Desastre
Los miembros del Constitucional deber¨ªan aceptar que si en cuatro a?os han sido incapaces de decidir si un texto se ajusta o no a derecho, algo raro les pasa a ellos, aunque culpen al texto. En cuatro a?os se pueden ganar dos oposiciones a juez, se pueden tener varios hijos, se puede escribir una obra maestra, se puede uno morir 200 veces. En cuatro a?os un ni?o se convierte en adolescente, un adolescente en joven, un joven en un hombre. En cuatro a?os se puede uno casar y descasar, puede aprender ingl¨¦s, hacerse experto en vinos, arruinarse, enriquecerse, reproducirse, morirse y descomponerse dentro de la tumba. Cuatro a?os dan para mucho, por favor. Estamos hablando de cuatro navidades, cuatro Semanas Santas, cuatro cursos escolares, cuatro vacaciones de verano. No quiere uno pensar que los jueces del Constitucional no trabajen, pero deber¨ªan explicar por qu¨¦ trabajan tan despacio, por qu¨¦ van a ese ritmo. A veces da la impresi¨®n de que su reino no es de este mundo.
Y no es en lo ¨²nico en lo que se parecen al Vaticano. Uno puede imaginarse a muchos de sus miembros ejerciendo de Papa y al Papa ejerciendo de juez del Constitucional. Hablan igual, argumentan igual, se relacionan con los pobres mortales igual y seguramente tienen las mismas inclinaciones pol¨ªticas. Sin saber nada de leyes, piensa uno que el Constitucional deber¨ªa funcionar como un individuo. A m¨ª me dan a juzgar el Estatut (Dios no lo permita) y me gusta o no me gusta, o me gusta y no me gusta a la vez, lo que implicar¨ªa negociar conmigo mismo. Pero si me pagan por eso, no me levanto de la mesa hasta conseguir un pacto. El Constitucional no puede mostrarse como una instancia esquizofr¨¦nica, con dos o tres vidas incompatibles en marcha. Si no logra alcanzar acuerdos consigo mismo, que se pegue un tiro en vez de peg¨¢rnoslo a nosotros.
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