La profec¨ªa del punk isl¨¢mico
Un libro inspira un movimiento de rompedoras bandas de musulmanes
"?Yo soy un anticristo, yo soy un islamista..!". El concierto arranca con un punteo de bajo que suena a Sex Pistols, de hecho la melod¨ªa es un plagio de la de Anarchy in the UK y la letra una parodia del himno punk. Pero todo el asunto es bastante m¨¢s transgresor que el cuarteto londinense. Son Kominas, la sensaci¨®n punk de Boston y de Lahore (Pakist¨¢n). Un grupo de musulmanes que reivindica que la fe isl¨¢mica mezcla bien con el lado m¨¢s salvaje de la vida. Se puede ser gay, fumador de marihuana, punk o mujer cantante (algo que proh¨ªbe el islam) y al mismo tiempo un devoto de los postulados del profeta Mahoma. Y eso, desde hace un tiempo, tiene nombre: Taqwacore.
Cuando ten¨ªa 13 a?os, Michael Muhammad Knight (Nueva York, 1976) oy¨® c¨®mo Public Enemy chillaba algo sobre un tal Malcolm X en sus canciones. A los 15, le dio por seguir leyendo sobre el tema y entre una cosa y otra decidi¨® convertirse al islam y marcharse a Islamabad a estudiar en la mezquita de Faisal. Knight, educado en una familia cat¨®lica, qued¨® frustrado con las restricciones y r¨ªgidas doctrinas y se sac¨® de la manga un libro que comenz¨® a distribuir en fotocopias. Una historia que romp¨ªa con todo y que, sin saberlo, estaba fundando una nueva manera de entender la fe difundida por el profeta. Algo que, al fin y al cabo, s¨ª fue una profec¨ªa contrastada.
The Taqwacores, mezcla de Taqwa (conciencia de Dios) y Core (en alusi¨®n a la m¨²sica hardcore), es una novela sobre un grupo de chavales musulmanes que viven a ritmo de punk en una casa en Buffalo (Nueva York). Skaters indonesios, musulmanes gays o alcoh¨®licos, mujeres punks con burka o skinheads chi¨ªes. Todos bajo el mismo techo de una casa en la que comparten sexo y una marca en la fachada que indica la orientaci¨®n a La Meca. El libro se convirti¨® en poco tiempo en objeto de culto entre una juventud isl¨¢mica estadounidense todav¨ªa aturdida por los ataques del 11-S. El guardi¨¢n entre el centeno para musulmanes, lo definieron.
Centenares de chicos encontraron en ¨¦l el camino para poder abrazar la cultura de EE UU sin renunciar a sus convicciones. "Muchos me escribieron para saber c¨®mo pod¨ªan reunirse con la gente de la que hablaba. Pero era todo una ficci¨®n", recuerda Knight en el documental de su historia. De repente, se formaron varias bandas. Kominas, The Secret Five Trial (un grupo de lesbianas a lo L7), AL-Thawra o Vote Hezbollah (que, pese al nombre, aseguran promover la paz y el buen rollo).
Lo que relata el documental que vino despu¨¦s es el encuentro de todos para salir de gira por EE UU y Pakist¨¢n. La c¨¢mara sigue a esos chavales, que rezan varias veces al d¨ªa, se emborrachan y fuman marihuana. Como era de esperar, el asunto no le hace ninguna gracia a nadie: ni a isl¨¢micos, que ven en ellos a unos herejes melenudos, ni a los blancos y honrados americanos, que no dejan de considerarles islamistas peligrosos. En enero se estren¨® en Sundance la versi¨®n cinematogr¨¢fica del libro. "El futuro no est¨¢ escrito", reivindicaba Joe Strummer, l¨ªder de The Clash. En el caso del punk isl¨¢mico, parece que s¨ª lo estaba.
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