Sin¨¦cdoques
Para empezar un recordatorio por si a ustedes les pasa lo que a m¨ª, que en cuestiones de ret¨®rica confundo el ox¨ªmoron con la onomatopeya y la metonimia con la metempsicosis: la sin¨¦cdoque es el tropo que extiende o altera la significaci¨®n de las palabras, para designar a un todo con el nombre de una de sus partes. En el terreno pol¨ªtico, consiste en convertir a los partidarios de una ideolog¨ªa en representantes ¨²nicos y exclusivos del conjunto de ciudadanos que de hecho pueden veros¨ªmilmente no compartirla. Durante la pasada dictadura, por ejemplo, s¨®lo eran "espa?oles" los que apoyaban al r¨¦gimen franquista o no expresaban cr¨ªticas contra ¨¦l: los disidentes deca¨ªan de esa titularidad para ser en el mejor de los casos "malos espa?oles" y, en el peor, formar parte del reino tenebroso de la anti-Espa?a. Ahora se dan casos semejantes entre quienes decretan que s¨®lo son vascos, catalanes o gallegos los que comparten la opci¨®n nacionalista vigente en cada una de esas comunidades aut¨®nomas. Y no puedo por menos de recordar la observaci¨®n entre zumbona y dolorida que una vez me hizo don Julio Caro Baroja: "Ya ve usted, me he pasado cuarenta a?os siendo un mal espa?ol para ahora convertirme en un mal vasco"...
Algunos decretan que s¨®lo son vascos, catalanes o gallegos los que defienden ese nacionalismo
Este abuso torticero de la sin¨¦cdoque ha sido bien documentado por Jes¨²s Casquete en su libro En el nombre de Euskal Herria. La religi¨®n pol¨ªtica del nacionalismo vasco radical (Ed. Tecnos) y comentado como componente caracter¨ªstico del relato de identidad de cualquier nacionalismo por Fernando Molina Aparicio en su art¨ªculo La eterna 'cuesti¨®n vasca' (revista Claves, n¨²mero 199). ?ltimamente parece empe?ado en familiarizarnos con esta manipulaci¨®n el presidente Montilla y otros pol¨ªticos nacionalistas de la autonom¨ªa que lidera, los cuales nos avisan de que una sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut que no fuese de su pleno agrado constituir¨ªa un agravio contra los catalanes. Ya aquel famoso -y seg¨²n muchos infame- editorial de adhesi¨®n inquebrantable firmado por una d¨®cil docena de medios informativos locales se hab¨ªa convertido en int¨¦rprete nada menos que de la dignidad de Catalu?a, pero recientemente el se?or Montilla ha proclamado que ning¨²n tribunal de este mundo ni probablemente del otro puede alzarse contra el sentimiento o padecimiento general de los catalanes todos. Y lo sorprendente es que al parecer habla como pol¨ªtico democr¨¢tico, no como psicoanalista del alma colectiva ni como adivino de lo inefable. Seg¨²n esta aplicaci¨®n de lo sinecd¨®tico, todos los ciudadanos de Catalu?a sienten al un¨ªsono y tienen un¨¢nime prevenci¨®n a que el TC lleve la contraria a sus mentores (a pesar del escaso entusiasmo que mostraron por participar en el refer¨¦ndum sobre en Estatut). Ninguno, por lo visto, se siente interesado en respetar y defender lo que le certifica como perteneciendo con pleno derecho a una comunidad estatal grande, todos prefieren reafirmarse en su menor peculiaridad regional irreductible. Y si hay algunos -o muchos- que no piensan as¨ª, es que no son catalanes o al menos "buenos" catalanes....
Naturalmente, esta afici¨®n manipuladora a la sin¨¦cdoque no es ni mucho menos exclusiva de Montilla y compa?¨ªa. Se da tambi¨¦n en Euskadi, donde cualquier medida informativa o educativa que no sigue la pauta nacionalista es denunciada por quienes hasta hace poco hab¨ªan dirigido el cotarro como una agresi¨®n a la identidad vasca. Y se oye aqu¨ª y all¨¢ en otras autonom¨ªas, con motivo del reparto del agua o de privilegios fiscales. Por no mencionar a los que hablan estos d¨ªas en nombre de todos los antifranquistas (entre los cuales a muchos de ellos nunca se les vio en tiempos de la dictadura) o deciden qui¨¦n es progresista y qui¨¦n no en los tribunales y en todas partes. Aseguraba Cioran que quien dice "nosotros" miente, pero creo que exageraba: s¨®lo mienten, aunque eso s¨ª: alto y claro, los aficionados a las sin¨¦cdoques.
Babelia
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