La fotograf¨ªa ya no refleja la realidad
En 2008, Joan Fontcuberta dirigi¨® un encuentro te¨®rico que titul¨® ?So?ar¨¢n los androides con c¨¢maras fotogr¨¢ficas? Bajo este provocador enunciado pretend¨ªa provocar una reflexi¨®n prospectiva acerca del futuro de la fotograf¨ªa: ?qu¨¦ vendr¨¢ despu¨¦s de la tecnolog¨ªa digital? ?C¨®mo ser¨¢ la fotograf¨ªa del futuro? En la recapitulaci¨®n que Fontcuberta realizaba al cerrar el encuentro reconoc¨ªa, en un sano ejercicio de autocr¨ªtica, que el intento de prospecci¨®n hab¨ªa fallado, y que su sensaci¨®n era "como si la confrontaci¨®n entre lo anal¨®gico y lo digital no hubiese sido todav¨ªa digerida y retuviese a¨²n, obsesivamente, la prioridad de nuestras preocupaciones. Como si no fu¨¦semos capaces, o por lo menos, como si nos doliera soltar amarras con un tipo de im¨¢genes que han sido muy importantes para forjar nuestra sensibilidad durante m¨¢s de un siglo y medio". Dos a?os despu¨¦s, con la publicaci¨®n de una recopilaci¨®n de textos agrupados bajo el t¨ªtulo de La c¨¢mara de Pandora, Joan Fontcuberta responde por su cuenta y en extenso a aquel reto. Pero no lo hace ofreciendo una salida f¨¢cil o aventurada (seg¨²n se mire) a la pregunta sobre el futuro de la fotograf¨ªa, sino ajustando cuentas con aquello que viene antes de poder pronosticar el porvenir: releyendo el pasado y desmenuzando el presente del medio fotogr¨¢fico. De hecho, en este libro, tanto como ahondar en lo que supone ya el nuevo paradigma tecnol¨®gico de la fotograf¨ªa digital, se prepara tambi¨¦n para revisar a trav¨¦s de diversos ejemplos, postulados o pr¨¢cticas, esa confrontaci¨®n a¨²n no digerida entre fotograf¨ªa anal¨®gica y digital, y los motivos de nuestro apego a una cultura fotogr¨¢fica que para ¨¦l ya deber¨ªa estar superada. Una necesaria superaci¨®n que recalca el propio subt¨ªtulo del libro, La fotograf¨ª@ despu¨¦s de la fotograf¨ªa. El emplazamiento de este conjunto de textos se sit¨²a precisamente en el umbral de la aparici¨®n de algo que a¨²n no sabemos c¨®mo nombrar, pero que atisbamos que no ser¨¢ "la fotograf¨ªa", o al menos no aquella con la que, como dice Fontcuberta, parece que a¨²n mantenemos una cuenta pendiente te?ida de nostalgia y melancol¨ªa. A falta de la aparici¨®n de un t¨¦rmino que designe el nuevo orden visual que acaba de empezar, las p¨¢ginas de este libro alertan con claridad sobre las distorsiones y r¨¦moras que genera la persistente utilizaci¨®n del viejo vocabulario ligado todav¨ªa a la fotograf¨ªa anal¨®gica. La persistencia de las palabras gu¨ªa la persistencia de las mentalidades. Pero no se trata s¨®lo de palabras, tambi¨¦n de la concepci¨®n de la historia de la fotograf¨ªa y de la propia ontolog¨ªa del medio. Fontcuberta insiste, por una parte, en que no nos han contando bien la historia de la fotograf¨ªa; pero conf¨ªa, por otra, en que con el advenimiento de las tecnolog¨ªas digitales se derribe por fin el tel¨®n, y ahora "hasta los profanos puedan percibir la 'gran mentira' de la fotograf¨ªa, o su verdadera cara, esto es, la inevitable manipulaci¨®n que opera en el proceso de toda imagen". A partir de estas advertencias y como respuesta a ellas, Fontcuberta aparece a lo largo del libro como un rastreador y recopilador de historias, de nombres olvidados o poco conocidos, de an¨¦cdotas, de coincidencias, de paradojas, de usos cotidianos, de toda una serie de elementos que en su conjunto podr¨ªan conformar los pilares de una especie de historia oculta o secreta de la fotograf¨ªa. Una historia que se sit¨²a en la orilla opuesta a la que ocupar¨ªa la certeza como andamiaje ideol¨®gico e hist¨®rico de la imagen fotogr¨¢fica. Se tratar¨ªa as¨ª de poner en evidencia la alianza y cohesi¨®n entre fotograf¨ªa y empirismo que ha sustentado la historia del medio, una alianza que impuso los valores de neutralidad descriptiva y verosimilitud y, en consecuencia, asent¨® el imperativo documental de la fotograf¨ªa. Contra este imperativo Fontcuberta acumula argumentos y aporta pruebas cuya finalidad ¨²ltima ser¨ªa cuestionar los l¨ªmites que separan lo veros¨ªmil de lo inveros¨ªmil, lo real de