Zapatero contra ZP
El presidente abandona su ret¨®rica habitual para anunciar un necesario ajuste econ¨®mico
El presidente Zapatero present¨® ayer un recorte del gasto p¨²blico que supone el mayor y m¨¢s radical cambio de rumbo econ¨®mico llevado a cabo por un Gobierno democr¨¢tico en Espa?a. Sin duda, la extrema gravedad de la situaci¨®n lo requer¨ªa. Como tambi¨¦n exig¨ªa la dureza de las medidas anunciadas, entre las que se encuentran algunas que eran inaplazables al menos desde finales de 2009.
El discurso del presidente estuvo a la altura de las circunstancias. Lo que, en sentido contrario, implica que no lo ha estado durante los dos ¨²ltimos a?os. Sustituir las dif¨ªciles decisiones que requer¨ªan la econom¨ªa espa?ola y la defensa del euro por una ret¨®rica maniquea, y no sin ribetes populistas, en defensa de pol¨ªticas calificadas de sociales y de izquierda, aunque estuvieran lejos de serlo, ha hecho perder un tiempo que ahora hay que recuperar con urgencia y haber corrido riesgos s¨®lo aplacados de momento.
El Zapatero que ayer tom¨® la palabra en el Congreso de los Diputados se desminti¨® a s¨ª mismo con m¨¢s contundencia que sus cr¨ªticos, completando un giro copernicano en la plasmaci¨®n de los principios ideol¨®gicos que invocaba. Resulta parad¨®jico que el Gobierno promoviese en el palacio de Zurbano un pacto de Estado en torno a un heterog¨¦neo listado de medidas de escasa trascendencia y que, apenas unas semanas despu¨¦s, afronte en solitario un duro ajuste del gasto p¨²blico. Si alg¨²n paquete de medidas requer¨ªa intentar un pacto era el anunciado ayer, y el Partido Popular corre el riesgo de erosionar su condici¨®n de alternativa si busca capitalizar desde el oportunismo, como dej¨® vislumbrar ayer, el inevitable coste pol¨ªtico y social que acarrear¨¢ una decisi¨®n que no admit¨ªa m¨¢s aplazamientos.
El Gobierno ha optado por un recorte dr¨¢stico, r¨¢pido y capaz de recuperar la credibilidad perdida. El mayor volumen de gasto en la estructura del Presupuesto espa?ol se concentra en los salarios de los empleados de la Administraci¨®n y las pensiones y costes sociales, con especial menci¨®n a los directamente derivados del desempleo. Desde el momento en que el Gobierno se ha visto obligado a aplicar un ajuste profundo y r¨¢pido bajo presi¨®n internacional, le ha resultado imposible mantener inalteradas las partidas con las que pretend¨ªa marcar distancias con el PP. La salida de la crisis no se juega en las escaramuzas pol¨ªticas internas, sino en un tablero mucho m¨¢s amplio en el que Espa?a est¨¢ bajo atenta observaci¨®n.
Ninguna de las medidas anunciadas por Zapatero es injusta ni il¨®gica, incluyendo la no revalorizaci¨®n de las pensiones, a excepci¨®n de las m¨ªnimas y las no contributivas, o la bajada del sueldo de los funcionarios. La primera es una decisi¨®n dolorosa, pero tendr¨¢ menos impacto que una dr¨¢stica rebaja, que ser¨ªa necesaria si ahora no se aplica la congelaci¨®n. En cuanto a la segunda, cabe explicarla porque los trabajadores del sector p¨²blico no hab¨ªan sufrido hasta el momento el peso de la crisis, que s¨ª han experimentado los asalariados del sector privado.
Los agentes sociales, en especial los sindicatos, no deber¨ªan enturbiar el ajuste con suspensi¨®n de negociaciones, huelgas y protestas. Tampoco el PP puede desentenderse del esfuerzo al que, por fin, ha convocado el Gobierno. Una recesi¨®n tan profunda como la actual exige una p¨¦rdida global de rentas, y la anunciada ayer es el sacrificio m¨ªnimo necesario para mantener la solvencia en las finanzas p¨²blicas. Zapatero y su Gobierno han perdido desde 2007 muchas oportunidades de repartir el coste de la crisis; en esta ocasi¨®n, se trata, sin embargo, de no dilapidar una prosperidad lograda entre todos y de cuya salvaguarda todos debemos, hoy m¨¢s que nunca, hacernos responsables. Que la rectificaci¨®n llegue tarde no autoriza a nadie responsable a torpedear el esfuerzo.
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