El ni?o que quer¨ªa dirigir el deporte
Muere a los 89 a?os Juan Antonio Samaranch, un dirigente universal, el hombre que moderniz¨® y profesionaliz¨® los Juegos - Acab¨® con los boicoteos de la guerra fr¨ªa y, como presidente del COI, propici¨® la victoria de Barcelona 92, clave para el fabuloso despegue del deporte espa?ol
?Cu¨¢ntos espa?oles han tenido una presencia mundial tan importante como ¨¦l? S¨®lo pensar en esa pregunta, sin ni siquiera intentar contestarla, da pie para empezar a valorar lo que ha sido Juan Antonio Samaranch, fallecido ayer en Barcelona a los 89 a?os tras haber ingresado el pasado domingo en un hospital con una insuficiencia cardiaca aguda. Como todo personaje, pudo tener sus luces y sus sombras, pero nadie podr¨¢ discutir su universalidad.
El presidente del olimpismo m¨¢s influyente desde su impulsor, Pierre de Coubertin, no s¨®lo salv¨® y moderniz¨® el movimiento, sino que logr¨® con su carisma, habilidad y poder astutamente administrado que su ciudad, Barcelona, ganara los Juegos de 1992, hito que cambi¨® muchas cosas, pero especialmente puso al deporte espa?ol, al fin, sin complejo entre los grandes. Incluso en 2005, en Singapur, estuvo a punto de que Madrid obtuviera los de 2012. S¨®lo un est¨²pido error de un miembro griego lo estrope¨® todo. Ya s¨®lo era presidente de honor y, realista siempre, no confiaba en su poder de convicci¨®n. Pero a¨²n mantuvo lealtades que ni ¨¦l esperaba, fruto de haber convertido el COI en el organismo m¨¢s universal. Por algo ha sido el dirigente m¨¢s querido en China, en los antiguos pa¨ªses del Este y en muchas partes.
Hizo del COI un negocio pujante y supo hincar el diente a la corrupci¨®n
Desmont¨® el trasnochado 'amateurismo', una decisi¨®n crucial
Porque Samaranch fue grande en los grandes foros, contra muchos vientos y mareas y en las distancias m¨¢s cortas. Bastantes periodistas -¨¦l tambi¨¦n lo fue- pueden atestiguarlo. Pocos dirigentes son capaces de salir de primera clase y acercarse a la econ¨®mica sin c¨¢maras ni alharacas. Sin necesitarlo absolutamente desde su posici¨®n.
Samaranch ha muerto, a pocos meses de los 90 a?os, tras una vida que habr¨ªa firmado desde muy joven. Y, como los bravos guerreros, por la ¨²ltima secuela de las heridas que le provoc¨® la batalla final, hace casi nueve a?os, en 2001, cuando se despidi¨® de la presidencia del COI en Mosc¨², donde hab¨ªa sido elegido en 1980. Por tratar de dejar todo en orden y con el barco a toda vela, 21 a?os despu¨¦s de tomar el tim¨®n varado y en la calma m¨¢s chicha tras el gran boicoteo estadounidense y occidental a los Juegos sovi¨¦ticos. A la extenuaci¨®n se uni¨® el imponderable de un fallo m¨¦dico. Desde entonces ha luchado contra la edad y el desgaste definitivo.
En su etapa, una de las m¨¢s cruciales de la historia ol¨ªmpica, debi¨® superar el siguiente boicoteo de contestaci¨®n de los pa¨ªses del Este a los Juegos de Los ?ngeles 84 y vadear los temporales hasta el final de la guerra fr¨ªa como mensajero de paz. Desde aquellas cenizas encauz¨® un olimpismo viable econ¨®micamente, con el que ahora coquetean las ciudades m¨¢s importantes, y m¨¢s democr¨¢tico y representativo de la mujer, los deportistas y los directivos en detrimento de los arist¨®cratas millonarios.
Asombroso bagaje para el ciudadano de un pa¨ªs que hace siglos dej¨® de ser muy grande, pero al que los primeros mandatarios del mundo hac¨ªan siempre un hueco en su agenda para recibirle sin esperas ni disculpas, a diferencia de tantos otros presidentes. Fue bien simple para ¨¦l, convertido en un Papa ol¨ªmpico. Lo resumi¨® en 1981: "Yo soy como el ni?o al que le preguntan '?qu¨¦ quieres ser de mayor?' y dice 'dirigir, mandar en el deporte'. Y lo he conseguido. Soy feliz".
Ya en aquellos primeros momentos confes¨® que el mundo anglosaj¨®n no perdonaba ni admit¨ªa que un espa?olito fuera el jefe. Era realmente raro, con el poco peso espec¨ªfico internacional de un pa¨ªs que sal¨ªa del franquismo para buscarse un hueco de respeto democr¨¢tico en el mundo y un protagonista procedente de aquella dictadura. El barcelon¨¦s de familia acomodada, con altos cargos pol¨ªticos en su anterior andadura, sufri¨® muchos ataques al llegar a la cumbre. Y despu¨¦s. Siempre. Como si hubiera sido el ¨²nico caso a escudri?ar de las dos Espa?as. ?Sombras? ?l supo reconvertirse a su manera.
