El riesgo de pensar
Se dispone el ciudadano a ser ejemplar y participar en la consulta democr¨¢tica que le propone su alcalde. Como en Barcelona, si de algo disponemos por metro cuadrado es de arquitectos y, por desgracia, ¨²ltimamente tienen tiempo libre, la ciudadana desorientada consulta a tres que le parecen honestos. ?El criterio? no participar del esp¨ªritu de Marina d'Or, que a tantos ha enriquecido, sino de la mejor tradici¨®n arquitect¨®nica catalana.
Mi arquitecto preferido est¨¢ por la contenci¨®n y me cita a John Huston: "Los pol¨ªticos, los edificios p¨²blicos y las prostitutas se hacen respetables si duran lo suficiente". Traducci¨®n para no arquitectos: la Diagonal y el Eixample son un buen invento y la reforma propuesta no despeja todas las inc¨®gnitas.
Un mal resultado para el equipo de gobierno no invalidar¨ªa la buena idea de consultar a los barceloneses
El segundo arquitecto, dedicado a la docencia, abunda en la idea y cita a Jos¨¦ Antonio Coderch: "Lo dif¨ªcil es saber lo que hay que reformar".
La vida es reforma, pero intervenir no siempre es bueno. Es decir, una cuchara puede cambiar de tama?o y con imaginaci¨®n se puede empeorar. Pero una cuchara es una cuchara.
Est¨¢ claro que la Diagonal se debe poder mejorar, pero faltar¨ªa un proyecto de conjunto. Falta pensarla como un todo que evite que parezca "la entrada a Los ?ngeles, que se convierta en una gris ciudad de provincias y acabe en Miami Beach".
Mi arquitecto preferido advierte sobre la ordenaci¨®n del tr¨¢fico: "El milagro urban¨ªstico del Eixample es la convivencia entre peatones y coches, compartiendo el espacio al 50%". Adem¨¢s, dice: "una calle principal nunca debe ceder a las calles secundarias". A la ciudadana despistada le cuesta creer que el tr¨¢fico particular vaya a adaptarse al Eixample sin perjudicar la calidad de vida, sin aumentar todav¨ªa m¨¢s el ruido y la contaminaci¨®n. Si la alternativa para cruzar la ciudad por la Diagonal deben ser las rondas, esta aparece como una opci¨®n fr¨¢gil porque las rondas ya est¨¢n asfixiadas.
El transporte p¨²blico se beneficiar¨¢ con la l¨®gica conexi¨®n del tranv¨ªa, pero ?por qu¨¦ no se puede optar a tener un metro de primera divisi¨®n?
La necesidad de reformas, paulatinas o decisivas parece un¨¢nime. Las aceras son peligrosamente estrechas en tramos largos, algunos ¨¢rboles agonizan y no se favorece el comercio en planta baja, que es lo que da vida a las ciudades.
Mi tercer arquitecto, estrella del maragallismo, explica ante una c¨¢mara: "Ninguna de las opciones resuelve los d¨¦ficits b¨¢sicos" de la Diagonal y "no tiene informaci¨®n suficiente" para decantarse por una u otra opci¨®n. La ciudadana ya no se siente tan rarita si Oriol Bohigas no tiene opini¨®n formada...
La iniciativa de la consulta abre un debate civilizado sobre la ciudad y da la oportunidad de hablar a unos ciudadanos que han demostrado en otras muchas ocasiones su voluntad participativa.
Lo que es discutible es la oportunidad pol¨ªtica de la iniciativa de reforma y el planteamiento de la consulta. En un momento en el que se imponen medidas de reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico, los ciudadanos son extraordinariamente exigentes con las prioridades del gasto p¨²blico. Ante el argumento de la creaci¨®n de empleo y el impulso econ¨®mico del gasto en obra p¨²blica, resulta oportuno preguntarse sobre el modelo de ciudad y de pa¨ªs. ?Debemos dar prioridad a la Barcelona del polo biom¨¦dico y el tecnol¨®gico 22@ o a la del escaparate y la sandalia con calcet¨ªn?
Sobre la oportunidad pol¨ªtica, en la Casa Gran deber¨ªan haber visto que el planteamiento de la consulta es una oportunidad para la expresi¨®n de descontento en un contexto de graves dificultades econ¨®micas y malhumor pol¨ªtico. La personalizaci¨®n de la iniciativa en el alcalde Hereu le sit¨²a en el centro de la diana. Le responsabiliza, aunque quiz¨¢ no sea justo, del dudoso funcionamiento del sistema de votaci¨®n y de la triqui?uela poco elegante de hacer desaparecer la opci¨®n C.
Un mal resultado para el equipo de gobierno no invalidar¨ªa la buena idea de consultar a los barceloneses. Pero preguntar tiene eso, que a los ciudadanos les da por pensar.
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