Una 'belle ¨¦poque' de sangre y fuego
Andr¨¦s Trapiello reescribe y alarga 'Las armas y las letras', el libro que revolucion¨® la visi¨®n sobre el papel de los escritores de ambos bandos durante la Guerra Civil
La normalidad democr¨¢tica lleg¨® antes a la pol¨ªtica que a la literatura. Cuando Andr¨¦s Trapiello public¨® por primera vez en 1994 Las armas y las letras, su ensayo sobre la literatura y los literatos durante la Guerra Civil, el libro descubri¨® para el gran p¨²blico un pu?ado de ideas y autores que hoy son moneda corriente pero que entonces levantaron polvareda. Los disc¨ªpulos de algunos escritores trataron de enturbiar el trabajo de Trapiello para enjuagar el papel poco claro de sus maestros durante la contienda. "Fue el caso de los cercanos a Antonio Tovar, que luego evolucion¨® hacia posiciones democr¨¢ticas, pero que fue el traductor en el encuentro entre Franco y Hitler en Hendaya", recuerda Trapiello. En medio de la pol¨¦mica surgi¨® la autoridad de Ayala para decir la palabra final: "Trapiello rinde con su libro un gran servicio a nuestra historia intelectual al trazar el panorama objetivo, veraz y, a la vez, comprensivo y compasivo, de la rep¨²blica de las letras durante un periodo tan doloroso y tan turbio como el de la Guerra Civil espa?ola".
La obra propone saltarse la barrera de la propaganda y mirar en las fisuras
Las armas y las letras, que se convirti¨® en un cl¨¢sico del g¨¦nero y conoci¨® una versi¨®n intermedia en 2002, reaparece ahora publicado por Destino en una edici¨®n con 450 fotograf¨ªas, varias in¨¦ditas, y un buen pu?ado de p¨¢ginas m¨¢s. "El primero lo redact¨¦ en tres meses", apunta el autor. "Este, en 17 a?os". Aunque los matices del libro sean nuevos, sus tesis siguen siendo las mismas. Por un lado, la comprobaci¨®n de que hubo una tercera Espa?a que se vio arrastrada a elegir uno de los dos bandos. Por otro, algo que Trapiello resume con una vieja frase suya: "Los que ganaron la guerra perdieron los manuales de literatura".
Si la reivindicaci¨®n, como miembro de la tercera Espa?a, de Manuel Chaves Nogales, un autor hasta entonces desconocido para el gran p¨²blico, fue el gran hito de la primera edici¨®n, el de esta segunda es Carlos Morla Lynch, embajador de Chile en Madrid durante la guerra y autor de Espa?a sufre, un diario recuperado hace dos a?os por la editorial Renacimiento con pr¨®logo del propio Trapiello. Morla, al que Lorca dedic¨® Poeta en Nueva York, amigo de todo el mundo en la paz, dio refugio a gente de los dos bandos cuando la calle se volvi¨® insegura. Su visi¨®n de que dos totalitarismos extremos -fascistas y comunistas- iban anulando a los moderados que estaban en su ¨®rbita la compart¨ªa tambi¨¦n otra de las figuras reivindicadas por Trapiello, Clara Campoamor, que public¨® en un libro sus impresiones en 1937, a pie de guerra, "sin tiempo para modificar el tiro".
"La Guerra Civil", dice Trapiello, "consigue que dos minor¨ªas armadas arrastren a una inmensa mayor¨ªa. Tanto en el caso de los escritores como con la poblaci¨®n civil. Y los arrastran a punta de pistola, o conmigo o contra m¨ª. La elecci¨®n es muy poco libre". Con todo, "aunque no todos los franquistas eran fascistas y no todos los republicanos eran dem¨®cratas", no hay equidistancia posible, dice el ensayista, poeta (Premio de la Cr¨ªtica en 1993) y novelista (Premio Nadal en 2003): "Sabemos que se cometieron cr¨ªmenes parecidos en ambos bandos, pero las ideas por las que se combati¨® en cada uno no pudieron ser m¨¢s diferentes. En el de la Rep¨²blica por los principios de la Ilustraci¨®n, base de las democracias modernas. En el de los sublevados, contra esos mismos principios".
Junto a fragmentos de un diario in¨¦dito de 2.000 p¨¢ginas redactado por Rafael Cansinos Assens, que pronto estar¨¢ disponible en Internet, y una carta tambi¨¦n in¨¦dita de Edgard Neville en la que habla del asesinato de Lorca -fue un tiro en la nuca y no un fusilamiento, dice- hay varios documentos de primer orden en Las armas y las letras: desde una carta de Torrente Ballester en la que habla de la guerra como de "un deporte de hombres" a una fotograf¨ªa de Alberti en cuya dedicatoria, de 1965, habla de la Guerra Civil como de "la belle ¨¦poque". Se incluye, adem¨¢s, un texto desconocido de Rafael S¨¢nchez Mazas, en el que habla por primera vez del episodio popularizado por Javier Cercas en Soldados de Salamina: "Un d¨ªa te sacaron de la prisi¨®n, te sacaron al bosque con otros muchos compa?eros y te fusilaron. Te levantaste ileso de entre los muertos y echaste a andar por el bosque, durante d¨ªas".
El padre de Rafael S¨¢nchez Ferlosio fue uno de los que gan¨® la guerra y perdi¨® los manuales de literatura. "A partir del bombardeo de Guernica", apunta Trapiello, "la Rep¨²blica gan¨® la guerra de la propaganda y se asumi¨® que todos los escritores grandes estaban con ella. No fue as¨ª. En un bando estaba Juan Ramon Jim¨¦nez, pero en el otro, Azor¨ªn. En uno Miguel Hern¨¢ndez, Mar¨ªa Zambrano y Carner; en el otro estaban Baroja, Ortega y Josep Pla. La trampa es contraponer a Lorca con Dionisio Ridruejo". Adem¨¢s, muchos intelectuales de bandos contrarios eran amigos antes de la guerra -"el trato de Lorca con Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera relatado por Gabriel Celaya sigue siendo pol¨¦mico para algunos"-, y muchos autores que ser¨¢n muy importantes, entonces eran unos desconocidos para el p¨²blico general: la mayor¨ªa de la generaci¨®n del 27 sin ir m¨¢s lejos.
"Hay que leer sin prejuicios", afirma Trapiello, para el que su libro propone saltarse las barreras de la propaganda y mirar en "las fisuras" por las que se cuelan la vida y la literatura. "La reconciliaci¨®n pasaba por leer sin apasionamientos ni anteojeras ideol¨®gicas los libros de los otros".
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