Amor, historia y un poco de magia
No est¨¢ muriendo la novela -dice Fabio Bertoldino en El amor verdadero, el nuevo libro de Jos¨¦ Mar¨ªa Guelbenzu-, sino que "lo que est¨¢ muriendo es el lector complejo. El lector de novelas". Esta alarma debe ser considerada como un aviso acerca de lo que exige el autor a sus fieles, pero tambi¨¦n como una reafirmaci¨®n personal de aqu¨¦l en la superior potestad de los buenos relatos: en la necesidad del esfuerzo de estilo y de la ambici¨®n de pensamiento que deben caracterizar a una gran novela.
Narrar es explicar el mundo y esto no puede hacerse de cualquier modo. La imagen que engendra El amor verdadero y que se repite a lo largo de su curso tiene el sello de un buen plano cinematogr¨¢fico: una esbelta sexagenaria, todav¨ªa hermosa, pasea descalza por una playa del norte. A Clara Zubia la observa su marido, Andr¨¦s Delcampo, y por all¨ª andan tambi¨¦n su hija, su yerno y sus nietas. Y, por supuesto, est¨¢ tambi¨¦n presente todo lo que la pareja originaria ha ido dejando atr¨¢s y que la narraci¨®n va desarrollando. Para ellos empez¨® el mundo en 1945, cuando nacieron; conocieron el franquismo como realidad cotidiana y el antifranquismo como opci¨®n elegida, luego la transici¨®n que vivieron convulsamente y el gobierno largo socialista del que esperaron mucho. Fueron pasando de la inocencia y la vocaci¨®n indecisa a los negocios, la desconfianza y la decepci¨®n, como hicieron sus mejores amigos. Les horroriz¨® la guerra de los Balcanes, acab¨® con muchas de sus esperanzas la existencia de un sujeto llamado Luis Rold¨¢n, vieron con fatalismo el regreso de la derecha al poder y con repugnancia invencible la mayor¨ªa absoluta de los comicios de 2000, cuatro a?os antes de que un 11 de marzo les pusiera el horror a la puerta de casa.
El amor verdadero
Jos¨¦ Mar¨ªa Guelbenzu
Siruela. Madrid, 2010
583 p¨¢ginas. 21,95 euros
Pero esta no es una novela pol¨ªtica sino una reflexi¨®n sobre la naturaleza del destino, como lo son, por lo dem¨¢s, todas las novelas de Guelbenzu. Y el destino incluye, adem¨¢s de los acontecimientos de nuestro entorno, los actos (y las omisiones) que realizamos y la huella de unos signos misteriosos que orientan la vida de cada individuo. Vivir es un esfuerzo de autoconocimiento pero tambi¨¦n de aceptaci¨®n de los impulsos que son superiores a nosotros mismos. En su condici¨®n de narrador de novelas de misterio -que firma J. M. Guelbenzu, al modo anglosaj¨®n- el escritor ha demostrado que el asesinato se incardina en el designio de una vida con la misma naturalidad de cualquier otra decisi¨®n. Y s¨®lo la verbalizaci¨®n sistem¨¢tica de la realidad, el di¨¢logo, ayuda a la juez Mariana de Marco a resolver unos casos en los que siempre est¨¢ demasiado implicada. Los personajes de Guelbenzu peroran o conversan, se explican o se exploran; en todas sus novelas fue importante el di¨¢logo pero, desde Un peso en el mundo (1999), se hizo avasallador.
El ¨²ltimo relato del autor, Esta pared de hielo (2005), combinaba dos di¨¢logos -el del difunto Juli¨¢n con el barquero Caronte y el de su viuda, Inmaculada, con el diab¨®lico Leonardo- en una ins¨®lita mezcla de humor corrosivo y profundidad moral. Esta nueva novela conserva intacto el primer ingrediente pero nos parece recorrida, de arriba abajo, por un esp¨ªritu m¨¢s risue?o y juguet¨®n, aunque se hable de la muerte muy a menudo y de la nada m¨¢s de una vez. Pero tambi¨¦n se habla mucho de la felicidad y de la plenitud en esta narraci¨®n que tiene mucho de rapsodia deliberada de otras ya escritas antes: la reiterada presencia de la luna como motivo incitante recuerda, sin duda, la compleja construcci¨®n de El r¨ªo de la luna (1981) y entre los amigos de Andr¨¦s, se recuerda al paso al "sensible Ch¨¦spir" que viene de La noche en casa (1977). Guelbenzu siempre ha sido un admirador de las mujeres que crea -recordemos las memorables Isabel y Diana de El sentimiento (1995)-, pero Clara Zubia es la m¨¢s cautivadora de sus seres de ficci¨®n: un poco bruja, lista y resuelta, abnegada pero independiente cuando le hace falta, tan inmune a la edad como a la rutina. Y Andr¨¦s -desordenado, vacilante, depresivo y enamorado- es su propiedad, el hombre de su vida, porque se lo gan¨® el hechizo de Cadavia, como, en cierto modo, lo han llegado a ser tambi¨¦n, y ella lo sabe, los miembros de la pandilla masculina. "La vida demuestra que la experiencia personal es intransmisible", comienza por decirnos este libro; "el gran enigma ha acabado siendo la voluntad del amor de permanecer", concluye Andr¨¦s en la parte final, lo que quiere decir que algo se puede transmitir, si se est¨¢ dispuesto a combatir por ello.
?Ser¨¢ mentira que "todas las familias felices se parecen", como saben muy bien los lectores de Ana Karenina? El autor de tantas novelas sobre la inevitabilidad del destino ha escrito una sobre la ardua posibilidad de la felicidad y que, dentro de las rebajas que la realidad impone, concluye en un lieto fine. De esa pugna hablan tambi¨¦n las numerosas citas po¨¦ticas que el autor ha querido que esmalten este libro y tambi¨¦n nos la van contando, con un ritmo excelente, las voces alternadas de Andr¨¦s y Clara, y la voz de un narrador dominante que es arcaico, caprichoso y divertido y que al final se nos presenta como Asmodeo. El "lector complejo" de novelas sabe que esta figura demoniaca -de origen persa- viene del Libro de Tob¨ªas donde es encarnaci¨®n de la lujuria, aunque tambi¨¦n pudo ser el diablo domesticado que construy¨® el Templo para Salom¨®n, y siempre es quien, despu¨¦s, inspir¨® el personaje del fisg¨®n de El diablo cojuelo y prest¨® seud¨®nimo a tantos cronistas de salones del siglo decimonono. A ninguno de esos "lectores complejos" defraudar¨¢ esta novela intensa y personal, sabia y conmovedora, que confirma a Guelbenzu entre los primeros narradores de la sobresaliente promoci¨®n que, en Espa?a y Europa, se dio a conocer a finales de los setenta. Y que ah¨ª sigue, para satisfacci¨®n de todos, escribiendo la novela de nuestro tiempo. -
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