La crisis tailandesa hunde el turismo
Dos polic¨ªas mueren en un ataque con granadas y en un tiroteo en Bangkok
Desde que comenzaron las protestas de los camisas rojas en Bangkok, Gim no s¨®lo trabaja de contable en el caf¨¦ restaurante Cool Corner, en la calle Surawong, sino que, cuando acaba su jornada, se dedica tambi¨¦n a captar clientes entre la gente que pasa por delante del local mientras espera a que salga del trabajo un amigo con el que regresa a su barrio. "El negocio ha ca¨ªdo m¨¢s de un 40%. Los turistas tienen miedo y evitan Bangkok. Esto es un desastre", dice este hombre, al que no le gustan los rojos, pero que, como la mayor¨ªa de estos, se declara seguidor de Thaksin Shinawatra, el populista ex primer ministro depuesto en 2006 en un golpe de Estado.
Enfrente, en la calle Patpong, la m¨²sica machacona se escapa de los locales de vida alegre con nombres como Super Pussy. Chicas en bikini danzan en el interior o se exhiben a sus puertas para atraer consumidores. Sin mucho ¨¦xito. Desde hace semanas, en las aceras m¨¢s que posibles clientes hay soldados pertrechados con chalecos antibalas y fusiles autom¨¢ticos. Montan guardia a tiro de adoqu¨ªn de las barricadas del campamento de los camisas rojas, que han ocupado el centro de Bangkok desde mediados de marzo para pedir la disoluci¨®n del Parlamento y la convocatoria de elecciones. Seg¨²n aseguran, el actual primer ministro, Abhisit Vejjajiva, lleg¨® al poder de forma ileg¨ªtima.
40 pa¨ªses aconsejan a sus ciudadanos que no visiten el pa¨ªs asi¨¢tico
La inversi¨®n y el consumo han sido afectados, pero no las exportaciones
La falta de clientes, tanto extranjeros como locales, en los alrededores de Silom -barrio financiero de d¨ªa, barrio caliente de noche-, se repite por todos lados. La gente tiene miedo despu¨¦s de los varios ataques con granadas que ha vivido la ciudad desde que comenzaron las protestas y los violentos enfrentamientos entre los rojos y las fuerzas de seguridad, en los que han muerto 29 personas y han resultado heridas m¨¢s de 900. El viernes, poco antes de la medianoche, y durante la madrugada de ayer, dos polic¨ªas murieron en un ataque con granadas y en un tiroteo precisamente en la zona de Silom Road. Los camisas rojas, que esperan detalles sobre la propuesta del Gobierno (disoluci¨®n del Parlamento en septiembre y convocatoria de elecciones el 14 de noviembre) para poner fin a la crisis, negaron cualquier implicaci¨®n y condenaron la violencia.
"En esta ¨¦poca, deber¨ªamos tener una ocupaci¨®n del 60%, pero es del 10%", dice Thepparit, tras el mostrador de la recepci¨®n del hotel Narai, en Silom. "Nuestro hotel est¨¢ al 20%, cuando antes de los incidentes estaba al 80%", asegura una empleada del Sofitel, en la misma calle.
La m¨¢s grave violencia civil que ha vivido Tailandia en casi dos d¨¦cadas ha asestado un duro golpe al turismo, un sector que representa el 6% de la econom¨ªa. Las llegadas al aeropuerto de Suvarnabhumi, el principal de Bangkok, cayeron m¨¢s de un 30% en abril, lo que hace temer que no se alcance el objetivo del Gobierno de recibir 15,5 millones de turistas este a?o.
M¨¢s de 40 pa¨ªses han recomendado a sus ciudadanos que, a la vista del clima de inestabilidad pol¨ªtica, suspendan los viajes no esenciales a Tailandia, mientras que 10 han pedido directamente que lo eviten. Seg¨²n la Oficina de Exposiciones y Convenciones, el pa¨ªs ha dejado de ingresar m¨¢s de 23 millones de euros debido a las cancelaciones de ferias y actos, y podr¨ªa perder varias veces m¨¢s en los pr¨®ximos meses.
Miles de trabajadores en Bangkok se han visto afectados por las protestas, y algunos incluso han sido despedidos por la falta de negocio. Hoteles de lujo como el Grand Hyatt Erawan han tenido que cerrar sus puertas, ya que se encuentra en una de las calles ocupadas por los manifestantes. Ante su maciza fachada, de grandes columnas y letras doradas, viven desde hace semanas, bajo toldos y carpas, pobres de las zonas rurales, que representan el grueso de los camisas rojas.
Tambi¨¦n han cerrado grandes centros comerciales, como Gaysorn o Peninsula Plaza, y numerosos peque?os comercios. En uno de ellos, un cartel dice: "Los sentimos, cerrado por los disturbios pol¨ªticos".
Muchos de los residentes y trabajadores de los barrios m¨¢s afectados de la capital, como Silom y el cruce de Ratchaprasong, donde confluyen los varios kil¨®metros de calzada y aceras ocupados por los manifestantes, est¨¢n indignados. "Quiero que los rojos desalojen el campamento y regresen a sus casas, y que vuelva la normalidad", dice Jeeranat, de 40 a?os, que trabaja en una compa?¨ªa de construcci¨®n. "Creo que piden demasiado", dice esta mujer, que luce una pulsera con la inscripci¨®n "Larga vida al rey" y se declara partidaria de Abhisit.
Seg¨²n el banco central de Tailandia, la crisis ha afectado al turismo, el consumo privado y la inversi¨®n, aunque, de momento, no a las exportaciones, otro componente clave de su econom¨ªa. A pesar de las movilizaciones, el banco elev¨® la semana pasada las previsiones de crecimiento del producto interior bruto para 2010 a entre el 4,3% y el 5,8%, frente al 3,3%-5,3% anunciado en enero, gracias a las expectativas de mayores exportaciones por la recuperaci¨®n econ¨®mica global. Pero las cifras podr¨ªan desplomarse si se reproducen los enfrentamientos.
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