lo imaginario. Para ¨¦l, la fotograf¨ªa es, antes que espejo, especulaci¨®n, y s¨®lo a trav¨¦s de ¨¦sta es posible atravesar las diferentes capas que conforman la realidad. Desde esta posici¨®n, la llegada del nuevo paradigma digital vendr¨ªa a abrir la puerta a una posible desestabilizaci¨®n de los valores que han apuntalado la fotograf¨ªa anal¨®gica, o a¨²n m¨¢s a su sustituci¨®n por otros. En este sentido, aunque a lo largo de este proceso de mutaci¨®n y cambio al que asistimos actualmente se hayan intentado transferir a la fotograf¨ªa digital los valores y las aplicaciones de la fotograf¨ªa anal¨®gica, lo cierto es que para Fontcuberta las diferencias entre ambas son evidentes: las fotograf¨ªas anal¨®gicas significan fen¨®menos, las digitales conceptos; la anal¨®gica describe, la digital inscribe; de la huella y la fiabilidad a lo virtual y lo especulativo; de la descripci¨®n al relato. No estar¨ªamos pues ante un proceso de simple transformaci¨®n de la fotograf¨ªa fotoqu¨ªmica, sino ante la introducci¨®n de "toda una nueva categor¨ªa de im¨¢genes que ya hay que considerar 'posfotogr¨¢ficas'; aunque la pregunta de si la fotograf¨ªa digital es todav¨ªa fotograf¨ªa seguir¨ªa, por el momento, sin una respuesta concluyente. Lo que s¨ª atisba, no obstante, es que imagen digital e imagen pict¨®rica son una misma cosa, esto es, que su naturaleza estructural es la misma. Y sobre este punto, Fontcuberta avanza una de sus m¨¢s provocativas afirmaciones: "La convergencia de ambos sistemas [imagen digital y pintura] invita a pensar que en el devenir de las im¨¢genes la evoluci¨®n l¨®gica hubiese sido pasar de la pintura al infografismo. La pintura ten¨ªa que haberse desarrollado implementada por la tecnolog¨ªa hasta la imagen digital. Sin embargo, no sucedi¨® as¨ª y entre ambos procedimientos se infiltr¨® la fotograf¨ªa (...). Seg¨²n ese esquema, la fotograf¨ªa aparece como un accidente hist¨®rico, una anomal¨ªa, un par¨¦ntesis en lo que cab¨ªa esperar de una genealog¨ªa previsible de las im¨¢genes". Un largo par¨¦ntesis que habr¨ªa estado caracterizado por el predominio del programa realista del medio fotogr¨¢fico, una historia, en definitiva, unitaria y monol¨ªtica en torno a los conceptos de verdad, evidencia y empirismo. La aportaci¨®n m¨¢s radical del nuevo orden propiciado por los medios electr¨®nicos vendr¨ªa a ser, entonces, la alteraci¨®n y modificaci¨®n de estos par¨¢metros, en suma, un efecto de "desrealizaci¨®n", una disoluci¨®n del principio de realidad que afectar¨ªa de modo definitivo a nuestra forma de construir la realidad, a la concepci¨®n que nos hacemos del mundo y a nuestro modo de relacionarnos con ¨¦l. Geoffrey Batchen terminaba acertadamente su fundamental estudio sobre la concepci¨®n de la fotograf¨ªa, titulado Arder en deseos, con las siguientes palabras: "El final de la fotograf¨ªa debe conllevar la inscripci¨®n de otro modo de ver -y de ser-. He sugerido que la fotograf¨ªa ha sido perseguida por el espectro de esa muerte a lo largo de su prolongada existencia, de la misma forma que siempre ha contenido aquella misma digitalizaci¨®n, la que supuestamente le asestar¨¢ el golpe mortal. En otras palabras, lo que est¨¢ en juego en el debate actual sobre la creaci¨®n de im¨¢genes digitales no es solamente el posible futuro de la fotograf¨ªa, sino tambi¨¦n la naturaleza de su pasado y de su presente". En La c¨¢mara de Pandora, Fontcuberta responde a esas dos cuestiones: no s¨®lo se aplica a escrutar con dedicaci¨®n el pasado y presente de la fotograf¨ªa, sino que tambi¨¦n apunta hacia el surgimiento de ese "otro modo de ver y de ser". Y concluye que si, tal vez, a¨²n no se ha comenzado a edificar, desde luego ya est¨¢n colocados los cimientos. Parafraseando al propio autor: adi¨®s a las im¨¢genes del mundo, demos la bienvenida al mundo de las im¨¢genes.
A¨²n mantenemos con la fotograf¨ªa una cuenta pendiente te?ida de nostalgia y melancol¨ªa
La c¨¢mara de Pandora. La fotograf¨ª@ despu¨¦s de la fotograf¨ªa. Joan Fontcuberta. Gustavo Gili. Barcelona, 2010. 192 p¨¢ginas. 24 euros.
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