M¨¢s sobre el euro del futuro
Hace varias semanas, tras la reuni¨®n de los l¨ªderes europeos en febrero, en la que se anunci¨® el primer boceto del programa de rescate de Grecia, discut¨ªamos en esta columna el euro del futuro. En las ¨²ltimas semanas, este euro del futuro se ha definido de manera m¨¢s precisa, pero las consecuencias de esta definici¨®n est¨¢n poco claras. Por un lado se ha (aparentemente) consolidado el sentimiento de solidaridad europea -todos para uno, uno para todos- al especificar los detalles del programa de rescate de Grecia. Por otro, est¨¢ claro que es una soluci¨®n transitoria que no se puede repetir y que crea un vac¨ªo respecto al futuro. En cierta manera refleja una respuesta similar a la de las autoridades europeas durante la crisis financiera en 2008-2009: debido a la ausencia de un sistema de supervisi¨®n y de gesti¨®n de crisis financieras a nivel europeo, la parte europea de la respuesta global a la crisis bancaria fue siempre una soluci¨®n improvisada organizada r¨¢pidamente por la presidencia de turno. Funcion¨® mejor de lo que se esperaba, pero la improvisaci¨®n dejo una sensaci¨®n de vulnerabilidad significativa y no deber¨ªa infravalorarse el componente de suerte y fortuna del ¨¦xito final.
La estructura de la pol¨ªtica fiscal en Europa es simplemente incompleta. La cl¨¢usula de "no rescate" (no bailout) de los tratados es incompatible con el concepto pol¨ªtico de que ning¨²n pa¨ªs del euro puede suspender pagos. Como en el caso del sistema bancario, hace falta un mecanismo de prestamista de ¨²ltima instancia que sirva tanto para proveer liquidez en una situaci¨®n problem¨¢tica transitoria como para gestionar de manera ordenada un problema de solvencia. S¨®lo as¨ª se puede completar el marco de pol¨ªtica fiscal europea, de la misma manera que en el ¨¢mbito de las instituciones financieras se est¨¢ discutiendo la creaci¨®n de un marco de resoluci¨®n de entidades sist¨¦micas. El paralelismo es evidente.
Los l¨ªderes europeos han entendido este problema y, tras la cumbre de marzo, encargaron al presidente Van Rompuy que prepare un grupo de trabajo que presente propuestas antes de final de a?o. La creaci¨®n de un sistema permanente de gesti¨®n de las crisis fiscales, que sirva para reforzar el brazo preventivo del pacto de estabilidad, ser¨ªa un paso muy importante para la consolidaci¨®n de la uni¨®n econ¨®mica de la zona euro. Como se encarg¨® de recordar el presidente del BCE en su ¨²ltima rueda de prensa, la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria se ha desarrollado mucho en su parte monetaria, pero poco en la econ¨®mica. El desequilibrio actual, con una pol¨ªtica monetaria com¨²n y un sistema financiero integrado, pero una pol¨ªtica fiscal descentralizada e incompleta, es simplemente insostenible.
Pero esto es algo para el futuro. El presente se centra en la resoluci¨®n del problema griego de medio plazo, altamente complejo. El BCE ha contribuido de manera notable con la revisi¨®n de su sistema de colateral para as¨ª garantizar la liquidez de los activos griegos. Pero el problema de la sostenibilidad de la deuda p¨²blica sigue presente, a pesar del paquete de rescate, aunque no es imposible de resolver. El precedente de Letonia es ilustrativo. Contra la opini¨®n de la mayor¨ªa de los analistas, Letonia ha mantenido el sistema de tipo de cambio fijo y est¨¢ poniendo en pr¨¢ctica un paquete de ajuste fiscal que est¨¢ funcionando mejor de lo esperado -eso s¨ª, a cambio de una tremenda recesi¨®n con una ca¨ªda del PIB real de un 13% en dos a?os-. El secreto ha sido un f¨¦rreo deseo pol¨ªtico de acometer las reformas necesarias, con un claro apoyo social. La gran duda en la mente de muchos analistas es si Grecia ser¨¢ capaz de alcanzar un acuerdo social y pol¨ªtico de similar magnitud, que incorpore a la oposici¨®n y a los agentes sociales, para adoptar no s¨®lo las medidas anunciadas para 2010, sino las adicionales que ser¨¢n necesarias en 2011-2012. Grecia es uno de los pa¨ªses m¨¢s ineficientes del mundo desarrollado, con enormes rigideces y alt¨ªsimos costes de transporte y de transacci¨®n en los mercados de bienes y servicios y de gesti¨®n de la actividad tanto empresarial como p¨²blica. Un plan agresivo de reforma estructural que reduzca estos costes de manera decisiva podr¨ªa generar mejoras en la productividad y en la competitividad de la econom¨ªa griega que proporcionen apoyo al necesario recorte fiscal. Pero esto requerir¨¢ acabar con muchos derechos adquiridos en el entramado econ¨®mico, algo que sabemos requiere mucho coraje pol¨ªtico.
Europa tiene un problema con Grecia, pero no s¨®lo con Grecia. Varios pa¨ªses europeos, y no s¨®lo de la periferia, presentan un panorama fiscal altamente inestable. El precedente de Grecia ha aumentado la sensibilidad de los mercados hacia la situaci¨®n fiscal de estos pa¨ªses, y si estos no adoptan lo antes posible las medidas necesarias para estabilizar la deuda y aumentar el crecimiento, el riesgo de contagio a nivel europeo aumenta de manera exponencial. Las autoridades espa?olas deben tomar muy buena nota y dejar de perder tiempo con actuaciones secundarias que evitan la resoluci¨®n de los problemas fundamentales. La estabilidad de la zona euro depende de las acciones tanto de Grecia como de los otros pa¨ªses europeos con problemas -la responsabilidad es com¨²n, pero no s¨®lo en la contribuci¨®n monetaria al rescate, sino en la aceleraci¨®n de las reformas que estabilicen el panorama econ¨®mico.
El euro del futuro depender¨¢ de la capacidad y de la ambici¨®n de nuestros l¨ªderes actuales. Es tedioso repetirlo, pero es necesario porque hay mucho en juego y algunos no parecen tom¨¢rselo en serio. Ser¨¢ una moneda de reserva a la altura del d¨®lar o el recuerdo de lo que pudo ser y no fue. La terrible gesti¨®n hasta la fecha de la crisis griega y la timidez de las reformas en el resto de los pa¨ªses est¨¢n creando muchas dudas. Muchos de los mercados emergentes tienen unos fundamentos macroecon¨®micos mucho mejores que los de los pa¨ªses desarrollados. En alg¨²n momento los inversores se olvidar¨¢n de la distinci¨®n entre desarrollados y emergentes, con consecuencias imprevisibles.
?ngel Ubide es investigador visitante del Peterson Institute for International Economics en Washington.
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