya en 1974, Diario de un artista seriamente enfermo.
Lo extra?o es que a la misma censura, cinco a?os antes, cuando analiz¨® la Colecci¨®n particular del mismo autor, dijo de ¨¦l: "Buen poeta y sobradamente conocido como firmante de manifiestos contra el r¨¦gimen. Su poes¨ªa es francamente buena, rom¨¢ntica algunas veces pero con un deje de iron¨ªa. Influjos machadianos y becquerianos". Pese a ello, claro, el libro tampoco pas¨®. El poeta escribi¨® al censor para conocer los motivos de la prohibici¨®n, que lo deneg¨® tambi¨¦n en el "extrangero", con g, y lo mantuvo secuestrado.
Porque esa opci¨®n era recurrente en autores vetados. Pero algunos, como Antonio Gamoneda, se negaban a hacerlo. Su libro Actos, luego titulado Blues castellano, tuvo que esperar a 1982 para ver la luz. Su informe, firmado por Don 29, dec¨ªa esto del hoy premio Cervantes y premio Nacional de Poes¨ªa. "Libro de versos muy malos, de tem¨¢tica y m¨¦trica diversa. Sobre todos ellos camban un sentido de resentimiento y odio. Muchos de ellos aparecen con citas de Marx, Lefebvre y otros marxistas. La t¨®nica general es demag¨®gica. La obra carece de valor, pero hay poemas que pueden ser pasables".
Gamoneda no quiso publicarlo mutilado ni llevarlo fuera de Espa?a. "Alguien, desde Canad¨¢, me pidi¨® el libro para publicarlo. No me interes¨®: si hab¨ªa censura, esta era un indicador de que el espacio natural del libro era precisamente Espa?a. Lo guard¨¦ y casi lo olvid¨¦. Hoy est¨¢ traducido al franc¨¦s y al ingl¨¦s", explica el autor.
Otros, como la editorial Seix Barral, lo intentaron al rev¨¦s y trataron de importar obras editadas fuera. Sucedi¨® con La cabeza de cordero, de Francisco Ayala, como recuerda el censor. "Esta obra ya ha sido denegada [...], tambi¨¦n su importaci¨®n. [...] Suprimiendo esos p¨¢rrafos y con mucha benevolencia, podr¨ªa autorizarse. Aunque sigue siendo contraria al r¨¦gimen espa?ol". Del relato Un gallo cant¨®, dec¨ªa: "Es obsceno y ampara el adulterio". Qued¨® tachado.
Aunque pronto llegar¨ªa a su fin, la virulencia de la censura se acentu¨® en los ¨²ltimos a?os -"en el 73 el r¨¦gimen estaba en la recta final y se endureci¨® en los ¨²ltimos estertores", explica Mars¨¦, "hubo un breve sarampi¨®n liberal y democr¨¢tico", lo define Herralde-. En aquella ¨¦poca, el historiador Ricardo de la Cierva era el m¨¢ximo responsable. "Mi padre fue quien elimin¨® la censura", explica su hijo por tel¨¦fono, tras excusar que no se ponga porque est¨¢ de viaje. Y pese a que eso no fue del todo as¨ª, s¨ª se detecta en una de las cartas que mand¨® a la editorial Ariel una cierta intenci¨®n de abrir las miras:
"Tengo la impresi¨®n de que si yo hubiera estado ah¨ª cuando los Goytisolo empezaron a escribir, las cosas hubieran ido algo mejor para todos. Desde luego que el recuento de Luis y las se?as de identidad de Juan Goytisolo no me parecen viables hoy por hoy. [...] ?No podr¨ªamos ir pensando en preparar una antolog¨ªa extensa de cada uno de ellos, en espera de que vaya madurando nuestro proceso de apertura? No se trata de echar balones fuera, sino de sopesar bien todas las posibilidades para que este delicado proceso no se nos venga abajo". Pero el citado proceso s¨®lo existi¨®, y de golpe, cuando el dictador muri¨® en su cama un a?o y ocho meses despu¨¦s.
"Entre el 63 y el 75 todo lo que escrib¨ª fue prohibido. Me acusaban de ser el aduanero que imped¨ªa que se publicase buena literatura en Par¨ªs. Porque todo lo que sal¨ªa ah¨ª era antifranquista", recuerda Juan Goytisolo desde la capital francesa. Y as¨ª es como realmente se les hab¨ªa retratado a ¨¦l y a su hermano por Fiestas, una de sus obras: "No se explica uno c¨®mo estos autores, esos dos hermanos, tienen tanta aceptaci¨®n en el extranjero", rezaba la primera parte del informe.
Luego, a modo de pitoniso aficionado, ofrec¨ªa a sus superiores una modernizada versi¨®n de censura: "Con la apertura de criterios en los casos de estos mozalbetes se consigue un bien mayor al mal que se pueda evitar censur¨¢ndolos. Hay que desenmascararlos ante el extrangero (de nuevo con g). No hacerles el juego. No darles pies a hero¨ªsmos y martirios. Olvidarlos, que se pudrir¨¢n solos. No tiene consistencia literaria. Conden¨¦mosles a la libertad, libertad vigilada. Es la sanci¨®n mayor que se les puede dar". Pero la bendita condena no lleg¨® tan r¨¢pido.
"Condenados a la libertad vigilada"
- El libro Fiestas, de Juan Goytisolo, fue sometido a grandes tachaduras. Pero lo m¨¢s interesante del informe est¨¢ al final, cuando el censor considera que es mejor que se publique porque Juan y su hermano Luis son malos escritores. "Hay que desenmascararlos en el extrangero (con g). No darles pie a hero¨ªsmos y martirios. Olvidarlos, que se pudrir¨¢n solos. No tiene consistencia literaria. Conden¨¦mosles a la libertad, libertad vigilada".
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