Visto en la distancia, a Samaranch, hijo de la alta burgues¨ªa catalana, millonario textil, parece dif¨ªcil haberle pedido en cualquier tiempo militancias de izquierda. Pero, en todo caso, su vida pol¨ªtica s¨®lo fue un veh¨ªculo hacia el deporte, su gran pasi¨®n. M¨¢s que buen jugador de hockey sobre patines, fue ya un gran delegado de equipo. Su brillo iba a estar en los despachos, espa?oles y mundiales.
Samaranch sab¨ªa perfectamente cu¨¢l era su camino aunque fuera tortuoso y complejo. Y lo recorri¨® con una meticulosidad exquisita. Las altas esferas del deporte s¨®lo son un remedo de la pol¨ªtica y ¨¦l no s¨®lo hizo el trabajo, sino que parec¨ªa predestinado. Por eso contaba con orgullo c¨®mo Avery Brundage, presidente del COI entre 1952 y 1972, le predijo en una visita a Roma que ¨¦l tambi¨¦n lo ser¨ªa alg¨²n d¨ªa. Pero no adivin¨® que iba a ser precisamente el que desmontara su trasnochado amateurismo, la gran decisi¨®n que salv¨® a los Juegos.
Samaranch no s¨®lo acab¨® con la hipocres¨ªa de los deportistas funcionarios estatales, sino que abri¨® la puerta a los mejores profesionales, reconvertidos en aficionados puros durante la tregua ol¨ªmpica para vender el gran espect¨¢culo. F¨¢cil de entender ahora, pero bien complicado de llevar adelante entonces. Precisamente la participaci¨®n del Dream Team del baloncesto estadounidense en 1992 fue el espaldarazo tras la presencia de los mejores tenistas en Se¨²l 88.
Incluso regate¨® las sombras de la corrupci¨®n, siempre sabidas, pero tambi¨¦n enrevesadas para hincarles el diente hasta que se lo puso en bandeja el esc¨¢ndalo de Salt Lake City. ?S¨®lo lavado de cara? Samaranch, que debi¨® incluso torear delante del Congreso de Estados Unidos, como si el resto del mundo no fuera en absoluto corrupto, siempre coment¨®: "Todo, por un mill¨®n de d¨®lares en becas y viajes a miembros de pa¨ªses tercermundistas que lo toman como ayuda normal a su condici¨®n. Una propina para lo que hay, ha habido y habr¨¢ en el mundo financiero y el pol¨ªtico".
El olimpismo, con sus defectos, como los de la sociedad de consumo, no deja de ser en la mayor¨ªa de los casos el mal menor emocionante de los esfuerzos y sentimientos humanos m¨¢s nobles. Y Samaranch, un espa?ol, catal¨¢n, barcelon¨¦s, fue su estandarte. Un lujo. En 1993, un d¨ªa antes de que el COI no se atreviera a elegir a Pek¨ªn para los Juegos de 2000, ganados por Sidney, coment¨® mientras ve¨ªa los grandes yates del puerto desde su habitaci¨®n del hotel en Montecarlo: "No me gustan". Samaranch, rico de familia, no necesitaba aprovecharse del COI. S¨®lo quer¨ªa gestionar el deporte, lo que m¨¢s le gustaba. Por eso pas¨® casi cuatro a?os de su vida como primer embajador en Mosc¨² preparando el asalto a la presidencia. Siempre la diplomacia. Mat¨® as¨ª varios p¨¢jaros de un tiro. Se alejaba de la Espa?a en transici¨®n a la democracia y preparaba su terreno. Era mon¨¢rquico hasta la m¨¦dula. Don Juan Carlos ser¨¢ de los que m¨¢s sientan su desaparici¨®n. Pero Juan Antonio Samaranch siempre quedar¨¢ en la mejor historia de Espa?a. De la grande. De aquella de la que cualquiera dif¨ªcilmente no pueda sentirse orgulloso.
Presidentes del COI
- Demetrius Vikelas (Grecia): 1894-1896.
- Pierre de Coubertin (Francia): 1896-1925.
- Henri de Baillet-Latour (B¨¦lgica): 1925-1942.
- Johannes Sigfrid Edstr?m (Suecia): 1942-1952.
- Avery Brundage
(Estados Unidos): 1952-1972.
- Lord Killanin
(Irlanda): 1972-1980.
- Juan Antonio Samaranch (Espa?a): 1980-2001.
- Jacques Rogge (B¨¦lgica): En el cargo, desde 2001 hasta la actualidad.
Una vida intensa
- 17 de julio de 1920.
Nace en Barcelona.
- 1955-1962. Concejal
de Deportes de Barcelona.
- 1962-1967. Delegado
de Deportes en Catalu?a.
- 1966. Miembro del COI.
- 1967-1970. Delegado Nacional de Deportes.
- 1970. Miembro
del Comit¨¦ Ejecutivo del COI.
- 1973-1977. Presidente
de la Diputaci¨®n de Barcelona.
- 1977-1980. Embajador
de Espa?a en Mosc¨².
- 1980-2001. Presidente
del COI.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.