Donettes
En el vestuario del gimnasio suelen hablar de f¨²tbol. Antes yo cre¨ªa que se habla de f¨²tbol como en los ascensores los ingleses hablan del clima: para no arriesgarse a decir nada potencialmente conflictivo ni personal, para no decir nada. Estaba completamente equivocado. Es la cosa en s¨ª.
El otro d¨ªa un socio vio la portada de mi peri¨®dico y me dijo: "Lo dan bien peque?ito ?eh?" Se refer¨ªa al resultado del partido Real Madrid-FC Barcelona, que se hab¨ªa jugado la v¨ªspera y al que, en efecto, el diario le hab¨ªa reservado un espacio menguado en primera plana, abajo, a la izquierda. "Lo dan peque?o-peque?ito, ?eh?", repiti¨®, con una mueca de astucia que significaba: "No me extra?a, ya que ese diario, con la sede central en Madrid, no puede sino tratar de minimizar los ¨¦xitos del Bar?a. ?Les duele la paliza que les dimos! ?Sangran por la herida!". Sin saber qu¨¦ decirle, mir¨¦ la portada: bajo grandes titulares a cinco columnas se ve¨ªa la foto del Tupolev polaco siniestrado en Smolensk, en el accidente en que pereci¨® el presidente y la mitad de las jerarqu¨ªas del Estado, dej¨¢ndolo descabezado. ?Menuda cat¨¢strofe! ?Y para colmo cuando iban a un memorial de la matanza de Katyn!
A cada uno sus obsesiones, sus intereses y su idea de la justicia
Ayer estaba yo sentado ante el ordenador, mostr¨¢ndole a un chaval de 10 a?os las fotos de la gran nube de ceniza procedente del volc¨¢n island¨¦s que ha interrumpido los vuelos en el espacio a¨¦reo europeo. En 1918 una nube de ceniza as¨ª extermin¨® el ganado vacuno de Islandia y Noruega, lo que caus¨® hambruna. El chaval guardaba un silencio reflexivo. Por fin me dijo: "Una cosa: ?sabes que en el cole los donettes cuestan 30 c¨¦ntimos m¨¢s que en el colmado?" ?De veras? "Hombre", a?adi¨®, "comprendo que cobren algo por los gastos de transporte, ?pero 30 c¨¦ntimos...!".
En un rel¨¢mpago de lucidez me acord¨¦ del idiota del gimnasio, se?alando el peri¨®dico, con mueca astuta. A cada uno sus obsesiones, pens¨¦, sus intereses, su idea de la equidad y la justicia, su particular solipsismo. Las cat¨¢strofes a¨¦reas y los volcanes chiflados islandeses que lo ponen todo patas arriba son fen¨®menos casi irreales. Acaecen all¨¢ lejos, en la periferia vaga del n¨²cleo mental donde se alojan las preocupaciones graves y las cosas ciertas, relativas a los lances del f¨²tbol, a los donettes, a...
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