"?Que si pueden votar los inmigrantes en situaci¨®n regular? No, para nada"
Su nombre de batalla es Senat¨²r, es decir, senador en dialecto lombardo. Umberto Bossi (Varese, 1941), camisa verde, voz ronca y ret¨®rica crispada, fund¨® el movimiento de la Liga Norte a finales de los a?os ochenta, en una ¨¦poca atormentada de la siempre ca¨®tica pol¨ªtica transalpina. En aquellos tiempos, el partido comunista se interrogaba sobre c¨®mo cambiar tras la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, el democristiano y el socialista quedaban barridos por la corrupci¨®n sacada a la luz por la investigaci¨®n de Manos Limpias, mientras un empresario popular por sus cadenas televisivas, llamado Silvio Berlusconi, bajaba a la arena pol¨ªtica. La Liga Norte ped¨ªa la independencia de la Padania, la llanura del r¨ªo Po, una regi¨®n que nunca en la historia italiana fue independiente, ni tiene unidad de dialecto, y que hoy comprende las cuatro regiones m¨¢s ricas de Italia: Piamonte, Lombard¨ªa, V¨¦neto y Emilia-Roma?a. A pesar de su matriz independentista, Bossi ha estado apoyando a los tres ejecutivos del Berlusconi y en la actualidad es ministro para las Reformas. Tras las recientes elecciones regionales (28 y 29 de marzo), la b¨¢scula que mide los equilibrios internos en la coalici¨®n de gobierno ha oscilado a¨²n m¨¢s a la derecha. La Liga ha duplicado sus votos respecto a las regionales de 2005, pasando del 3,9% al 12,3%. El aliado de Berlusconi muestra ahora su m¨²sculo pol¨ªtico pidiendo acelerar el ritmo de una reforma del federalismo fiscal, que permitir¨ªa a las regiones aumentar su poder para administrar los impuestos. Detr¨¢s de su gran escritorio de contrachapado, rodeado de cuadros, placas y cartas enmarcadas que le felicitan cumplea?os y fiestas, Umberto Bossi, en camisa verde guisante, se sirve coca-cola light y enciende un purito tras otro mientras habla con este peri¨®dico.
"Italia tiene a los del norte como esclavos, d¨¢ndoles todo el dinero. La gente del norte est¨¢ cansada"
"Vemos la Padania como una naci¨®n, con su autonom¨ªa". ?Y a Italia? "Una naci¨®n tambi¨¦n"
"Hablan mal de la Liga Norte todo el rato y yo me forro a votos"
"Los cambios revolucionarios pasan a trav¨¦s de la obra de algunos hombres normales"
Pregunta. Su partido empez¨® gritando en contra de los privilegios de lo que llamaba "Roma ladrona", de la clase pol¨ªtica centralista y de las instituciones del Estado. Pero usted ha sido dos veces ministro del Gobierno italiano. ?No le parece una contradicci¨®n?
Respuesta. No, porque estamos en el Gobierno de la Rep¨²blica para obtener el federalismo. Sin la alianza con Silvio Berlusconi hubiera sido imposible obtenerlo.
P. El federalismo significa mayor autonom¨ªa para las regiones, empezando por la cuesti¨®n fiscal. Pero el lema de su movimiento habla de lograr la independencia para el norte de Italia. Si tuviese al respaldo suficiente, ?c¨®mo se imagina la Padania?
R. Como una naci¨®n. Que puede estar en cualquier sitio, pero siempre con su autonom¨ªa.
P. Y entonces, ?Italia...?
R. Una naci¨®n tambi¨¦n, con su autonom¨ªa.
P. Pero sin el norte.
R. Nos tienen como esclavos, d¨¢ndoles todo el dinero.
P. ?Y para llegar a eso hay que estar 15 a?os apoyando al Gobierno central?
R. Para conseguir el federalismo, la Liga no se basta a s¨ª misma. Lo que sirve para alcanzar ese objetivo es la alianza y los votos de Berlusconi.
P. Y cuando lo tenga, ?dejar¨¢ usted el Gobierno italiano?
R. S¨ª. Puede ser. El federalismo marca un hito. Pero no vamos a olvidar a quien lo hizo posible.
P. Y a cambio, ?qu¨¦ pide Berlusconi? ?Que el presidente de la Rep¨²blica sea elegido directamente por el pueblo y, por tanto, tenga m¨¢s poder?
R. El presidencialismo es una reforma deseada por la Liga. Berlusconi no ha insistido en eso. Pero, claro, si se aprueba no va a descartarlo.
P. ?Y qu¨¦ le importa a usted c¨®mo se elija al presidente de la Rep¨²blica Italiana, si usted est¨¢ pensando en la Padania?
R. Es que al presidente de la Rep¨²blica se le elige ahora, con mil l¨ªos, en el Parlamento. Si Berlusconi quiere ser presidente, ¨¦l sabe bien que a trav¨¦s del Parlamento no lo va a conseguir.
