Telesolubles
Cuentan las cr¨®nicas del D¨ªa H que la abogada de la Generalitat, gallardamente encarada con un compa?ero fot¨®grafo, le espetaba que no cre¨ªa en la independencia de la prensa. Todo un hallazgo. Sabia conclusi¨®n bajo la que se adivina el d¨¦bil latido de la vida inteligente. O arranque de sinceridad y reconocimiento de lo mucho que han hecho los ¨²ltimos gobiernos valencianos por comprar peri¨®dicos, radios y televisiones a golpe de talonario o de concesi¨®n. Tambi¨¦n podr¨ªa ser que Isabel Villalonga fuera testigo el mi¨¦rcoles de pasi¨®n (de pasiones varias: G¨¹rtel, tijeretazo, Garz¨®n y Atleti) del comportamiento de nuestra gran empresa p¨²blica de comunicaci¨®n ante la reapertura judicial de la causa de los trajes de Camps: ese cintillo a pie de pantalla del Canal 24 Horas, donde salvo la detenci¨®n de unos chorizos todo eran deportes o la previsi¨®n del tiempo; esos tele-no-noticias con 26 segundos vergonzantes y vergonzosos seg¨²n los cuales nada hab¨ªa ocurrido salvo que el PP se api?aba en un "todos juntos formamos bandera..." Y lo mucho que a¨²n nos queda por ver y o¨ªr en deformativos y programas de Canal y R¨¤dio 9, caso de que la fuerza de la curiosidad morbosa triunfe sobre el asco. Hay que tener las entra?as blindadas para poderlo soportar y servidora, desde luego, ja en t¨¦ prou (ninguna intenci¨®n de sacarle la delantera a la reina roja de Alicia en su pr¨¢ctica de creer seis cosas imposibles antes del desayuno).
Es triste comprobar c¨®mo se han apoderado del discurso medi¨¢tico los fulleros, los triscadores en campo ajeno que caracolean a sus anchas entre santiguadores y oraciones. Y tambi¨¦n cu¨¢n ruin es la profesionalidad de algunas y algunos tertulianos, modernos mercaderes de loas rimadas que en los plat¨®s amigos desgranan (o gritan) alabanzas untadas en miel; o la de periodistas de c¨¢mara con c¨¢mara o micro; o la de columnistas que viven del pensamiento como los comerciantes, vendiendo a buen precio lo que tienen: art¨ªculos profundos y muy justificados, cuajados de ideas, doctrinas, armaduras ideol¨®gicas, ecuaciones mentales y flujos doctrinales. Canalizados, por supuesto, hacia el Gobierno bajo sospecha: columnas que sostienen, faros que alumbran. Hasta que llegue un nuevo amo que pague mejor.
Y lo peor no son las miserias humanas. Lo m¨¢s malo es que est¨¢ harto demostrado, en los mercados y las urnas, que las neuronas son telesolubles. Por eso cada d¨ªa hay que preguntarse cu¨¢ntas son las mentes humanas capaces de resistir a la lenta, feroz, incesante, imperceptible fuerza de penetraci¨®n de las mentiras y la desinformaci¨®n.
Como anillo al dedo de nuestras miserias pol¨ªticas, el lamento de uno de los personajes de Philip Roth en Sale el espectro: "Que una Administraci¨®n de derechas motivada por una codicia insaciable, sostenida por mentiras letales y encabezada por un tarugo privilegiado deba responder a la infantil idea norteamericana de la moralidad... ?C¨®mo se puede vivir con algo tan grotesco?, ?c¨®mo logras aislarte de tan inmensa estupidez?".
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