El ruido nihilista de Lou Reed
El m¨²sico presenta en Palma su triple faceta de compositor, fot¨®grafo y cineasta
Asiduo de nuestros escenarios en la ¨²ltima d¨¦cada, el m¨²sico neoyorquino que dio halo po¨¦tico al rock urbano aterriz¨® en Palma de Mallorca con sobrepeso de equipaje. Secamente asequible, firm¨® libros en la inauguraci¨®n de Romanticism, exposici¨®n fotogr¨¢fica que podr¨¢ verse en el Museo Es Baluard hasta el 30 de mayo; respondi¨® a preguntas del p¨²blico tras la proyecci¨®n de su primera pel¨ªcula, el mediometraje documental Red Shirley, e hizo retumbar los cimientos del Teatre Principal con una sesi¨®n de ruidismo en sonora reivindicaci¨®n del vilipendiado ¨¢lbum Metal machine music, perverso manifiesto nihilista de 1975. Todo ello bajo el patrocinio del Festival Alternatilla.
Tras respirar en sus a?os mozos el entorno pre?ado de im¨¢genes de Warhol, Lou Reed fue uno de los primeros en adquirir una c¨¢mara de v¨ªdeo dom¨¦stica en los a?os setenta. Pero fue la fotograf¨ªa digital la que le anim¨® a tomarse en serio el asunto abriendo una nueva dimensi¨®n en la captaci¨®n de sombras y luces. Algo evidente en la serie de fantasmag¨®ricos paisajes, fraguados en contrastadas tonalidades monocrom¨¢ticas, que forman Romanticism. "Pienso en la c¨¢mara como en mi alma, algo parecido a la guitarra", dice Reed.
Si ante estas im¨¢genes poderosas el esc¨¦ptico puede aducir que la celebridad del autor aumenta injustamente su atractivo, no ocurre lo mismo con el documental dedicado a su prima centenaria Shirley Novick, llegada al nuevo mundo desde Polonia con 19 a?os huyendo del terror nazi que hab¨ªa aniquilado a su familia. Protagonista de una peripecia vital en la que ser¨ªa explotada como trabajadora y mujer, estigma contra el que Shirley la Roja luch¨® con coraje durante d¨¦cadas, la buena mujer enlaza tajantes recuerdos de injusticias no tan antiguas. En colaboraci¨®n con el fot¨®grafo Ralph Gibson, Reed vuelve a posar una emp¨¢tica mirada sobre la materia que molde¨® sus mejores canciones, la palpitante contradicci¨®n que nos hace humanos desde el primero al ¨²ltimo d¨ªa. El filme, con banda sonora del Metal Machine Trio, rescata al heterodoxo soci¨®logo que siempre acompa?¨® al poeta. La legendaria antipat¨ªa de Reed resurgi¨® en la tanda de preguntas del p¨²blico tras la proyecci¨®n de Red Shirley, incordio en cualquier caso menor que el que esperaba a los asistentes al pase al d¨ªa siguiente del Metal Machine Trio, donde Reed juega con guitarras y maquinaria diversa respaldado por los efectos digitales de Sarth Calhoun y el saxo del alem¨¢n Ulrich Krieger.
Conduciendo una improvisaci¨®n, evocadora m¨¢s que literal, que asol¨® la platea durante m¨¢s de una hora, tormenta el¨¦ctrica de homog¨¦neo recorrido trenzada por incursiones instrumentales sorteando lo arm¨®nico, Reed recalienta una vez m¨¢s su leyenda, como ya hiciera en la gira del tambi¨¦n maldito Berlin, y nos recuerda que, pese a no haber compuesto canciones relevantes en una d¨¦cada, sigue creyendo en el abrumador potencial de un arte conflictivo.
A sus 68 a?os cultiva todav¨ªa esa relaci¨®n se dir¨ªa sadomasoquista con el oyente, iniciada en el primer ¨¢lbum de Velvet Underground, en el lejano 1967: el atroz espect¨¢culo de tres individuos y sus aparatos levantando tama?o pandemonio s¨®nico lig¨® la experiencia multidisciplinar de la visita de Lou Reed a Palma. La disfrutada madurez junto a su esposa Laurie Anderson habr¨¢ estimulado quiz¨¢ otras formas expresivas, pero el alma del artista iconoclasta no exhibe fecha de caducidad. Genio y figura.
Babelia
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