P. ?Usted cree que ¨¦l quiere?
R. S¨ª.
P. Gianfranco Fini (cofundador del Partido de la Libertad con Berlusconi y actual presidente del Congreso) dice que avalar¨¢ un sistema presidencialista s¨®lo con una nueva ley electoral en la que el presidente fuera elegido a doble vuelta, como en Francia.
R. Ya tenemos una ley. No queremos hacer otra.
P. Otra reforma que toca a Berlusconi de cerca es la de la justicia. Usted, que siempre ha sido tan justicialista, ?est¨¢ de acuerdo en que se proh¨ªban las escuchas telef¨®nicas?
R. Si le preguntas a la gente: ?est¨¢s de acuerdo en que intercepten tus conversaciones telef¨®nicas? Te dicen que no.
P. Y si le preguntas: ?quieres que se castigue a quien comete un delito?
R. Hay que interceptar las conversaciones de los mafiosos.
P. ?A ellos s¨ª y a Berlusconi no?
R. Quiero decir que hay que usar las escuchas s¨®lo para sospechosos de delitos graves. No, por ejemplo, que te escuchen por tener una amante.
P. A prop¨®sito...
R. No quiero hablar de ello.
P. Hablemos entonces de las escuchas en las que Berlusconi ped¨ªa la suspensi¨®n de una tertulia pol¨ªtica emitida en la televisi¨®n p¨²blica.
R. En esas transmisiones hay una falsificaci¨®n continua y total de la realidad.
P. ?Le parece propio de una democracia liberal occidental que el primer ministro, que de paso es due?o de tres cadenas privadas y controla las p¨²blicas, presione directamente para cerrar una tertulia? ?Y que luego se proh¨ªba el debate pol¨ªtico durante la campa?a electoral?
R. La televisi¨®n p¨²blica se paga con el dinero de los ciudadanos. Por eso deber¨ªa cuidar especialmente las reglas del respeto a todas las fuerzas pol¨ªticas. Si la RAI hace publicidad de la izquierda est¨¢ claro que, del otro lado, hay reacciones. Berlusconi tiene que intentar enderezar la situaci¨®n. De todos modos, a m¨ª no me preocupan. Hablan mal de la Liga todo el rato y yo me forro a votos.
P. Generalmente, en Europa se ve a su formaci¨®n pol¨ªtica como un partido populista que aviva irresponsablemente los vientos de los peores instintos xen¨®fobos de la ciudadan¨ªa.
R. Hay dos maneras de verlo. Yo digo que no avivo los miedos de la gente. Me hago cargo de ellos y propongo soluciones.
P. ?Por ejemplo?
R. La gente quiere mantener sus puestos de trabajo. La izquierda dice que acojamos a todos los inmigrantes, pero ahora no tenemos trabajo para ellos. No es un discurso xen¨®fobo, de superioridad de una raza sobre otra. El problema es que no hay trabajo suficiente para todos. Es cuesti¨®n de no crear situaciones que generan criminalidad. Es f¨¢cil que quien no tiene empleo, ni dinero, ni comida, se transforme en delincuente.
P. Entonces, los inmigrantes que est¨¢n en situaci¨®n regular porque tienen trabajo, ?podr¨ªan votar?
R. No, no, para nada. Votan los nuestros. Y que voten a la Liga.
P. ?Estas son las propuestas con las que usted ha pasado del 4% al 12% de votos en cinco a?os?
R. No, nuestra fuerza es la Padania. La gente del norte est¨¢ cansada de una Italia que trapichea, despilfarra y cuesta mucho, una Italia que ya no siente como su naci¨®n. El norte quiere ser due?o de su propia casa y que su casa obtenga reconocimiento.
P. Pero la reforma que est¨¢ llevando a cabo en Roma no habla de independencia, sino de una mayor autonom¨ªa fiscal. ?El norte se va a conformar con eso?
R. S¨ª, si soy yo el que le llevo la reforma. Los cambios revolucionarios pasan a trav¨¦s de la obra de algunos hombres normales. En este caso, de m¨ª y de los dirigentes que he tenido la inteligencia de formar.
P. ?Quiere decir que otros partidos est¨¢n demasiado volcados en su ¨²nico l¨ªder, como el PDL de Berlusconi, o en la falta de un l¨ªder, como el Partido Democr¨¢tico?
R. Los otros partidos no tienen una clase dirigente, por eso son d¨¦biles. Se canibalizan desde el interior.
P. ?Y por eso los electores de centro-derecha, entre el PDL de Berlusconi y la Liga de Bossi, prefieren a su partido?
R. Nosotros ya no representamos al voto de protesta hacia otros partidos. El que vota a la Liga no es el decepcionado del PDL. Nuestra gente quiere el cambio de verdad, la autonom¨ªa. Tanto en el norte como en las regiones rojas.
