'No nos interesan las burbujas. Queremos seguir dudando'
Nieva en Basilea. Al estudio de los arquitectos m¨¢s prestigiosos del momento, Jacques Herzog y Pierre de Meuron, se accede por la cocina. Entra un hombre cargando una gran cesta con naranjas, manzanas y pl¨¢tanos. La deja sobre una mesa larga, junto a cuencos y teteras preparados para la merienda. Se va. Por otra puerta min¨²scula entra Jacques Herzog. En foto aparenta 10 a?os menos de los que tiene. En persona, tal vez 15 menos. Est¨¢ en buena forma. Viste un traje impecablemente cortado y calza zapatillas deportivas. Coge una mandarina del cesto, comienza a pelarla y saluda con la mano. Atravesamos dos salas hasta llegar a un despacho espartano con vistas de lujo al r¨ªo. La clave en todas las salas es la aparente falta de dise?o, como un no-logo del mobiliario. Los autores de algunos de los edificios m¨¢s emblem¨¢ticos del momento -el Estadio de Pek¨ªn, la Tate Modern de Londres, CaixaForum en Madrid, VitraHaus en Basilea o la tienda de Prada en Tokio- siguen trabajando en la misma calle donde empezaron, donde han ido colonizando las casas vecinas.
"Queremos edificios sensuales. A la gente le gusta tocar y sentir"
"Hoy los barrios son guetos invisibles, dibujados por el nivel de vida"
Sorprende que elijan para su estudio un ambiente dom¨¦stico, como de piso de estudiantes. ?Por qu¨¦ deber¨ªamos cambiar? Con 350 empleados somos, con mucho, el mayor estudio haciendo arquitectura experimental. Sin duda, ese tama?o nos permite ofrecer la calidad que conseguimos. Pero trabajar concentrados en un lugar peque?o nos permite dialogar sobre los proyectos. Tenemos oficinas en Madrid, en Hamburgo, en Pek¨ªn, en Nueva York o en Londres, pero el dise?o lo hacemos aqu¨ª.
?Por qu¨¦ han ido adquiriendo casas vecinas en lugar de levantar un edificio de nueva planta? Porque as¨ª hemos crecido. Esta suma de casas con patio compartido es nuestra historia. Empezamos con una. Hemos crecido. Y no nos gusta vivir todos bajo el mismo techo. Pasar de un edificio a otro cambia el tono. La oficina es un reflejo de nuestro trabajo: tiene diferentes ambientes, permite cambiar de mentalidad.
?C¨®mo se puede trabajar por todo el mundo sin un sello reconocible? Con voluntad. Nos gusta probar cosas. Queremos huir de la rutina. Honestamente, no sabemos realmente lo que es la arquitectura hoy, todo lo que puede dar de s¨ª. Y eso es lo que investigamos. Es importante probar, y tal vez esa sea nuestra mayor contribuci¨®n.
?La experimentaci¨®n? Devolver la arquitectura a la gente. La arquitectura se queda en el lugar, pero tambi¨¦n en la gente. Nos gustan los edificios ricos, sensuales, inspiradores: los que se quedan en la memoria. Nos interesa la arquitectura econ¨®mica y hecha a medida, precisa: los edificios sastre.
?Cree que la arquitectura actual est¨¢ perdiendo esa cualidad de dejar huella? Hoy los verdaderos arquitectos de las ciudades son, con demasiada frecuencia, los promotores. Eso hace que todo deba ser r¨¢pido y barato. Y mezclar esos t¨¦rminos es peligroso. Como arquitectos, creemos que uno puede salirse de esa trampa.
?C¨®mo? Tratando la arquitectura como un campo art¨ªstico. Con un enfoque pragm¨¢tico -los edificios son para usarse-, pero sin descuidar jam¨¢s la sensualidad. A la gente le gusta tocar y sentir.
Desde que recibieron el Premio Pritzker, ustedes han apostado por una arquitectura muy formal. Pero nunca hemos descuidado la sensualidad. Lo puede ver en nuestro ¨²ltimo edificio, el Vitrahaus.
?A qu¨¦ obedece la experimentaci¨®n formal? Uno no puede ser sensual todo el rato. Ni hacer las cosas siempre grandes o peque?as. Uno debe variar sus respuestas para responder de verdad. Queremos saber hasta d¨®nde puede llegar la arquitectura. Y eso se puede investigar. Esa parte es la que nos interesa. De manera ideal, la arquitectura deber¨ªa ofrecer la misma riqueza que la naturaleza. ?sta sigue siendo nuestro modelo m¨¢s extraordinario para todo.
