"El recuerdo nos lleva al futuro"
Se refiere a sus novelas como peque?as maletas en las que aspira a meter un mundo. "Si no doblas bien las cosas, no cierran", explica Anne Michaels (Toronto, 1958). En su segunda novela, La cripta de invierno (Alfaguara), la escritora ha empacado con esmero la construcci¨®n de la presa de Asu¨¢n en Egipto, la Varsovia de la Segunda Guerra Mundial, la construcci¨®n del paseo mar¨ªtimo de Saint Lawrence en Ontario y el Toronto de finales de la d¨¦cada de los sesenta. La historia de un joven matrimonio y de un arista polaco exiliado en Canad¨¢ envuelve estos tres lugares, estos tres momentos hist¨®ricos, con los que Michaels quer¨ªa arrastrar a sus lectores a un viaje alrededor del destierro, el recuerdo y la memoria. "?Qu¨¦ significa la desposesi¨®n? He tratado esta pregunta desde la confluencia de los planos hist¨®rico y personal", dice sentada en una trattoria en Toronto. "Los acontecimientos pueden ser monumentales pero los experimentamos de forma gradual. Cuando vivimos las cosas en presente, son algo distinto, gran parte de la historia ocurre en la esfera de lo cotidiano".
"A veces los muertos descansan y otras veces no. Esa es la met¨¢fora de la novela"
"Un poeta sabe que ninguna palabra debe ser desperdiciada y esa es mi escuela"
Michaels tiene fama de reservada. En 1986 public¨® su primer poemario, al que siguieron otros dos t¨ªtulos en verso. Su salto a la novela fue Piezas en fuga (Alfaguara, 1998). Con ella llegaron premios como Orange Prize y Trillium Book Award, una adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica y tambi¨¦n la atenci¨®n medi¨¢tica. John Berger dijo que era el libro m¨¢s importante que hab¨ªa le¨ªdo en los ¨²ltimos 40 a?os. Aquella historia sobre un ni?o jud¨ªo que es rescatado por un profesor durante el Holocausto, crece en Grecia y pasa su juventud en Toronto situ¨® a la escritora en primer plano, un espacio con el que no acababa de sentirse c¨®moda. Las preguntas sobre su vida eran recurrentes, como tambi¨¦n su negativa a contestarlas.
Ha tardado 12 a?os en sacar su siguiente novela. Durante ese tiempo, Michaels ha compaginado la escritura con su trabajo en un programa de posgrado en la Universidad de Toronto, en el que ayuda a un estudiante por curso a terminar el borrador de una novela -"necesitas escuchar con mucha atenci¨®n, pero resulta maravilloso ayudar"-. De madrugada, entre la una y las cinco, se volcaba en su propia tarea. "Lo cierto es que esto me ha permitido disfrutar de mis hijos sin interferencias. Cuando escribes sobre el dolor y la p¨¦rdida, de alguna manera quieres tener un coto separado".
Ajena al entusiasmo ol¨ªmpico que a finales del pasado febrero inundaba Canad¨¢, la escritora mantiene un halo de timidez y reserva, vestida con un gran abrigo negro, su cara enmarcada por la larga melena de rizos. Baja la mirada buscando la palabra adecuada para cada respuesta. Dice que mientras escribe s¨®lo lee libros de no ficci¨®n que le permiten profundizar en temas relacionados con sus personajes. "Nunca siento que he investigado lo suficiente". Datos de bot¨¢nica, ingenier¨ªa o arte aparecen ensartados como las cuentas de un collar en La cripta de invierno. La informaci¨®n act¨²a como met¨¢fora y su potente onda expansiva hilvana la trama, lo particular y lo general, la dif¨ªcil traves¨ªa de una pareja y la destrucci¨®n definitiva de una historia.
PREGUNTA. Sus dos novelas comparten los escenarios de Varsovia y Toronto. En la primera a?adi¨® Grecia y ahora Egipto. ?Por qu¨¦?
RESPUESTA. En La cripta de invierno hablo de la construcci¨®n de la presa de Asu¨¢n, con la que arranc¨® un periodo en el que este tipo de infraestructuras eran consideradas como sin¨®nimo de progreso. Los nubios fueron desterrados y una naci¨®n entera desapareci¨® de la faz de la tierra. Es un ejemplo profundo de desposesi¨®n.
