Las cosas de Roma

He le¨ªdo diversos comentarios sobre una afirmaci¨®n del cardenal Bertone que, al parecer, pone en relaci¨®n la pedofilia o paidofilia con la homosexualidad; de todas partes han llovido y tronado sobre Roma las m¨¢s airadas protestas, especialmente de los que se dan por ofendidos. Pero nadie, que yo sepa, ha se?alado que la tergiversaci¨®n del cardenal, ya sea debida a elemental necedad, a picard¨ªa para enredar o a estrategia eclesi¨¢stica defensiva, se aprovecha en principio del significado tradicional de la palabra "pederasta" en italiano, que quiere decir "homosexual masculino". La presencia de la palabra griega paid¨®s en el compuesto se justifica porque el amado del "pederasta" suele ser preferentemente un muchacho joven, tal vez imberbe, pero ya sexualmente florecido, como en el amor homosexual de los helenos. He dicho "preferentemente", pero a diferencia de los griegos, no, en modo alguno, exclusivamente, tal como es manifiesto hoy en d¨ªa.

Pero, aparte de esta tontiastuta y frustrada picard¨ªa cardenalicia, lo que convendr¨ªa preguntarles a quienes han elevado a sacrosanta la libertad de ense?anza en el sentido de la absoluta libertad de los padres para elegir la clase de educaci¨®n que quieren que reciban sus hijos y decidir el colegio al que desean mandar a sus ni?os o ni?as, ?qu¨¦ contestar¨¢n a los padres que, habiendo ejercido esa libertad que la propia Iglesia les ha proclamado como sacrosanta, llegasen a enterarse de que han ca¨ªdo en manos de un cl¨¦rigo paid¨®filo?

O, visto lo que nos ha contado el otro d¨ªa Paolo Flores d'Arcais, a esos mismos padres ?ser¨¢ obligatorio ocultarles que la elecci¨®n de mandar a los hijos a un colegio cat¨®lico no parece haber sido bendecida por Dios Nuestro Se?or.