Entre el an¨¢lisis de 'Schumi' y la intuici¨®n de Kimi

Faltaban ocho vueltas para el banderazo final del Gran Premio de Australia de f¨®rmula 1, la segunda cita de este a?o, y Fernando Alonso circulaba el cuarto, justo por detr¨¢s de Felipe Massa, su compa?ero de equipo. Desde el taller de Ferrari, una voz le hab¨ªa alertado de que Lewis Hamilton se le acercaba por detr¨¢s de forma alarmantemente r¨¢pida. "Tienes a Hamilton a 3,5 segundos", le dijeron. En ese preciso instante, el espa?ol rodaba con la adrenalina al m¨¢ximo, circunstancia que hizo que le brotara una llamarada de ese car¨¢cter que s¨®lo expone en los momentos clave. "?Vale! No quiero saberlo", contest¨®. El bocinazo lo escuch¨® todo aquel que estuviera viendo la carrera por la televisi¨®n, pero el destinatario era una ¨²nica persona: Andrea Stella (Orvierto, Italia, 1971), el ingeniero que desde que comenz¨® el Mundial hace de cord¨®n umbilical entre el coche de Alonso y el garaje.

"Kimi prefer¨ªa menos informaci¨®n, mucho m¨¢s plana y sin emoci¨®n", dice Stella

"La reacci¨®n que tuvo Fernando es una se?al muy positiva", sostiene Stella. "Como ingeniero, en ese instante ten¨ªa que hacerle saber a qu¨¦ distancia ten¨ªa el coche que iba detr¨¢s de ¨¦l para que no le pillara por sorpresa si intentaba adelantarle. Pero, al responderme de esa forma, entend¨ª que ten¨ªa la situaci¨®n controlada y que quer¨ªa que le dejara concentrarse porque la lucha iba a ser dura", argumenta.

Una de las principales cualidades que est¨¢ obligado a tener cualquier ingeniero de pista es la capacidad de adaptarse a las necesidades comunicativas concretas de cada corredor. No es lo mismo dirigirse a Kimi Raikkonen, que por alguna raz¨®n debi¨® de ganarse el apodo de Iceman (Hombre de Hielo), que a Alonso. "Kimi, por ejemplo, prefer¨ªa que le diera menos informaci¨®n, la esencial, y mucho m¨¢s plana, sin emoci¨®n, mientras que los mensajes que le llegan a Fernando tienen un poco m¨¢s de emotividad", esgrime Stella. Y a?ade: "En cambio, Raikkonen necesitaba que le transmitieras mucha m¨¢s seguridad. Quer¨ªa sentir que confiaba plenamente en ¨¦l".

Uno de los escenarios m¨¢s delicados que se les presenta a estos ingenieros que est¨¢n al otro lado de la radio surge cuando tienen que dirigirse al piloto para pedirle que vaya m¨¢s r¨¢pido, que fuerce la marcha, para conseguir un objetivo concreto, que puede ser desde defender la posici¨®n a atacar al b¨®lido que va delante. En eso, el car¨¢cter del individuo que est¨¢ dentro del monoplaza tambi¨¦n define la forma de dar el mensaje. "Alonso no necesita que nadie le diga que acelere. Si te limitas a decirle 'push!, push! (?empuja!, ?empuja!) -a pesar de que la mayor¨ªa de los miembros del equipo Ferrari hablan italiano, la comunicaci¨®n durante la prueba se hace en ingl¨¦s para que nadie pueda quedar al margen-, corres el riesgo de que crea que piensas que no est¨¢ yendo r¨¢pido. En su caso, como tiene mucha informaci¨®n acerca de la carrera, es preferible decirle que necesita dos o tres d¨¦cimas. Si vemos que en la curva 1 o en la 2 pierde tiempo, entonces se lo decimos para que lo gestione de la forma que quiera", explica este licenciado en ingenier¨ªa aeron¨¢utica que comenz¨® a trabajar para la Scuderia en 2002, como ingeniero de rendimiento del equipo, interpretando la telemetr¨ªa de Michael Schumacher. "A Michael le encantaba analizar las cosas, saber por qu¨¦ suced¨ªan, por qu¨¦ comet¨ªa un error concreto aqu¨ª o all¨ª. Kimi era m¨¢s intuitivo y Alonso es una mezcla de ellos dos", resume el t¨¦cnico.

Los di¨¢logos con el piloto no son m¨¢s que la punta del iceberg de la tarea que Stella o cualquier ingeniero de pista debe llevar a cabo durante un fin de semana de carreras. Por mucho que quiera relativizarlo -"mi trabajo, simplemente, consiste en ofrecer al piloto las condiciones necesarias para que pueda expresar su talento", dice-, marcar el comp¨¢s de los distintos ingenieros, llevar el plan de las vueltas que se van a realizar en cada tanda, con cu¨¢nta gasolina hay que cargar el coche o armonizar el programa de las piezas nuevas que deben introducirse, no parece algo f¨¢cil. Y todo eso para que luego, en el fragor de la batalla, vaya el piloto y le mande callar.