Marco Rubio, el Obama republicano
El joven candidato al Senado de EE UU impulsa la revoluci¨®n republicana
La audiencia de su gira en autob¨²s no ha sido muy numerosa pero la pasi¨®n que desata es considerable. Es dif¨ªcil saber a¨²n la verdadera val¨ªa y la suerte final de Marco Rubio. ?l mismo se confiesa sorprendido de su ¨¦xito y reconoce que no sabe c¨®mo acabar¨¢ todo esto, pero lo cierto es que, de momento, es la estrella emergente del Partido Republicano, quiz¨¢ de la pol¨ªtica norteamericana, el rostro en el que se reconoce toda una nueva generaci¨®n conservadora de EE UU.
Su recorrido durante unos d¨ªas de esta semana por el Estado de Florida, donde compite por un esca?o del Senado, ha sido la carta de presentaci¨®n de su candidatura y la primera oportunidad de exponerse masivamente a los ojos del p¨²blico. Como pol¨ªtico es todav¨ªa un desconocido; como s¨ªmbolo, algunos lo comparan ya con Barack Obama.
De origen cubano y humilde, tiene carisma y huye del lenguaje extremista
Rubio defiende la libre empresa, la libertad individual y un Estado m¨ªnimo
"Yo no s¨¦ si tiene cualidades para ser senador; lo que s¨ª s¨¦ es que es un muchacho honrado y de s¨®lidos principios, m¨¢s de lo que puede decirse de la mayor¨ªa de los pol¨ªticos", afirma un ciudadano de Coral Gables, donde Rubio tiene la sede de su campa?a.
Es posible que todo sea un fen¨®meno coyuntural y pasajero. Tal vez Rubio no hubiera llegado hasta aqu¨ª sin la energ¨ªa que le ha transferido el movimiento ultraconservador Tea Party, que le ha dado abiertamente su apoyo. Quiz¨¢ su s¨²bito ascenso no es m¨¢s que la prueba de la ansiedad del Partido Republicano por encontrar una figura con el carisma suficiente como para competir con el actual presidente. Pero lo cierto es que algunos se toman a Rubio muy en serio.
The New York Times public¨® en enero un reportaje en portada sobre ¨¦l con el t¨ªtulo "?El primer senador del Tea Party?". Durante su gira de esta semana, ampliamente cubierta por la cadena Fox, uno de los periodistas m¨¢s cotizados de esa cadena, Sean Hannity, lo present¨® en los siguientes t¨¦rminos: "Es un hombre que ha permanecido fiel a sus principios conservadores y, lo crean o no, su nombre est¨¢ siendo mencionado como presidente en 2012".
Sarah Palin le ha manifestado en p¨²blico su amor. Rudy Giuliani, el ex alcalde de Nueva York, le ha transmitido su apoyo en la carrera hacia el Senado. Estaba anunciado que anoche mismo el principal candidato republicano a la presidencia, Mitt Romney, le expresara oficialmente su respaldo. La voz m¨¢s feroz y conservadora del Capitolio, el senador Jim DeMint, lo ha puesto como ejemplo de la gloria que espera al Partido Republicano si sus candidatos no especulan con sus valores conservadores. Mike Huckabee lo ha descrito as¨ª: "Es nuestro Barack Obama pero con sustancia".
Rubio es un hombre tranquilo y t¨ªmido que dice no prestar muchos o¨ªdos a los cantos de sirena, que evita a los periodistas y que se limita a manifestar un gran orgullo por su pa¨ªs. "Mi abuelo sab¨ªa cu¨¢ntas cosas le estaban vetadas por haber nacido donde naci¨®, pero ¨¦l quer¨ªa que yo supiera que yo no ten¨ªa esos l¨ªmites, que por haber nacido donde yo nac¨ª nada me estaba prohibido", dijo en febrero al intervenir como principal invitado en la Conferencia de Acci¨®n Pol¨ªtica Conservadora, en Washington.
Su familia es la narrativa principal de su campa?a. Esta gira en autob¨²s tuvo que ser reducida porque Rubio se vio obligado a regresar a casa al conocer el agravamiento de la salud de su padre, enfermo de c¨¢ncer de pulm¨®n. "Mis padres nunca han sido ricos", dijo en su discurso en Orlando, "pero me ense?aron a creer en mis sue?os".
Los abuelos y los padres de Rubio nacieron en Cuba; ¨¦l, en Miami. No es el pijo heredero de la fortuna de un gusano, como han dicho algunos, caricaturizando su imagen de chico aplicado. Su padre fue un camarero y su madre limpiaba hoteles en Las Vegas. Fue a la Universidad de Florida gracias a una beca deportiva y acab¨® doctor¨¢ndose en derecho.
Su biograf¨ªa es tan americana como la de Obama, pero por la otra cara. Fue educado muy profundamente en la fe cat¨®lica y en el agradecimiento al pa¨ªs que dio cobijo a su familia. Se cas¨® con una cheerleader de los Miami Dolphins, el equipo de f¨²tbol americano de su ciudad y, de la mano de uno de los personajes m¨¢s influyentes de la comunidad cubana, la congresista Ileana Ros, se convirti¨® pronto en presidente de la C¨¢mara de Representantes de Florida.
Ahora, cuando todav¨ªa no ha cumplido los 39 a?os, quiere devolverle a Estados Unidos el favor y est¨¢ dispuesto a defender esta sociedad de lo que entiende como un ataque mortal de parte de Obama. Sin embargo, no suele mencionar al presidente en sus m¨ªtines, no recurre al lenguaje extremista que se le escucha a Palin y a otros pol¨ªticos conservadores.
Su radicalismo -ese que intuyen y aplauden sus seguidores- se limita a prometer la defensa, por todos los medios disponibles, de los tres principios que forman su ideolog¨ªa: libre empresa, libertad individual y la reducci¨®n al m¨ªnimo indispensable del aparato del Estado. "Quiero ir a Washington para plantarme ante el proyecto de Obama y ofrecer una alternativa", repite en sus m¨ªtines.
Cu¨¢l es en realidad esa alternativa no est¨¢ a¨²n claro. Los elogios a Rubio son todav¨ªa, en gran medida, una forma de atacar al que ser¨¢ su rival republicano en las primarias de agosto, el actual gobernador de Florida, Charlie Christ. Christ pertenece a otra ¨¦poca del republicanismo, aquella en la que no mandaba el Tea Party y en la que se valoraba a los pol¨ªticos moderados y centristas. Hoy es atacado salvajemente desde los principales foros conservadores, que quieren hacer de su derrota un ejemplo para todos los republicanos templados.
Christ, uno de los gobernadores m¨¢s populares, hundi¨® su carrera cuando, a los pocos meses de que Obama llegara a la Casa Blanca, abraz¨® al presidente en un acto p¨²blico. En aquel momento, Rubio era conocido entre un c¨ªrculo muy reducido de Miami; hoy va por delante en las encuestas por m¨¢s de 30 puntos.
Su victoria ser¨ªa revolucionaria en muchos aspectos. No s¨®lo porque no pertenece al establishment republicano ni al establishment pol¨ªtico general, sino porque una estrella latina, a¨²n siendo cubana -un grupo con diferentes opciones y preocupaciones a mexicanos o puertorrique?os-, puede generar cierto oleaje electoral en el futuro.
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