Las tribulaciones de Nick Clegg
El l¨ªder liberal-dem¨®crata se debate entre mantener su exigencia de reforma electoral y ceder para garantizar un Gobierno estable con los conservadores
El grupo parlamentario de los liberal-dem¨®cratas respald¨® el s¨¢bado la negociaci¨®n emprendida por su l¨ªder, Nick Clegg, con el Partido Conservador para que David Cameron sea designado primer ministro y pueda formar Gobierno. Pero mientras los nuevos diputados respaldaban esa estrategia, un millar de personas se manifestaban ante el edificio en que estaban reunidos clamando "?Voto justo, ya!".
Clegg sali¨® un momento y se dirigi¨® a los manifestantes, meg¨¢fono en mano. "Nunca hubiera imaginado que 1.000 personas se manifestar¨ªan en el centro de Londres pidiendo la representaci¨®n proporcional. Es un tema que tradicionalmente s¨®lo preocupa a un pu?ado de acad¨¦micos y expertos constitucionales. Y el hecho de que est¨¦is hoy aqu¨ª porque cre¨¦is en la reforma pol¨ªtica es absolutamente maravilloso", les dijo.
Los 'tories' no comprender¨ªan que Cameron aceptara la reforma pol¨ªtica
Mil personas piden en las calles de Londres el cambio del sistema electoral
El liberal-dem¨®crata tiene la llave del Gobierno, pero no se sabe para qu¨¦ puerta
Si Clegg decide pactar con Brown, muchos brit¨¢nicos se lo reprochar¨ªan
Pol¨ªtico al fin y al cabo, Clegg no les dio ning¨²n detalle sobre las negociaciones y tampoco se comprometi¨® a pactar con los conservadores s¨®lo si estos aceptan la reforma del sistema electoral. "No voy a hablaros de las discusiones que estamos teniendo, pero quiero que sep¨¢is que la reforma pol¨ªtica es una de las razones por las que entr¨¦ en pol¨ªtica", les dijo. "Creo genuinamente que es del inter¨¦s de la naci¨®n, de todos los brit¨¢nicos, aprovechar esta oportunidad para crear una nueva pol¨ªtica. Recojo vuestra petici¨®n con el esp¨ªritu de cambio, de cambio real en la pol¨ªtica de este pa¨ªs. Y quiero que hag¨¢is esto mismo en cada plaza y en cada calle de este pa¨ªs, que continu¨¦is vuestra campa?a por una pol¨ªtica diferente y mejor", a?adi¨®.
Que Clegg no diera detalles a los manifestantes quiz¨¢ se explique por lo que minutos despu¨¦s declar¨® uno de los negociadores liberal-dem¨®cratas, David Laws. "Tanto el gabinete en la sombra como el grupo parlamentario han apoyado total y completamente la estrategia puesta en marcha por Nick Clegg en las ¨²ltimas 24 horas. Estamos determinados a poner el inter¨¦s nacional por delante del inter¨¦s de partido y jugar nuestro papel para que haya el Gobierno estable y adecuado que la gente de este pa¨ªs espera".
David Laws subray¨® que los liberal-dem¨®cratas comprenden que las conversaciones han de acabar "lo antes posible", pero no quiso fijar ning¨²n calendario. "Queremos estar seguros", afirm¨® Laws, "de que tomamos las decisiones m¨¢s adecuadas a largo plazo para la gente de este pa¨ªs".
Pero las buenas palabras de Laws no ocultan la delicada posici¨®n en que se encuentra el l¨ªder liberal-dem¨®crata y la pol¨ªtica brit¨¢nica en general tras las elecciones del 6 de mayo, en las que ning¨²n partido consigui¨® la mayor¨ªa absoluta.
Nick Clegg tiene las llaves del Gobierno, pero no est¨¢ claro que est¨¦ en condiciones de elegir qu¨¦ puerta quiere abrir con ellas. Si pacta con los conservadores sin asegurarse la reforma del sistema electoral, su partido y millones de votantes no lo entender¨ªan; pueden comprender otras renuncias, como la regularizaci¨®n de inmigrantes o el armamento nuclear, pero no la reforma electoral. Pero si el conservador David Cameron aceptara la reforma electoral a cambio del apoyo de los liberal-dem¨®cratas, ser¨ªa su partido el que no lo entender¨ªa.
Si las conversaciones se rompen y Clegg pacta con Brown, muchos brit¨¢nicos tampoco lo entender¨ªan y la prensa tory -es decir, casi toda- se tirar¨ªa a la yugular de Clegg y de un Gobierno Arcoiris que, para asegurarse la mayor¨ªa en los Comunes, necesitar¨ªa los votos de todos los diputados laboristas, liberal-dem¨®cratas y de los partidos nacionalistas de Escocia, Gales e Irlanda del Norte.
Y es posible que al final, desgastados por el acoso medi¨¢tico y en un entorno de recorte de gasto p¨²blico, el refer¨¦ndum sobre la reforma electoral se convirtiera en un refer¨¦ndum sobre el Gobierno Arcoiris y la reforma se fuera al traste por varios decenios.
Si todas las negociaciones fracasan y el pa¨ªs se ve abocado a unas elecciones inmediatas, ser¨ªa toda la opini¨®n p¨²blica quien no lo entender¨ªa y los liberal-dem¨®cratas tendr¨ªan mucho que perder: los conservadores tienen todo el dinero necesario para ir a las urnas, los laboristas ir¨ªan con un l¨ªder renovado y los liberales acabar¨ªan pagando el mal humor de la naci¨®n.
Uno de los problemas de fondo es que los brit¨¢nicos siguen analizando las elecciones a trav¨¦s del viejo sistema electoral, sin darse cuenta -unos con buena fe, otros porque eso es lo que les interesa- de que el sistema funcionaba bien cuando los brit¨¢nicos eleg¨ªan entre laboristas y conservadores. Pero la pol¨ªtica brit¨¢nica ha cambiado. Los liberal-dem¨®cratas hace ya muchos a?os que tienen peso espec¨ªfico en t¨¦rminos de votos.
Hasta ahora, la falta de reforma era un problema s¨®lo para ellos. En estas elecciones, por ejemplo, se han visto premiados con cuatro diputados por cada medio mill¨®n de votos, mientras los laboristas obten¨ªan 15 y los conservadores 14. Pero ahora es el conjunto del sistema pol¨ªtico el afectado por el sistema electoral, incapaz de producir una mayor¨ªa absoluta porque hay tres grandes partidos, no s¨®lo dos. Muchos brit¨¢nicos se resisten a aceptarlo, pero los votantes se comportan como lo hacen los votantes continentales: quieren coaliciones, acuerdos de Gobierno, no quieren que un partido se lo lleve todo.
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