P. El exilio definitivo.
R. S¨ª, hoy en d¨ªa miles de personas no viven en el lugar donde nacieron, han sido desplazadas por motivos econ¨®micos, por guerras o desastres naturales. Es algo tan com¨²n que casi resulta banal se?alarlo, pero se trata de un fen¨®meno reciente. Todos los personajes del libro se enfrentan a esto y me centro en ejemplos que est¨¢n lo suficientemente lejos en el tiempo para que los respetemos, pero que no son remotos. He intentado entrar en esta cuesti¨®n desde el mayor n¨²mero de planos posible.
P. ?C¨®mo los fue conectando?
R. No me interesan las comparaciones sino las relaciones. La conexi¨®n ten¨ªa que establecerse a un nivel profundo y tienes que cavar muy hondo para encontrar las corrientes subterr¨¢neas. El significado de los hechos est¨¢ ah¨ª.
P. La estructura de la novela parece acercarla a uno de sus protagonistas, al ingeniero Avery.
R. He tratado de crear un ritmo, de acercarme m¨¢s y m¨¢s al lector y luego retirarme para volver a sumergirle en la historia. En sus obras, Bertolt Brecht te conduce a un terreno cargado de emociones y luego saca la pancarta y lo intelectualiza. Yo quiero mezclar las dos cosas, crear el ambiente para fundir pensamiento y emoci¨®n.
P. ?C¨®mo ha influido la poes¨ªa en su trabajo como novelista?
R. Un poeta sabe que ninguna palabra debe ser desperdiciada y esa es mi escuela. Cuanto m¨¢s inexpresable es algo m¨¢s preciso debes ser. Luego est¨¢ el poder de las im¨¢genes que, como ocurre con la m¨²sica, te llegan antes de que puedas defenderte. Una imagen primero te golpea y luego te hace pensar. Creo que lo sentimental y lo intelectual deben estar completamente unidos.
P. ?C¨®mo surgen sus novelas? ?Cu¨¢l es el principio?
R. Un libro me lleva a otro. Pienso en una serie de ideas y luego encuentro una imagen que lo contiene todo. En este caso fue la vista del templo y de Avery pintando el paisaje en la espalda de Jean, su mujer.
P. ?Y los personajes?
R. Los tres principales de esta historia surgieron casi simult¨¢neamente. Es como el amor a primera vista, cuando ves a esa persona piensas que lo sabes todo, pero con el paso del tiempo descubres m¨¢s y m¨¢s cosas. Los personajes me ayudan a caminar y adentrarme en las preguntas. Jean, la protagonista, se reconcilia con su p¨¦rdida al escuchar a Lucjan. Algo ¨ªntimo es al final compartido por mucha gente que ha experimentado algo parecido. Pero, ?qu¨¦ significa esto, se trata de solidaridad o de desposesi¨®n incluso de nuestros propios sentimientos?
P. Jean es hu¨¦rfana de madre, al igual que uno de los personajes de su anterior novela.
R. En cualquier reflexi¨®n sobre la p¨¦rdida es necesario tratar esto. La m¨¢xima desolaci¨®n de la guerra son los ni?os que se ven forzados a agarrar la mano de un extra?o. Eso es lo que resuena en la orfandad. En el caso de Jean, el libro entero trata del efecto que en ella tiene esa experiencia, que condiciona su vida, su relaci¨®n con Avery, todo.
P. Avery recuerda que su padre le ense?¨® que el reordenamiento de las piezas plantea nuevas preguntas. ?Es esta la misma filosof¨ªa que usted aplica a su trabajo?
R. Se trata de ver de nuevo, de pensar, de sentir y que todo ocurra al mismo tiempo. Cuando colocas las cosas en un orden determinado permites que eso ocurra. Uno de los personajes de Piezas en fuga se preguntaba c¨®mo puedes odiar todo lo que procede del sitio de donde vienes y no odiarte a ti mismo. Esta pregunta quedaba en el aire y Lucjan la retoma en La cripta de invierno.
P. Lucjan, el artista polaco exiliado en Toronto. ?Por qu¨¦ regres¨® a Varsovia?
R. Porque su historia es conocida. Esa ciudad, como la reconstrucci¨®n del templo de Abu Simbel en Egipto, abre la cuesti¨®n de la reconstrucci¨®n y el recuerdo. ?C¨®mo recordamos p¨²blicamente? ?C¨®mo honramos la memoria?