?Qu¨¦ les llev¨® a experimentar? Cualquier arquitecto joven aspira a que lo reconozcan mucho y pronto. Tuvimos la suerte de conseguirlo temprano. Eso nos anim¨® a desarrollar ideas a partir de la curiosidad y la apertura mental.
Les dieron el Pritzker por esa primera etapa. ?El premio les permiti¨® arriesgar? El cambio no ha sido en t¨¦rminos de riesgo. Siempre hemos arriesgado. El gran cambio ha sido de cabeza, y se remonta al proyecto de la Tate Modern, en Londres, no al Pritzker. Si observa a fondo ese proyecto, ah¨ª ya hay una arquitectura que trataba de escapar de las ideas preconcebidas. El t¨¦rmino minimalismo, aplicado a la arquitectura, no exist¨ªa antes de que nosotros hici¨¦ramos algunos trabajos. No lo digo con arrogancia, trato de explicarlo con hechos. La v¨ªa minimalista fue nuestra manera de escapar del posmodernismo de los ochenta. La galer¨ªa Goetz y dise?os similares no exist¨ªan. Se convirtieron en proyectos mod¨¦licos y, como estilo, el minimalismo fue adoptado por un pa¨ªs entero: se convirti¨® en sin¨®nimo de arquitectura suiza. Tambi¨¦n alg¨²n arquitecto ingl¨¦s hizo de esa etiqueta su credo, una moda. Como resultado, el minimalismo se convirti¨® en algo de moda, es decir algo aburrido, cansino.
Y ustedes se hartaron? Decidimos escapar, igual que hab¨ªamos tratado de escapar del posmodernismo. Intentamos hacer las cosas desde otro ¨¢ngulo.
El formal. Las formas son una cantera que est¨¢ para explorarla. Es muy rica.
Hablan de exploraci¨®n conceptual. No nos gusta jugar por jugar. En arquitectura las cosas tienen que tener un sentido.
?Cree que su arquitectura es hoy m¨¢s compleja que hace 15 a?os? Creo que es m¨¢s rica. Hacer mucho y trabajar con muchas personas es correr un gran riesgo. Todos tenemos derecho a cambiar. Uno no es igual con 20 a?os que con 40. Y es bueno que eso suceda. Eso es la vida. La transformaci¨®n es parte de la vida. Si hoy quisi¨¦ramos hacer la galer¨ªa Goetz o cualquiera de los proyectos que nos dieron fama hace 20 a?os, no ser¨ªamos nosotros. Nuestro trabajo ser¨ªa predecible y aburrido, casi un ejercicio de estilo, una clonaci¨®n de uno mismo. Eso no es nada interesante.
?Qu¨¦ siente al mirar al pasado? Ternura. Admiraci¨®n, incluso, por lo que logramos. Pero la certeza de que no volver¨ªa atr¨¢s.
?Qu¨¦ les quit¨® el miedo? Saber que podemos fallar hasta cierto punto. Pero saber tambi¨¦n que tenemos m¨¢s experiencia para controlar lo que de verdad importa. Con todo, uno no puede controlar nunca tanto como quisiera. Y eso es una parte desesperante de la arquitectura. Incluso si hici¨¦ramos un ¨²nico edificio, no ser¨ªa perfecto. Pierre y yo hablamos con frecuencia de eso. Nuestra compa?¨ªa se ha empezado a transformar. Y nos preguntamos qu¨¦ pasar¨¢ en cinco a?os y qu¨¦ ocurrir¨¢ en veinte.
?Y? Indagamos. Son preguntas importantes. Pero incontrolables. Hemos llegado a la conclusi¨®n de que si s¨®lo hici¨¦ramos un proyecto en cuatro a?os eso no lo har¨ªa mejor.
?Por qu¨¦? Hace veinte a?os lo hicimos. Trabajamos en la reconversi¨®n de un ¨¢tico durante un a?o entero. Quer¨ªamos entender nuestro trabajo y nuestro negocio. Ahora dise?amos de otra manera, ni mejor ni peor. Tenemos nuevas herramientas y gente joven. Los que tienen m¨¢s talento se convierten en socios. Christine Binswanger, Ascan Mergenthaler o Stefan Marbach comenzaron como estudiantes y siguen con nosotros y hoy son parte del ¨¦xito de nuestra compa?¨ªa. Pierre y yo hemos entendido que en cada proyecto ense?as tanto como aprendes. Dise?ar un proyecto es la mitad del trabajo. Dise?ar la compa?¨ªa, la otra mitad.
