Circo y artesan¨ªa
El Sal¨®n de Mil¨¢n, entre el dise?o de pasarela y la dif¨ªcil evoluci¨®n del confort
En Mil¨¢n ya no est¨¢ de moda la gastronom¨ªa misteriosa. Los platos dise?ados como lienzos de Mark Rothko han pasado a la historia. Lo ¨²ltimo es mirarle a los ojos a los besugos que los restaurantes muestran frescos sobre camas de hielo. La idea del mercado como el lugar donde se encuentran los alimentos frescos puede parecer antigua, pero est¨¢ revolucionando el interiorismo. Y el dise?o: la naturalidad ha impuesto su verdad c¨®moda. No se discute si el emperador iba vestido o desnudo la ¨²ltima d¨¦cada, pero de la misma manera que los restaurantes recuperan los sabores al margen de burbujas y reducciones, los muebles rescatan el tacto de maderas y telas. Ya no importa tanto proteger los brazos de un sill¨®n (tapiz¨¢ndolos o barniz¨¢ndolos) como sentir las vetas del roble bajo la palma de la mano.
No importa tanto proteger el sill¨®n como sentir sus vetas de roble
Aunque esa es la tendencia, no hay unanimidad. El ¨²ltimo Sal¨®n de Mil¨¢n revela notables resistencias a dejar de exprimir el circo durante algunas sesiones m¨¢s. As¨ª, aunque Giulio Capellini ha puesto a los dise?adores de Nendo a trabajar de nuevo con las orejas de Mickey Mouse en una coproducci¨®n con Walt Disney que necesita pocas explicaciones m¨¢s (taburete Mickey's Ribbon), han sido los hermanos Campana los que han dado la campanada este a?o. Los brasile?os han abandonado la est¨¦tica povera de sus reconocibles dise?os para meterse de lleno en el mundo troglodita de las cuevas y el barro. No se les pide a estos dise?adores una producci¨®n fina. Pero la credibilidad que despertaban sus butacas Favela (con pedazos de madera sobrante) o Sushi (construida como un maki, con rollos de retales) est¨¢ lejos de la Cabana de este a?o, una peluca gigante que oculta una estanter¨ªa. Produce tos s¨®lo de imaginarla cubierta de polvo cotidiano. Una l¨¢mpara Campana (de pedazos de espejo) y la mesa Cotto, de terracota partida en pedazos, completan la colecci¨®n que Edra ha presentado. El comisario de ese stand, Massimo Morozzi, ha querido rendir homenaje a los b¨¢rbaros. Y ha triunfado. Presentar como novedades prototipos que nacen sin ninguna intenci¨®n de producirse empieza a resultar b¨¢rbaro.
"Vitra nunca ha hecho circo", asegura su due?o Rolf Fehlbaum. Y es cierto. Quiz¨¢ por eso, las piezas singulares que ha elegido lanzar son m¨¢s una pregunta que una silla. La Chairless de Alejandro Aravena y la Flower, de los flamantes ganadores del Pritzker Sanaa (Sejima and Nishizawa and Associates), son dos invenciones tipol¨®gicas. La primera sustituye el asiento por una banda que recoge piernas y espalda. La segunda es un puf con tres p¨¦talos, un tr¨¦bol de tres hojas que admite muchas formas de sentarse, sirve para que la gente hable o juegue en las zonas de espera y resulta leve como un p¨¦talo. La Flower de Sejima y Nishizawa deja claro que para ser especial no hace falta ser extravagante. Otro grande del dise?o, el incontenible Philippe Starck hace ya tiempo que eligi¨® el lenguaje de las sorpresas, aunque no le faltan ideas. La empresa Kartell, que cada a?o presenta un pu?ado de novedades del franc¨¦s, ha tenido este Sal¨®n un arrebato de coherencia. Ha mostrado las piezas en pedestales y un ej¨¦rcito de guapos vestidos de negro avisa de que las sillas no se pueden tocar ni por supuesto probar, desvelando, en realidad, la naturaleza de sus productos: sillones para los ojos.
De la comodidad y del tacto se encargan otros. Y de qu¨¦ manera. Entre los esenciales, hace a?os que el dise?ador Stefan Diez trabaja sin hacer ruido. Pero observando la vida y los comportamientos. Sus dise?os entran por los ojos, pero merece la pena viajar a Mil¨¢n para probar sus butacas y para sentir c¨®mo el taburete Jean (de la alemana E15) te acomoda -con su suave inclinaci¨®n-, te indica -con un ¨²nico reposapi¨¦s- por d¨®nde debes subirte a ¨¦l y c¨®mo debes usarlo. Y te recuerda -con la sutileza del tacto del roble tratado al aceite- que un bar es un lugar muy serio, que sus muebles no s¨®lo nacen para soportar los envites de los borrachos, que frente a una barra son muchos los sentidos puestos en juego. Y que el tacto de una madera sin barnizar puede multiplicar las sensaciones.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.