Llamas
Gaspar Llamazares encuentra l¨®gico que muchos votantes de izquierda hayan abandonado a los laboristas, a un partido que en los ¨²ltimos a?os ha traicionado sus principios realizando una pol¨ªtica de derechas. Es probable que Tony Blair haya le¨ªdo a Shakespeare, mientras que la cultura de Bush no debe haber sobrepasado la embelesada adicci¨®n a los tebeos del Capit¨¢n Am¨¦rica, pero su visi¨®n del mundo, adem¨¢s de la solidaridad para arrasar Irak escud¨¢ndose en una planificada mentira, imagino que es similar. Etiquetar la pol¨ªtica que hizo Blair de progresista s¨®lo puede obedecer a una broma de mal gusto. Lo que me sigue sorprendiendo es que el personal no desfallezca en ese acto tan democr¨¢tico de depositar su voto y su confianza en alguien, que no reine una enorme y esc¨¦ptica abstenci¨®n o millones de condenatorios votos en blanco. Y te planteas no ya d¨®nde est¨¢ la izquierda o para qu¨¦ sirve, sino tan s¨®lo la existencia de gente sensata y legal, cuando ves c¨®mo se eterniza en la jefatura del Estado un individuo transparentemente siniestro como Berlusconi. O la tolerancia absoluta de los Gobiernos con la delincuencia econ¨®mica de los que han provocado este infierno y jam¨¢s se van a quemar.
Debe de haber mucha gente en Espa?a en posesi¨®n de flotador ante el s¨¢lvese quien pueda. No ya los escandalosa o moderadamente ricos que incluso se permiten la desverg¨¹enza de constatar que ha llegado el Apocalipsis cada vez que les acercan un micr¨®fono. Tampoco padecer¨¢ de insomnio el intocable funcionariado, ni pasar¨¢ miedo la n¨®mina mensual de los que viven de la pol¨ªtica (en ese realista tema no hay diferencias ideol¨®gicas), ni esa caricatura de sindicatos a los que compensa cerrarles la pragm¨¢tica boquita a base de talones. Pero los que constatan que su paro se acaba o los que tienen el profundo mosqueo de que, en breve tiempo, van a engrosar esas filas, los que perciben con terror el desfallecimiento de sus ahorros y los que saben que su futuro es una abstracci¨®n muy negra, pueden abrazar la causa de los desesperados e incendiar las calles.
Y el salvajismo no admite reglas. Que se lo cuenten a esos tres desgraciados griegos que fueron asfixiados por los c¨®cteles molotov. Por ir a currar al banco en una huelga general. Los due?os, por supuesto, no estaban dentro.
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