?Uno de los secretos de su empresa es que buena parte de los socios tienen menos de 40 a?os? Sin duda. Pierre y yo lo hemos hablado muchas veces: queremos que Herzog & De Meuron nos sobreviva. Y una nueva generaci¨®n puede seguir. Algo as¨ª nunca ha funcionado en arquitectura. Pero s¨ª lo ha hecho en moda. Nosotros queremos intentarlo.
?Todav¨ªa le interesa la moda? Nos interesa mucho el talento que hay en el mundo de la moda. Hemos invitado a Miuccia Prada a trabajar en la escenograf¨ªa y el vestuario de Attila para el Met de Nueva York. La moda me interesa, pero se asocia al lujo y puede leerse como algo banal. No es as¨ª. El lujo real no es nunca banal, es transformador. Lo mismo sucede en la arquitectura.
?Qu¨¦ hay de su socio, Pierre de Meuron? ?Por qu¨¦ no est¨¢ presente en las entrevistas? Es dif¨ªcil hacerlas juntos. Este papel me ha tocado a m¨ª.
Se conocieron en el parvulario, cuando ten¨ªan seis a?os. ?Qu¨¦ los uni¨®? Los ni?os tienen antenas. Les gusta la gente que es diferente, pero les ayuda a ser lo que quieren ser. Es algo muy animal. No lo planeamos. En aquel momento no ten¨ªamos ning¨²n plan conceptual ni intelectual.
Y aqu¨ª est¨¢n, 53 a?os despu¨¦s. ?Qu¨¦ los llev¨® a la arquitectura? Nunca nos sentimos muy cerca de la arquitectura. Y todav¨ªa hoy seguimos igual. No es un secreto que sentimos admiraci¨®n por muchos otros campos: el arte, por ejemplo. Nos interesa la historia, la evoluci¨®n de las tipolog¨ªas, m¨¢s que conocer edificios o arquitectos espec¨ªficos. Lo que nos gustaba de peque?os de la feria nos lo constru¨ªamos nosotros. Pierre era el manitas. Y yo, probablemente, hablaba m¨¢s que ¨¦l. Yo dud¨¦. Comenc¨¦ biolog¨ªa y Pierre ingenier¨ªa. Luego decidimos estudiar arquitectura, pero s¨®lo trabajamos juntos al final.
?Qu¨¦ les ha hecho permanecer juntos? Usted ha tenido dos mujeres y un solo socio. Lo que nos mantiene unidos a Pierre y a m¨ª es que ¨¦l es incre¨ªblemente bueno. Ser¨ªa una idiotez no estar con ¨¦l. Y? bueno, tal vez ¨¦l piense lo mismo. ?Mi ego quedar¨ªa m¨¢s saciado si lo hiciera todo solo? No es cierto. Nunca lo es en arquitectura. Ni los malos trabajan solos. Y nosotros nos divertimos colaborando, realmente hacemos las cosas juntos. Cuando eres parte de un grupo tienes m¨¢s cuidado al hacer las cosas.
?Qu¨¦ hac¨ªan sus padres? Mi madre era sastra. El gusto por la ropa lo hered¨¦ de ella. Y mi padre, funcionario. No ten¨ªamos conexiones arquitect¨®nicas. El padre de Pierre trabajaba para una empresa farmac¨¦utica. En nuestras familias hay alg¨²n pintor, pero de poca importancia.
?Qu¨¦ ha cambiado m¨¢s: su vida o su ciudad? Uf, si la ciudad hubiera cambiado como nosotros, ser¨ªa totalmente irreconocible (risas). Vivir en Basilea nos hace pensar mucho sobre la transformaci¨®n de las ciudades. Porque ha crecido a capas, haciendo convivir distintos tiempos. Eso no es sencillo, pero lograrlo da riqueza a una ciudad.
?Jugaba en la calle cuando era ni?o? S¨ª.
?Juega su hijo de ocho a?os? Mucho menos que yo.
?Cree que todos estos cambios los refleja la arquitectura? Las ciudades cambian por el miedo. El vandalismo ha existido siempre. Los ni?os que jugaban en la calle cuando yo era peque?o eran m¨¢s espabilados que los que jugaban encerrados en un jard¨ªn privado. Hoy, incluso en Suiza, muy poca gente juega en la calle. Y eso transforma las ciudades.
?Qu¨¦ pueden hacer los arquitectos? Muy poco. Las ciudades han cambiado, pero hoy los barrios son guetos, guetos invisibles, sin barreras f¨ªsicas, pero guetos dibujados por el nivel de vida.
