Gelman y la "morri?a futura"
El poeta argentino recoge en Santiago la distinci¨®n de Escritor Galego Universal
Juan Gelman, argentino, hijo de ucranios, nacido en un barrio jud¨ªo de Buenos Aires, exiliado en Italia, Espa?a, Nicaragua, Francia, Estados Unidos y M¨¦xico, donde todav¨ªa vive, es desde ayer escritor gallego universal. "Algo que me confirma que soy argentino", brome¨® tras recibir la distinci¨®n que cada a?o, desde 2006, otorga la Asociaci¨®n de Escritores en Lingua Galega (AELG) . Tras varios d¨ªas en Galicia, en los que dict¨® conferencias -como la del lunes en A Coru?a- y ejerci¨® de invitado de honor de la Cea das Letras, a Juan Gelman (Buenos Aires, 1930) le toc¨® hablar de su concepci¨®n de la poes¨ªa y de su relaci¨®n con los que buscaron en su pa¨ªs trabajo y libertad.
Gelman no los nombr¨® a todos -"son tantos que llevar¨ªa demasiado tiempo", -, pero s¨ª tuvo un recuerdo para Seoane, Castelao o Lorenzo Varela, as¨ª como para los artesanos, obreros, campesinos e intelectuales que desde el siglo XIX fundaron centros gallegos por todo el pa¨ªs. "Todos ellos contribuyeron a la riqueza material y espiritual de Argentina", asegur¨®, antes de echar mano de la "morri?a futura" de su compatriota Roberto Arlt, que dec¨ªa comprender la nostalgia del emigrante tras visitar Galicia en los a?os 30.
"No escap¨® a su realidad, aunque le expropiaron su patria"
En su discurso record¨® a Lu¨ªs Seoane, a Castelao y a Lorenzo Varela
Gelman es el segundo latinoamericano distinguido con el premio de Escritor Galego Universal tras Elena Poniatowska, que lo recibi¨® el a?o pasado. Como la escritora y periodista mexicana, el poeta argentino, de 79 a?os, sigue escribiendo y opinando sobre un mundo que no deja de preocuparle. "Vivimos una ¨¦poca gris, en un mundo globalizado en el que lo material se impone y el poder intenta manufacturarnos y uniformarnos", asegur¨®. En ese mundo, lamenta, no hay mucho lugar para "el dif¨ªcil menester de la escritura", y menos para el verso. "La poes¨ªa es in¨²til porque no tiene valor de mercado. Tampoco Saturno lo tiene, pero la poes¨ªa est¨¢ cargada de vida", defendi¨®.
Cuando en 2007 recibi¨® el Premio Cervantes, alg¨²n periodista le hizo la pregunta de rigor Le pidi¨® que definiera la poes¨ªa. "Un ¨¢rbol sin hojas que da sombra", declar¨® entonces. La misma frase elegida para titular su discurso de agradecimiento, que pronunci¨® en el Sal¨®n Nobre del Pazo de Fonseca ante el presidente de la AELG, Ces¨¢reo S¨¢nchez Iglesias; el conselleiro de Cultura, Roberto Varela, y la vicerrectora de Cultura de la Universidade de Santiago, Elvira Fidalgo Francisco. Todos resaltaron la dimensi¨®n ¨¦tica y est¨¦tica de la obra de Gelman. "No escap¨® a la realidad de su tiempo, aun cuando le expropiaron su patria, sus lugares de amor y de infancia", record¨® S¨¢nchez Iglesias.
La vida del poeta que se hizo la pregunta que responder¨ªa Mario Benedetti, otro exiliado universal -?Y si Dios fuera una mujer? era el verso- explica tambi¨¦n la de la Argentina de las ¨²ltimas d¨¦cadas. No s¨®lo por ser el poeta vivo m¨¢s conocido de su pa¨ªs, sino tambi¨¦n por sufrir en carne propia las mismas tragedias que otros muchos de sus compatriotas. El exilio y la p¨¦rdida de sus hijos y de su nieta, que recuperar¨ªa muchos a?os despu¨¦s, hicieron mella en su car¨¢cter y en su obra, a medio camino entre el intimismo y el realismo cr¨ªtico. Ces¨¢reo S¨¢nchez Iglesias cit¨® al periodista mexicano Carlos Monsivais para explicarlo: "La existencia del horror requiere la poes¨ªa".
En realidad Juan Gelman escrib¨ªa desde mucho antes del horror, por lo menos el que le tocar¨ªa vivir en su familia. Su primera obra, Viol¨ªn y otras cuestiones (1956) naci¨® a la sombra de su militancia en el Partido Comunista y de la revista Pan duro, que no marcaba fronteras entre poes¨ªa y pol¨ªtica. El Juan Gelman joven que todav¨ªa viv¨ªa en Buenos Aires experimentaba entonces con el lenguaje de los suburbios, el mismo de la canci¨®n popular. En 1963 viv¨® la luz Got¨¢n, tango en argot lunfardo, y ya entonces llamaba a resistir (hay que aprender a resistir/ no a irse ni a quedarse/ a resistir). Gelman aprendi¨® a hacerlo: en 1976, tras el golpe que encumbr¨® a Videla al poder, dej¨® Argentina para comenzar su largo periplo como exiliado. En 1982, poco antes del fin de la dictadura, falleci¨® su madre, y Gelman escribi¨® para ella, entre Ginebra y Par¨ªs, un extenso poema de despedida. Vos / que contuviste tu muerte tanto tiempo/ ?por qu¨¦ no me esperaste un poco m¨¢s?, se preguntaba el exiliado Gelman.
Argentina reconquist¨® la democracia, pero el poeta no regres¨®. En 2007 sali¨® de la imprenta su ¨²ltima obra, Mundar, y a pesar de su longevidad no ha dejado de escribir. Habla de "obsesi¨®n" para explicar su apego a los versos, y confiesa que los poemas nunca se le acaban. "No hay palabras gastadas, la poes¨ªa es lo que no se puede nombrar", aventura. Por eso los temas que a¨²n le atormentan -la infancia, el amor, el exilio o la revoluci¨®n-lo convierten, dice, no en el Dios Poeta de Huidobro, sino "en un mendigo que persigue una magia que no se le da".
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