So?ar en la tierra
El deporte contempor¨¢neo y el deporte espa?ol tienen contra¨ªda una impagable deuda con Juan Antonio Samaranch. Porque ¨¦l, como ning¨²n otro, ha sabido so?ar, pensar y, en buena medida, realizar las bases conceptuales y organizativas del deporte de nuestro tiempo. Un deporte que, en mayor medida que cualquier otro fen¨®meno, responde a la dif¨ªcil armon¨ªa de lo global, del que es una perfecta expresi¨®n, y lo local. Pocos como Samaranch han entendido ese poder, mitad estrat¨¦gico mitad simb¨®lico, del deporte en el umbral del siglo XXI para el mundo globalizado y para los pueblos.
En octubre de 2008, pocos meses despu¨¦s de los Juegos de Pek¨ªn, dije, en el auditorio barcelon¨¦s de La Caixa, unas palabras sobre Samaranch que ahora, en el momento de su muerte, cobran para mi relevancia especial. Si Samaranch ha podido ver y llegar tan lejos en el horizonte deportivo es porque ha sido capaz de saber so?ar con los pies en la tierra. En ¨¦l se encarna de manera perfecta aquel ideal que Faulkner expresaba en Sartori: "El grado supremo de la sabidur¨ªa consiste en tener unos sue?os lo bastante grandes para no perderlos de vista mientras los perseguimos".
As¨ª ha sido en el caso de Samaranch durante su larga relaci¨®n con el mundo del deporte. Y de ¨¦l conviene, en este momento triste de su muerte, que lo aprendamos nosotros para encarar el futuro del deporte espa?ol: se trata de tener y mantener unos sue?os lo bastante grandes para no perderlos de vista mientras los perseguimos.
Desde esa premisa, la permanente ambici¨®n responsable, he vivido estos seis a?os de secretario de Estado para el Deporte mi relaci¨®n y mi amistad con Juan Antonio Samaranch. Siempre aprendiendo de su generosidad conmigo. Intentando captar toda su finura intelectual, su elegancia como dirigente deportivo internacional y su cordial inteligencia. As¨ª le viv¨ª.
Si tuviera que resumir en una sola palabra el rasgo que mejor defini¨® su vida como dirigente deportivo esta ser¨ªa innovaci¨®n. Samaranch fue, antes que nada y sin ninguna duda, un innovador. Pertenec¨ªa a la estirpe de los que abren el camino, de los que pierden el miedo a explorar lo nuevo. Lo he dicho ya en otras ocasiones para explicar muchos de los ¨¦xitos actuales de nuestro deporte: la diferencia entre los conformistas y los que no se resignan es que a unos les basta preguntarse por qu¨¦ y otros, los innovadores, se preguntan por qu¨¦ no. Pongo un ejemplo: por qu¨¦ no Barcelona y Espa?a pod¨ªan albergar unos Juegos de Verano antes de que concluyera el siglo XX.
Estuvimos juntos por ¨²ltima vez en Barcelona, durante la reuni¨®n de directores generales de Deporte de la Uni¨®n Europea, hace apenas un mes. Hizo entonces un discurso, —el ¨²ltimo que pude o¨ªrle— magn¨ªfico, en catal¨¢n su mayor parte, lleno de energ¨ªa y vitalidad. Mantuvimos luego una larga conversaci¨®n durante la comida. Hablaba del futuro como si perteneciera a ¨¦l por completo y, con una sabia cautela, propon¨ªa ideas llenas de vivacidad y sensatez. Nadie de los que vieron y oyeron aquel d¨ªa a Juan Antonio Samaranch en Barcelona, su ciudad, percibieron que se le acababa la vida. Siempre recordar¨¦ intacta en la memoria aquella ¨²ltima e ¨ªntima larga conversaci¨®n con ¨¦l, repleta, como tantas otras, de consejos, buen humor y al margen por su parte de cualquier asomo de arrogancia. Volv¨ª a hablar muchas veces con ¨¦l por tel¨¦fono, la ¨²ltima para felicitarme por haber solucionado la huelga del f¨²tbol. Nunca paraba. As¨ª era Juan Antonio Samaranch: siempre preocupado y ocupado con el presente.
Saber hoy que no estar¨¢ ya en el futuro me llena de una profunda tristeza. Ahora s¨®lo puedo pensar en nuestra obligaci¨®n de saber estar en ese futuro sin ¨¦l a la altura de su obra como gran dirigente deportivo del siglo XX.
Juan Antonio Samaranch fue para m¨ª un amigo y un maestro. Del amigo conservar¨¦ siempre el recuerdo para m¨ª imborrable de su generosidad conmigo. Del maestro tendr¨¦ siempre presente sus ideas y sus consejos, ideas y consejos que procurar¨¦ que sigan sirvi¨¦ndome de gu¨ªa en el futuro.
Jaime Lissavetzky es secretario de Estado para el Deporte.
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