?Cu¨¢ndo se dieron cuenta de d¨®nde estaban llegando como arquitectos? Nunca nos ha interesado la cima.
Pero est¨¢n ah¨ª. S¨ª, claro. Y disfrutamos de las posibilidades que ofrece ese puesto. Creo que todo empez¨® con el proyecto de la Tate. En aquel momento no supimos ver las consecuencias de trabajar en una ciudad tan popular como Londres y en un edificio tan carism¨¢tico. Convertimos el museo en una gran plaza cubierta, gigante, como una catedral. Pero pod¨ªamos haber fallado. Claro que sab¨ªamos c¨®mo hacer galer¨ªas refinadas, pero nuestra apuesta fue por el vest¨ªbulo, la sala de turbinas, un espacio de muchos metros de altura ganado para los ciudadanos. Creemos que esa idea cambi¨® Londres. Y tambi¨¦n nos abri¨® los ojos y nos ayud¨® a ser lo que somos hoy.
?El papel de la arquitectura est¨¢ en los servicios p¨²blicos? En abrir huecos para que los espacios sean p¨²blicos. Cuando la arquitectura reconquista la ciudad encuentra esos espacios. En una escala menor, en Espa?a, el edificio de CaixaForum de Madrid se levanta para ceder su propio suelo a una plaza p¨²blica. Con eso ganamos todos.
?Dudaron sobre si trabajar en China? No. China es todav¨ªa una dictadura. Hay censura. No respetan los derechos de autor, pero creo que puede convertirse en un modelo para el mundo. No creo que pueda ser una democracia como la suiza. Pero tampoco s¨¦ si esta forma de gobierno es la mejor para un pa¨ªs tan grande. ?Qu¨¦ es la libertad? ?C¨®mo debe ser? China podr¨ªa ser un pa¨ªs m¨¢s libre. Sin duda. Pero creo que el Estadio ayuda en ese camino hacia la libertad. Creo que transforma el urbanismo de Pek¨ªn y eso es parte de la transformaci¨®n de la sociedad.
?No cree que legitima la dictadura? Claro que da buena reputaci¨®n al Gobierno. Pero f¨ªjese, lo hicieron tal y como dijimos nosotros. Fueron milim¨¦tricamente respetuosos. Confiaban en los arquitectos por encima de su propio poder. No s¨¦ cu¨¢ntos gobiernos europeos se dejar¨ªan guiar as¨ª por los arquitectos.
Est¨¢ claro que es un ¨¦xito arquitect¨®nico. Pero ?consider¨® usted boicotear esa construcci¨®n? Si nadie hubiera boicoteado Sur¨¢frica, igual todav¨ªa duraba el 'apartheid'. Yo no har¨ªa ning¨²n edificio para un r¨¦gimen que hiciera cosas que mi pa¨ªs, o el suyo, condenara. Pero todos mantienen v¨ªas comerciales abiertas con China. ?Por qu¨¦ no debo hacerlo yo? Yo no creo que hubiera podido construir para los nazis, que eran un peligro para todos. Pero no es el caso en China. No quiero ser na?f y no quisiera que sonara a excusa, pero creo que China est¨¢ cambiando. Y hacer un buen edificio all¨ª es participar en ese proceso de cambio dialogando. Como suizo, creo que ayudo m¨¢s as¨ª que boicoteando.
Han trabajado con grandes artistas. ?Por qu¨¦ eligen colaborar con ellos? Tienen grandes mentes. Nos gusta m¨¢s su compa?¨ªa que la de los arquitectos. Esta ciudad ha acogido a muchos: Donald Judd, Joseph Beuys? Los arquitectos necesitan un programa y un cliente antes de empezar. Los artistas, un papel en blanco. Los arquitectos se quejan de los l¨ªmites, pero ser¨ªan incapaces de enfrentarse a un lienzo en blanco. No est¨¢n muy acostumbrados a desarrollar su propio mundo, a imaginar un mundo.
?Qui¨¦n arriesga m¨¢s, Pierre o usted? Si uno decide arriesgar menos, el otro se sorprende. Y le da una patada. Arriesgar no es la palabra adecuada. Lo importante para nosotros es mantenernos vivos. Darnos cuenta de las cosas, mantenernos alerta. La arquitectura es como un equipo de f¨²tbol. Tienes condiciones y un equipo. No se trata de hacer el mejor edificio del mundo de todos los tiempos. Se trata de hacer, cada vez, el mejor posible, con las condiciones de las que partes. Hacer eso te libra de obsesiones, incluso de ideolog¨ªas pol¨ªticas o religiosas, que a m¨ª, m¨¢s que nada, me dan miedo. Esa gente que va por la vida con la impresi¨®n de que tiene raz¨®n da miedo. Odio las obsesiones.
