Crisis de representaci¨®n
Los brit¨¢nicos votan el 6 de mayo pr¨®ximo, cuando los laboristas, sucesivamente capitaneados por Tony Blair y Gordon Brown llevan ya trece a?os en el poder. ?Trece a?os! Eso desgasta a cualquiera. Todo el mundo esperaba el retorno de la alternancia. Desde hace al menos dos a?os, Reino Unido vive con la idea de un regreso al poder de los conservadores tras su jefe de filas, David Cameron, que le ha dado una nueva imagen al partido. Pero nadie hab¨ªa tenido en cuenta la novedad que constituye para los brit¨¢nicos la introducci¨®n de los debates televisados en una campa?a electoral. Nada de encuentros cara a cara a la francesa, desde luego, no hay que exagerar, sino debates a la americana, en los que los l¨ªderes est¨¢n frente a la c¨¢mara, responden a las preguntas de los periodistas y no dialogan. Sin duda, al aceptar situar a Nick Clegg en pie de igualdad, Gordon Brown y David Cameron han cometido un error, pues el l¨ªder de los liberales-dem¨®cratas no ha desperdiciado la ocasi¨®n que se le presentaba y ha conseguido colocar a su partido a la cabeza de la intenci¨®n de voto en ciertos sondeos. Si a?adimos a este dato el hecho de que la pertinaz persecuci¨®n lanzada por Gordon Brown le ha permitido reducir la distancia que le separaba de David Cameron, surge la hip¨®tesis de un "parlamento en suspenso", es decir, de una asamblea en cuyo seno nadie dispondr¨ªa de una mayor¨ªa absoluta de esca?os. La reina deber¨ªa entonces dirigirse al primer ministro saliente para saber si estar¨ªa en condiciones de formar una mayor¨ªa, o sea, de constituir una coalici¨®n en torno a su partido. Es esta hip¨®tesis nueva para los brit¨¢nicos, aunque suele ser la norma en la Europa continental, la que cuenta con el favor de los analistas, a la vista de los sondeos de opini¨®n que sit¨²an por delante a los conservadores, desde luego, y luego a los liberales-dem¨®cratas y a los laboristas, aunque siempre dentro de unas diferencias de intenci¨®n de voto muy apretadas.
Clegg se beneficia tanto del cansancio de los laboristas como del desgaste de los 'tories'
As¨ª, Gordon Brown, en una entrevista al diario The Independent, le ha hecho una oferta de servicios a Nick Clegg, proponi¨¦ndole una alianza "progresista" para ofrecer una "nueva pol¨ªtica". Inmediatamente, Nick Clegg, desde el Daily Telegraph, ha respondido secamente que, dado que Gordon Brown ha sido el que ha bloqueado "sistem¨¢ticamente" las reformas pol¨ªticas, ya no puede ser un socio de gobierno. Esta toma de postura ha sido interpretada enseguida como una presi¨®n sobre el partido laborista, que consiste en pedir la cabeza de su l¨ªder como precio de la constituci¨®n de un gobierno de coalici¨®n. Si la noche de lo que, de todos modos, ser¨ªa una derrota, los laboristas aceptasen entrar en esta negociaci¨®n, el mejor situado ser¨ªa probablemente David Miliband, actual ministro de Asuntos Exteriores, que encarna en el seno del partido laboralista la corriente blairista, opuesta a Gordon Brown. Pero a¨²n no estamos en esas.
La idea de una alianza entre laboristas y liberales-dem¨®cratas viene sustentada por su experiencia de coalici¨®n en ciertos gobiernos locales. Hay que tener presente, en efecto, que una de las grandes reformas institucionales legadas por Tony Blair es el sistema de amplia autonom¨ªa concedido a Escocia y al Pa¨ªs de Gales, en el que los laboristas se han aliado unas veces con los nacionalistas y otras con los liberales-dem¨®cratas. Estos ¨²ltimos han centrado su campa?a en la reforma del sistema pol¨ªtico, necesaria en su opini¨®n; y en un programa en el que toman prestados elementos, como partido centrista consecuente, tanto de la derecha como de la izquierda. Y tambi¨¦n de los ecologistas: Nick Clegg se ha pronunciado contra la renovaci¨®n de la fuerza de disuasi¨®n nuclear brit¨¢nica, mientras que Gordon Brown se ha adentrado por esa v¨ªa, considerada extremadamente costosa. No es m¨¢s que un ejemplo.
La campa?a no ha estado exenta de paradojas. As¨ª, los conservadores han hablado un lenguaje "social" y los laboristas un lenguaje "econ¨®mico". As¨ª, David Cameron ha pretendido ser el hombre del "cambio radical", lo que, evidentemente, viniendo de un conservador, puede sorprender, sobre todo cuando a?ade que quiere "devolver el poder al pueblo". Los conservadores pretenden reintroducir el refer¨¦ndum de iniciativa popular o incluso permitir que las colectividades locales y los padres de alumnos se doten de su propia estructura escolar. Pero lo que hemos observado sobre todo, a prop¨®sito de los conservadores, es que dos a?os de liderazgo ante la opini¨®n p¨²blica ya les han desgastado a ojos de ¨¦sta. ?Nos encontramos, tambi¨¦n aqu¨ª, ante una crisis de representaci¨®n? En todo caso, Nick Clegg parece estar benefici¨¢ndose de la lasitud generada por la longevidad en el poder de los laboristas y el desgaste experimentado por los conservadores, que, tal vez, lleven demasiado tiempo en la cabeza de carrera. Es una lecci¨®n que, sin duda, podr¨ªa aplicarse tambi¨¦n fuera de Reino Unido.
Traducci¨®n: Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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