P. ?Y qu¨¦ m¨¦todo se va a seguir para hacer las reformas?
R. El m¨¦todo natural. El ministro soy yo. Las reformas las hago yo.
P. ?Se lo dijo a Berlusconi?
R. S¨ª, Berlusconi lo sabe y me dijo que le parec¨ªa justo. ?l me hizo ministro de las Reformas para que las hiciera.
P. Berlusconi acaba de decir que va a ser ¨¦l el que dirija esta fase, no la Liga.
R. Me garantiz¨® que las hago yo, con Calderoli (ministro de la Simplificaci¨®n, tambi¨¦n de la Liga). Somos una pareja bien entrenada. Luego hablamos con Berlusconi y con Giulio Tremonti (ministro de Econom¨ªa). Y despu¨¦s llevamos las reformas al Consejo de Ministros.
P. ?Y el Parlamento?
R. Al final. Si algo no gusta, luego se puede modificar.
P. Napolitano, el jefe del Estado, pide grandes consensos para cambiar la Constituci¨®n. ?No va a negociar con el Partido Democr¨¢tico, por ejemplo?
R. S¨ª, negociar¨¦. Pero despu¨¦s de contar con la aprobaci¨®n del Consejo de Ministros.
P. ?Y Fini? ?l tambi¨¦n se ha manifestado preocupado respecto a que su movimiento sea el motor de las reformas constitucionales.
R. Tenemos un mont¨®n de votos. Sin nosotros, ellos son d¨¦biles. Fini sabe hacer las cuentas y, por tanto, sabe que necesita a la Liga. Sabe que fuera de la coalici¨®n de gobierno no tiene ning¨²n sitio. Al menos, no tan importante.
P. Otro problema es encontrar el dinero necesario para hacer las reformas.
R. El federalismo no cuesta. Al principio sirve para ahorrar.
P. Parece que Tremonti no est¨¢ completamente de acuerdo con eso.
R. Si el federalismo funciona, el Sur aprender¨¢ por fin a no despilfarrar el dinero. Basta con gobernar bien. ?Por qu¨¦ una venda en Mil¨¢n cuesta 50 c¨¦ntimos, y 10 veces m¨¢s en el sur? Alguien se queda con la diferencia. Ya le digo, para ellos es una oportunidad.
P. ?Cu¨¢ndo prev¨¦ que est¨¦n listos los decretos para poner en marcha el federalismo?
R. En diciembre, cuando est¨¦ lista la Ley de Presupuestos. Para que los ayuntamientos del norte tengan lo que merecen. Se han cansado de esperar.
P. De los ¨²ltimos nueve a?os, la Liga lleva siete en el Gobierno sin darle m¨¢s autonom¨ªa a las regiones. ?Por qu¨¦ se muestra tan seguro de que esta vez ser¨¢ diferente?
R. Cosechamos un mont¨®n de votos. Y seguimos subiendo.
P. ?Y si el federalismo no se aprueba antes de diciembre?
R. Veo que la gente de la Liga est¨¢ nerviosa. Se sube por las paredes. Yo tambi¨¦n me voy a cansar de permanecer tranquilo.
Racismo y autonomismo con fuerte auge de votos
La fidelidad que Bossi demuestra a Berlusconi tiene un precio: pol¨ªtica de seguridad m¨¢s intransigente y defensa de un federalismo que favorezca al norte de Italia. La cuesti¨®n es si Il Cavaliere est¨¢ dispuesto a pagarlo. La coyuntura es delicada para la mayor¨ªa encabezada por ¨¦l. Mientras la Liga ha duplicado sus votos en las recientes elecciones regionales, pasando del 6% de 2005 al 12,3% en las de 2010, el Partido de la Libertad, fuertemente identificado con su l¨ªder (Berlusconi) ha perdido apoyo en relaci¨®n con el que Forza Italia (Berlusconi) y Alleanza Nazionale (Fini) ten¨ªan en 2005, pasando del 32% al 29,3% en las 13 regiones en las que se votaba. En opini¨®n de Sofia Ventura, editorialista del Corriere della Sera y miembro de una fundaci¨®n pr¨®xima a Fini, a Il Cavaliere le conviene apostar por la estabilidad del Gobierno, m¨¢s que por reforzar su propio partido. Y la ¨²nica garant¨ªa para ello es tratar bien a Bossi.
Actualmente, la Liga Norte es lo m¨¢s parecido en Italia a un partido pol¨ªtico de corte cl¨¢sico. Seg¨²n Carlo Galli, catedr¨¢tico de Historia de las Doctrinas Pol¨ªticas de la Universidad de Polonia, el movimiento dirigido por Bossi tiene una fuerte presencia en el territorio, con secciones, sedes, pol¨ªticos muy volcados entre la gente, m¨ªtines en mercados y ferias de barrio. Adem¨¢s de ese mezclarse constantemente con la gente, empiezan a entrar en los bancos del norte de Italia. Eso era lo que hac¨ªa la otrora importante Democracia Cristiana. Es el cl¨¢sico partido que parece la cara cercana del Estado, mientras controla los nudos del poder econ¨®mico y pol¨ªtico. Sin embargo, hay una gran y preocupante diferencia entre la Liga Norte y aquella Democracia Cristiana: mientras los partidos del pasado velaban por los valores democr¨¢ticos de solidaridad y unidad nacional, la Liga enarbola la xenofobia. Y tambi¨¦n es la Liga la que propugna la reforma de la Constituci¨®n italiana.
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