La lectura manda en la calle
La capital homenajea a la literatura en La noche de los libros con m¨¢s de 500 actos en toda la Comunidad
Unas 500 actividades en un d¨ªa para honrar los libros y fomentar la lectura. Puede haber m¨¦todos m¨¢s sustanciosos para enganchar al p¨²blico a las letras, pero lo cierto es que ayer en Madrid, con La noche de los libros (que empez¨® por la ma?ana, licencia literaria y organizativa), hubo buenas ocasiones para pasar un rato literario.
Hubo discursos de figuras: el ensayista Andr¨¦ Glucksmann, la escritora Donna Leon y el nuevo premio Cervantes, el mexicano Jos¨¦ Emilio Pacheco; descuentos en las librer¨ªas para acercar la escritura al bolsillo; tapas literarias en bares del barrio de las Letras (una Moby Dick, una Dulcinea, una Boccaccio...). Y decenas de actividades p¨²blicas, como un encuentro en el Jard¨ªn Bot¨¢nico para darse cinco minutos de reflexi¨®n entre ¨¢rboles y luego soltar lo pensado en unas pocas l¨ªneas.
Hubo quien agradeci¨® todo este aparato libresco ("Una iniciativa fant¨¢stica", dec¨ªa Raquel, una asistente a la librer¨ªa Antonio Machado) y quien no ("No me hace falta que me hagan una noche de los libros para comprar libros", protestaba Andr¨¦s en Fuentetaja).El ambiente en las librer¨ªas madrile?as, un remanso de paz en d¨ªas normales, se asemejaba m¨¢s al de unos grandes almacenes en rebajas. En la cola para pagar en la caja de la planta de calle de la Casa del Libro, en la Gran V¨ªa, los clientes, ejemplares en ristre, aguantaban pacientemente los tiempos de espera. Desde las nueve de la ma?ana los empleados no paraban. "Y hoy cerramos a la una de la madrugada", dec¨ªa una cajera con aire de resignaci¨®n. Dime qui¨¦n soy, de Julia Navarro, El asedio, de Arturo P¨¦rez Reverte y El tiempo entre las costuras, de Mar¨ªa Due?as, uno de los m¨¢s vendidos del a?o, son los t¨ªtulos que ayer m¨¢s se llevaban los clientes. "Yo vengo sobre todo por el descuento", aseguraba Ainhoa, de 18 a?os, en la cola para pagar, con un 10% de descuento, como en la mayor parte de las librer¨ªas.
La librer¨ªa Fuentetaja estaba abarrotada a las ocho y media de la tarde. "Sobre todo viene mucha gente por las actividades complementarias", explicaba una portavoz de la tienda, que ayer ten¨ªa programadas las firmas de libros de Fernando Mara?¨®n, Luis Alberto de Cuenca, Nativel Preciado y Juan Laborda, la actuaci¨®n de un tr¨ªo de jazz y una performance literaria.
Alfonso Otero, director de la librer¨ªa, se?alaba que este tipo de iniciativas consigue crear afici¨®n y gente que normalmente no pisar¨ªa Fuentetaja, acude un d¨ªa como ayer y luego vuelve. "La noche de los libros ha sido una buena idea porque el D¨ªa del libro estaba languideciendo y creo que desde hace cuatro o cinco a?os se est¨¢ haciendo un buen contrapunto a San Jordi", dec¨ªa Otero, que explic¨® que este a?o no hay un best-seller marcado, como ocurri¨® el a?o pasado con la trilog¨ªa de Stieg Larsson.
Al tiempo anterior a la ¨¦poca de las grandes novelas comerciales dedic¨® su actividad el Caf¨¦ Comercial. A la novela de quiosco, el bolsi-libro, un g¨¦nero que cuaj¨® mucho en Espa?a en la d¨¦cada de los cincuenta y los sesenta. Historias de vaqueros y de cr¨ªmenes creadas por autores nacionales con seud¨®nimo. Como Juan Gallardo, alias Curtis Garland, que charl¨® ayer en este caf¨¦ con su compa?ero de armas literarias Francisco Caudet, alias Frank Caudett.
"Entonces para el p¨²blico no exist¨ªan la televisi¨®n ni los best-seller de ahora, que vienen a ser como nuestros bolsi-libros, pero m¨¢s hinchados y maquillados", compar¨® Gallardo, barcelon¨¦s de 81 a?os, que asegura que vivi¨® siempre, a¨²n teniendo bastante ¨¦xito sus novelas, sin revelearle a la gente que ¨¦l era el famoso Curtis Garland. Fidelidad a una estrategia comercial que rozaba el surrealismo: "La editorial nos obligaba a ponernos estos seud¨®nimos porque cre¨ªa que vend¨ªa m¨¢s as¨ª; llegaron a poner en las p¨¢ginas interiores de los libros un t¨ªtulo original en ingl¨¦s [que no exist¨ªa]", r¨ªe Gallardo.
En otros bares el enfoque literario fue distinto. Las letras se expresaron con alimentos. Durante la jornada, un grupo de hosteleros ofrecieron a cambio del tique de un libro comprado en el d¨ªa una tapa literaria, esto es, un montadito en honor de alg¨²n cl¨¢sico de la literatura. La tapa Mil y una noches, por ejemplo, en la Tabernilla Modernilla, un dedal de cus-cus con pepino, uvas, tomate, aceitunas... "En un principio pensamos en poner unas lentejas del hidalgo, que es lo que tomaba el Quijote los viernes por la tarde", explicaba Sonia, camarera del local. "Pero nos pareci¨® un poco duro para tomar a estas horas".
Otras tapas fueron la Dulcinea (berenjena asada con virutas de queso manchego y miel de flores), la Yo Claudio (setas rehogadas, que al parecer es lo que com¨ªa el protagonista, seg¨²n Paz, del bar Tap¨¦ame) o la Tokio Blues, una tapita japonesa en honor del escritor Haruki Murakami. Esta tapa se pudo tomar en el bar El azul de Fucar, cuya responsable, Flo, no acababa de ver la idoneidad de la jornada: "Hay demasiadas actividades; es una noche del libro saturada".
Hubo literatura centrada en el est¨®mago y otra m¨¢s pura. Es el caso de Silencio por Mallarm¨¦, un encuentro de escritores profesionales y aficionados organizado por la Escuela de Escritores en el Jard¨ªn Bot¨¢nico, basado en un acto hecho en 1923 en el mismo lugar por escritores como Ortega y Gasset y Jos¨¦ Bergam¨ªn. "Se trata de salirse del bullicio de la calle e ir a la esencia de todo esto: reflexionar y trasladarlo al papel", detall¨® el subdirector de la escuela, Germ¨¢n Sol¨ªs.
All¨ª, en una plazita de tilos, los participantes guardaron silencio durante cinco minutos, localizaron palabras en su cerebro y luego las escribieron. Unos poetizaron; otros, se limitaron a deducir hechos del momento del silencio: "Es un hecho que hay especies de p¨¢jaros m¨¢s molestas que otras. Hay incluso algunas verdaderamente molestas".
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