?Cuentistas!

Si es por cuentos, les voy a se?alar algunos que deber¨ªan prohibirse, porque no me gustar¨ªa que la gente menuda los leyera.

Hab¨ªa una vez un se?or muy poderoso y muy ordinario que llevaba muy mal sus negocios, que quebraban y que dejaban a gente en la calle. Este se?or, al que nadie le tos¨ªa -menos que nadie quienes se parec¨ªan a ¨¦l-, mandaba en un reino llamado Patronal, y se pasaba por el forro de los pantalones del chaqu¨¦ cuantas disposiciones contra su forma de llevar sus empresas emanaban de los organismos competentes. Todo esto demuestra, queridos amiguitos y amiguitas, que si tienes buenas agarraderas y de paso alg¨²n dossier sobre alguien, miel sobre hojuelas. Y puedes comer perdices el resto de tus d¨ªas en compa?¨ªa de tus queridos colegas.

Otro m¨¢s. ?rase que se era, y sigue siendo, una condesa muy mala, muy dura, muy indiferente al sufrimiento y muy vestida siempre de Barbie Mandam¨¢s. Y esta mujer, todos los d¨ªas se com¨ªa a alguien para desayunar y, cuando eructaba, todo su reino se cubr¨ªa de cenizas. La condesa ment¨ªa sin que le creciera la nariz, porque el pueblo llano, convencido como estaba de que las condesas son tan buenas como las princesas, y viceversa, la consideraba muy graciosa y muy sal¨¢. Entonces ella siempre ganaba las elecciones, con lo que se demostraba, primero, que el pueblo era manso y, segundo, que ella era dem¨®crata. Hijos e hijas, en esta vida hay que ser astutos como serpientes, y cagar Chanel por un tubo.

?Hay muchos cuentos que jam¨¢s pondr¨ªa al alcance de esos locos bajitos! ?Recuerdan aquel de un juez y un presidente de comunidad que se amaban tanto, tanto, que llegaron m¨¢s all¨¢ de la impunidad? Qu¨¦ gran moraleja. Pero dejen a los cuentos cl¨¢sicos en paz. Que las ni?as no son idiotas y los ni?os no son... ?Co?o, no sigo, que pueden prohibir Superm¨¢n!