P. El peso de la historia y el recuerdo, desde lo general a lo particular.
R. S¨ª, en la novela hay una escena en la que una joven rechaza el paquete que su madre quiere entregarle con fotos y cosas de su casa. ?C¨®mo debemos vivir? ?Aceptamos el paquete o lo rechazamos? Lo cierto es que nunca podemos realmente empezar de nuevo. Nuestras vidas est¨¢n en nuestros cuerpos. A veces los muertos descansan y otras veces no. Esa es la met¨¢fora de la novela. Cada comunidad trata esto de una manera distinta.
P. ?Conoce Egipto?
R. No lo he visitado porque recreo un espacio que ya no existe. ?C¨®mo recordar sin tener la experiencia directa? Me refugio en fotos, textos, cartas, m¨²sica. A veces la memoria es una forma de olvido. No puedes resucitar a los muertos, ni el pasado, porque si intentas traerlo de vuelta lo est¨¢s borrando. El recuerdo nos lleva al futuro.
P.
La cripta de invierno trata la destrucci¨®n a partir de tres casos ejemplares, pero lo cierto es que cualquier ciudad o pueblo tiene hoy poco que ver con lo que era hace cincuenta a?os.
R. La vida siempre cambia y la nostalgia es parte de nuestra existencia. Pero esto no hace sino enfatizar la necesidad de reflexionar sobre ello, tr¨¢tese de la p¨¦rdida de un ni?o o de una naci¨®n entera. Cualquiera que haya enterrado a un ser querido sabe que a partir de ese momento la relaci¨®n con la tierra cambia. ?De d¨®nde somos, del lugar donde nacimos, donde nos entierran, donde nacen nuestros hijos?
P. ?Qu¨¦ ha dejado fuera de esta novela?
R. Mucho. La contenci¨®n es muy importante. A los lectores hay que darles lo suficiente para que entiendan lo que ocurre, pero nada m¨¢s. Esto te lleva a preguntarte, por ejemplo, ?c¨®mo narrar la historia de un matrimonio? Uno puede contarlo todo o respetar una verdad esencial como que, al fin y al cabo, se trata de un acto privado entre dos personas, de un misterio. Los grandes actores saben que si quieren mantener al p¨²blico atento no deben gritar sino susurrar.
P. A pesar de la brutal destrucci¨®n que describe, mantiene un tono delicado.
R. La escritura violenta no es m¨¢s realista. M¨¢s que forzar al lector a que quite la vista, yo quiero tenerle tan cerca como sea posible durante el mayor tiempo posible.
P. Ha pasado 12 a?os trabajando en el libro. ?Lleg¨® a pensar que no lo terminar¨ªa?
R. Hay momentos de desespero. Al escribir s¨®lo encuentras solaz cuando pones a prueba tu fe. No quiero abandonar a mi lector en el abismo. Me preguntaba si ser¨ªa capaz de encontrar el camino que me llevar¨ªa al otro lado. Arrepentimiento, p¨¦rdida, culpa, dolor, eso es la mitad de la historia, no el final. El reto es alcanzar una resoluci¨®n profunda y no dar simplemente con algo conveniente para completar la trama.
Sentada en una mesa al fondo del local, frente a una taza de t¨¦, Michaels habla del amor: del que experimentan sus personajes -"aman como pueden"-, de las causas que lo vuelven posible o imposible -"amamos a trav¨¦s de gestos"- y del papel que en ¨¦l juega el azar -"alguien se cambia de mesa y eso puede volver del rev¨¦s tu vida"-. Dice que hay que escribir desde el coraz¨®n de las cosas. Esa es la ¨¦tica que dirige su trabajo. ?Y qu¨¦ hay de su vida que protege con tanto celo? "No quiero ponerme por delante, cuando tratas con temas que la gente ha vivido debes honrar su historia", sonr¨ªe. Se despide con una ¨²ltima pregunta: "?Qu¨¦ quieres saber?".
La cripta de invierno. Anne Michaels. Traducci¨®n de Eva Cruz. Alfaguara. Madrid, 2010. 360 p¨¢ginas. 18,50 euros.
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