Una larga historia y una vida plena
Una larga historia y una vida plena. Se me hace dif¨ªcil hablar en pasado de Joan Antoni Samaranch, con quien tantas vivencias he compartido. Su trayectoria ha ido de la mano de dos obsesiones: el deporte y Barcelona; sin olvidar su paso por la pol¨ªtica y, en especial, su aportaci¨®n desde la presidencia de la Diputaci¨®n de Barcelona a la transici¨®n.
Un hombre que sali¨® del r¨¦gimen anterior y capaz de ser uno de los impulsores del cambio, no solamente deportivo, sino ciudadano, ten¨ªa que ser un hombre muy especial. Seguramente el cargo de embajador de Espa?a en la URSS y el prestigio conseguido en los pa¨ªses de su entorno fueron un buen empuje para acceder a la presidencia del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional, donde demostr¨® su experiencia, sus dotes diplom¨¢ticas y su profundo conocimiento del mundo del deporte para dar paso al olimpismo moderno.
Viajero incansable, hab¨ªa visitado pr¨¢cticamente todos los pa¨ªses del mundo y era conocido donde fuera: en Suram¨¦rica era Juan Antonio; en China, Samaranchi, y en el resto del mundo, Mr. President. Y todo este conocimiento y prestigio lo puso una y otra vez al servicio de Barcelona, de la cual fue un gran embajador. Pero a m¨ª me quedan dos im¨¢genes de Samaranch por encima de las otras: la del 17 de octubre de 1986, cuando abri¨® el sobre y con satisfacci¨®n autocontenida dijo "¨¤ la Ville de Barcelona", y la del 9 de agosto de 1992 cuando, sin contenerse, clausur¨® los Juegos Ol¨ªmpicos proclam¨¢ndolos "los mejores Juegos de la historia".
Gracias, Joan Antoni.
Pasqual Maragall era alcalde de Barcelona en 1992.
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