La gallina y el cacareo
"Espa?a dista mucho de ser Grecia, pero debe sacar lecciones", ha dicho el gobernador del Banco de Espa?a, Miguel ?ngel Fern¨¢ndez Ord¨®?ez. "Grecia est¨¢ as¨ª por pol¨ªticas como la de Espa?a", ha dicho Mariano Rajoy justo antes de ser recibido por el presidente Zapatero. No, no, Espa?a no es Grecia pero la comparaci¨®n se va repitiendo. Es as¨ª como se construyen los discursos preformativos. Que Mariano Rajoy juegue a estas ambig¨¹edades calculadas es lamentable pero entra dentro de la costumbre: en pol¨ªtica hay gente que cree que hay que destruir al adversario aunque lo pague el pa¨ªs. Pero que el gobernador del Banco central se apunte a este discurso me parece altamente sospechoso. El mito de la independencia de estos cargos tan determinantes de las pol¨ªticas econ¨®micas empieza a cansar. ?Independientes de qu¨¦? Del poder pol¨ªtico quiz¨¢s s¨ª, pero sumamente dependientes de los mercados. ?Para qui¨¦n trabaja Fern¨¢ndez Ord¨®?ez?
Rajoy no quiere quedar atrapado si las cosas no van bien y la vanidad de Zapatero le impide aceptar ayudas
Vivimos estos d¨ªas con la informaci¨®n monopolizada por este ente abstracto llamado mercados, como si, a estas alturas de la historia, la suerte de nuestras sociedades dependiera de unos extra?os int¨¦rpretes del or¨¢culo de los dioses. Los mercados atacan, los mercados condenan, los mercados designan, los mercados redimen. Desde luego un test para decidir nuestro nivel de civilizaci¨®n dar¨ªa altamente negativo. Todos pendientes de una autoridad sin rostro: la mercadocracia.
En realidad, el mito de los mercados es la manera de salvar la responsabilidad de cada cual. Si la ¨²ltima palabra est¨¢ en manos de un ente que se presenta como la suma de miles de decisiones de origen diverso nadie es responsable. Y, sin embargo, por mucho que se escondan, los actores de los mercados est¨¢n por aqu¨ª, con grandes edificios corporativos que les identifican, tienen nombres y apellidos y, algunos de ellos, ejercen influencia determinante. ?O no son actores de los mercados, por ejemplo, nuestros bancos y nuestras cajas? Parapetados detr¨¢s de los mercados todos eluden sus responsabilidades, que son bien concretas, por mucho que se trata de esconderlas. Ya est¨¢ bien de poner los huevos en un lado y cacarear en otro. Ponen los huevos en los mercados y cacarean pidiendo la reforma laboral como m¨¢gica soluci¨®n de todos los males. Es lo que hace, por ejemplo, el gobernador del Banco de Espa?a, en vez de predicar con el ejemplo, con sensatez y prudencia. Esta crisis viene acompa?ada de un terrible mensaje moral. Los que no cumplen ganan, los que cumplen tienen premio. Los bancos y los pa¨ªses que se arruinen ser¨¢n rescatados. Los que han cumplido sus obligaciones tendr¨¢n que pagar por ellos. ?No es esta una forma de incentivar la irresponsabilidad?
Naturalmente, a los mercados se les lee seg¨²n y c¨®mo conviene. Las se?ales que dio la ca¨ªda de la Bolsa del martes eran significativas: la deuda privada de Espa?a preocupa mucho m¨¢s que la p¨²blica. El gobernador del Banco de Espa?a debe tener alguna responsabilidad sobre ello. ?O no depende de ¨¦l el control de los riesgos asumidos por el sistema financiero espa?ol? M¨¢s responsabilidad y menos dramatismo.
Acuciados por las encuestas, por fin, Zapatero y Rajoy se re¨²nen. Pero de las encuestas s¨®lo han le¨ªdo la mitad, a juzgar por la actitud de cada uno de ellos. La ciudadan¨ªa quiere acuerdos de calado, ellos s¨®lo guardan las apariencias. Zapatero no quiere que parezca que el PP le echa una mano para salir del atolladero y Rajoy no quiere que se pueda interpretar que est¨¢ dispuesto a dar apoyo a la pol¨ªtica del presidente. A Zapatero se le alivi¨® el panorama, al anunciar la Uni¨®n Europea que Espa?a empezar¨ªa a crecer en la segunda parte del a?o. Tocados ante la opini¨®n p¨²blica se resisten a aparecer como c¨®mplices de las pol¨ªticas a desarrollar. Rajoy no quiere quedar atrapado si las cosas no van bien y la vanidad de Zapatero le impide aceptar ayudas, cuando las necesita por todos lados. Finalmente, el acuerdo principal, la reforma de la Ley de Cajas en tres meses, abrir¨¢ nuevos frentes pol¨ªticos y la crisis econ¨®mica seguir¨¢ dobl¨¢ndose de crisis pol¨ªtica.
Las Comunidades Aut¨®nomas, y especialmente Catalu?a, ver¨¢n en este acuerdo un intento de retirarles capacidad de regulaci¨®n sobre las cajas de sus territorios. Y ganar¨¢ enteros la idea de que se est¨¢ preparando una reconducci¨®n regresiva del Estado auton¨®mico. Me sorprend¨ª cuando el PSOE acus¨® al conseller Castells de deslealtad por decir que entre el PSOE y Catalu?a, el PSC debe escoger siempre Catalu?a. PSOE y PP lo tienen claro: si han de escoger entre el partido y Espa?a, escogen el partido, con el argumento, por supuesto, de que el inter¨¦s del partido es el inter¨¦s de Espa?a.
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