Ni?os
En la gran mayor¨ªa de casos de abusos sexuales sobre ni?os se repiten dos circunstancias. La primera es que el abusador no tiene conciencia del da?o que hace sino que el amor, o esa cosa que ellos consideran amor, le ciega. La segunda es que abusa de su posici¨®n dominante sobre el ni?o, casi siempre amparado en la superioridad jer¨¢rquica o en la pertenencia a un grupo escolar, religioso, social, deportivo. Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, result¨® ser no ya una oveja descarriada, sino el pastor descarriador. Adem¨¢s, utiliz¨® armas del siglo XX para allanarse el camino hasta el papa Wojtyla y ganarse su confianza y desarmar las defensas de la organizaci¨®n frente al fraude moral.
Era un hombre que ejemplifica en su conducta muchas de las caracter¨ªsticas del siglo pasado. Su sordidez interior era disfrazada de mesianismo exterior, de virtuosismo. Y, luego, su capacidad de anguila habilidosa para moverse en el soborno y el arribismo le hizo concebir una religiosidad de nuevo cu?o, donde el esfuerzo consiste en abrir la casa de los pobres para que se ceben en ella los ricos, en infiltrarse en los centros de poder y dinero para ponerlos a su servicio y no al de Dios, que anda siempre tan despreocupado.
La cascada de casos de abusos en el seno de los boy scouts que investigan los jueces de Oreg¨®n tambi¨¦n lleva tiempo desconcertando al personal. En su d¨ªa, hasta el director Steven Spielberg renunci¨® por ello a su carn¨¦ de socio perpetuo de la organizaci¨®n en lo que para ¨¦l debi¨® de ser un momento tan traum¨¢tico como para mi generaci¨®n la disoluci¨®n del d¨²o Enrique y Ana.
Escapar del siglo XX consistir¨¢ tambi¨¦n en evitar que los ni?os sean exprimidos, forzados, utilizados. A veces uno se enfrenta a programas de televisi¨®n que someten a los ni?os a ejercicios de consagraci¨®n, con todos esos peque?os disfrazados de adultos cantando canciones pasados de ensayos, jugando a ser estrellas del pop o la copla, y siente una melanc¨®lica indignaci¨®n, porque se quiebra el juego an¨®nimo, callejero y sin manipulaci¨®n que ser¨ªa el ¨²nico deseable para los ni?os. Te dan ganas de decir, no los quieras tanto, o al menos, no los quieras as¨ª.
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