?C¨®mo se libra de ellas? Trato de entenderlas para airearlas. Pero a las ciudades les cuesta m¨¢s. Las obsesiones dan forma a las ciudades. La arquitectura y el urbanismo son muy psicol¨®gicos. Y hay que emplear esas herramientas. No me interesan las interpretaciones en arquitectura, me interesan los hechos. Todo lo dem¨¢s me parece palabrer¨ªa.
?Cree que los trabajos que han hecho desde que recibieron el Pritzker les hubieran valido otro Pritzker? Supongo que s¨ª. Pero no estoy seguro. No estoy en el jurado. ?Qu¨¦ piensa usted?
Sin duda. Aunque no creo que todos sus edificios sean obras maestras. Por ejemplo, en Espa?a, el de CaixaForum de Madrid es extraordinario, pero el del Forum de Barcelona creo que resulta fallido. Est¨¢ claro que estamos expuestos al fallo. Pero ese edificio no ha sido arropado como deb¨ªa. Tiene cosas extraordinarias: la proporci¨®n de los azules, el juego con la naturaleza artificial. Igual deber¨ªamos haberlo hecho m¨¢s simple. ?Sabe que estamos instalando en el interior el Museo de Ciencias Naturales? Me encantar¨ªa retocarlo. Yo siempre admito las cr¨ªticas. A veces hasta estoy de acuerdo.
Su pr¨®ximo gran edificio en Madrid ser¨¢ la sede para el BBVA, muy al norte de la capital. Choca que hayan planteado un rascacielos circular con el de Tu?¨®n y Mansilla tan cercano. ?Conoce ese edificio? S¨ª, pero no lo conoc¨ªa cuando lo dise?amos. No hubi¨¦ramos respondido as¨ª de haber conocido su proyecto. La mejor cualidad del BBVA es que responde al desierto donde hoy se?levanta. A?ade un jard¨ªn. Es un edificio muy denso, casi como una ciudad ¨¢rabe. Quisimos hacer un lugar de trabajo id¨ªlico en una zona muy ¨¢rida. Ser¨¢ un edificio muy f¨ªsico. El edificio ser¨¢ parte del suelo levantado. S¨®lo vegetaci¨®n y espacio.
Salpica la conversaci¨®n con palabras muy precisas en castellano. ?Cu¨¢ndo tiene tiempo de estudiarlo? Todos los lunes. He avanzado bastante. Ya puedo leer libros.
?Por qu¨¦ se puso a estudiarlo? Me encanta. Tenemos muchos proyectos en Espa?a. Tengo una casa en Tenerife. Me encanta la gente [contin¨²a en castellano], adoro a los tinerfe?os. Tienen una cultura mucho m¨¢s cerca del coraz¨®n que la que tenemos los suizos. Tambi¨¦n me sirve en M¨¦xico, un pa¨ªs fascinante.
?Hasta d¨®nde quieren llegar? Creo que en la vida, si no sabes continuar, es mejor parar. Pero, de momento, nosotros tenemos muchas cosas que todav¨ªa no entendemos. Y queremos entender.
?En Dubai no construyen? Dubai? Creemos que es una burbuja. Y no nos interesan las burbujas. Muchos de los trabajos all¨ª no funcionan. No queremos estar en todas partes. Lo que queremos es seguir dudando.?
Creando juntos desde la guarder¨ªa
Jacques Herzog y Pierre de Meuron se conocen desde la guarder¨ªa. Y no han parado de sorprender al mundo con su creatividad. Desde su estudio en Basilea (Suiza), fundado en los a?os setenta, han alcanzado la c¨²spide de la arquitectura. Tres hitos en su carrera: la Tate Modern de Londres (con su innovadora sala de turbinas), el Estadio Nacional para los Juegos Ol¨ªmpicos celebrados en Pek¨ªn en 2008 (el 'nido'; en la foto, posan los dos ante las obras de este espectacular equipamiento) y la concesi¨®n del Premio Pritzker en 2001.
En Espa?a tienen obra en Madrid (CaixaForum) y Barcelona (Edificio F¨°rum de las Culturas), m¨¢s intervenciones en Tenerife y proyectos como el de la Ciudad del Flamenco de Jerez.
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