La cultura de la paz
Quien siga con la debida atenci¨®n los acontecimientos violentos que est¨¢n teniendo lugar, in crescendo, en todos los pa¨ªses y continentes, en sus m¨²ltiples formas, como crimen organizado, malos tratos o aut¨¦ntico terror, no podr¨¢ dejar de constatar que el mundo se est¨¢ volviendo cada vez m¨¢s peligroso, violento e inseguro: un lugar nada agradable para vivir, para quienes tengan un m¨ªnimo de sensibilidad humanista.
Tampoco deja de ser cierto que, por lo que sabemos de la historia de la humanidad, desde sus inciertos inicios el hombre siempre ha sido un enemigo para el hombre, y los conflictos entre personas, familias o grupos ¨¦tnicos, as¨ª como las guerras entre Estados, religiones, razas e intereses multinacionales, han sido siempre una constante casi inevitable.
A Obama, de s¨®lida base humanista, le obstaculiza el complejo militar-industrial
En el siglo pasado vivimos el terror de dos grandes guerras a escala mundial, que dejaron millones de muertos, heridos y mutilados. Conocimos los campos de concentraci¨®n y de exterminio, el holocausto, los bombardeos que arrasaron ciudades, matando a criaturas inocentes.
Y yendo mucho m¨¢s all¨¢, el hombre construy¨® por primera vez armas nucleares, que fueron experimentadas en Hiroshima y Nagasaki, capaces de destruir el propio planeta.
Por tal raz¨®n, los vencedores de la II Guerra Mundial -a pesar de estar separados por ideolog¨ªas incompatibles- tomaron la decisi¨®n de no volver a provocar guerras y crearon las Naciones Unidas, una organizaci¨®n internacional con el objetivo de evitar la guerra y asegurar la paz. Se vivi¨® la guerra fr¨ªa, que provoc¨® sucesivos conflictos regionales, pero se consigui¨® evitar una nueva guerra mundial, a trav¨¦s del llamado "equilibrio del terror". La frase fue acu?ada por un antiguo secretario de Estado norteamericano, Foster Dulles.
El a?o 2001 marca un nuevo paso, extremadamente peligroso, en el camino de la violencia: el surgimiento del llamado "terrorismo global", que arrastra a fan¨¢ticos que sacrifican sus propias vidas para matar a inocentes y difundir el terror... Y otro peligro suplementario e inmenso: la proliferaci¨®n del armamento nuclear, ya no s¨®lo entre las tres grandes potencias, Estados Unidos, Rusia y China, sino en otros Estados involucrados en conflictos, como India, Pakist¨¢n, Israel, Corea del Norte y acaso Ir¨¢n.
La mejor arma para luchar eficazmente contra el terror es, como ya se sabe, el humanismo y el di¨¢logo posible, en ning¨²n caso la fuerza bruta. Y el desarrollo, desde la escuela primaria, de eso que el profesor Federico Mayor Zaragoza ha llamado una "cultura de la paz" durante los a?os en los que fue director general de la Unesco y, despu¨¦s de esa etapa, con la fundaci¨®n que cre¨® con ese mismo nombre, a la que me honro en pertenecer. Su objetivo es luchar contra todas las formas de violencia que entran todos los d¨ªas en nuestras casas a trav¨¦s de la televisi¨®n y de Internet, que se han convertido en aut¨¦nticas escuelas de violencia, contra las que es necesario combatir en todos los ¨¢mbitos.
Es obvio que hay varios ap¨®stoles de la no violencia que son nuestras referencias, porque nunca dejaron de luchar por sus generosas causas: Gandhi, Luther King, Nelson Mandela, entre otros. Pero es necesario que la "cultura de la paz" se instale, como un objetivo primordial en todos los Estados que se consideran civilizados, empezando por la escuela primaria.
Se da la feliz circunstancia de que en Estados Unidos tenemos hoy un presidente, Barack Obama, que tiene una s¨®lida formaci¨®n humanista y que se ha demostrado pacifista. Ha hecho gala de varios intentos por sustituir con el di¨¢logo la violencia y los conflictos. A pesar de haber mandado m¨¢s soldados norteamericanos a Afganist¨¢n y a pesar de no haber retirado a¨²n las tropas de Irak, como prometiera. Reconozcamos que no resulta f¨¢cil la lucha contra el complejo industrial-militar, ya denunciado por Eisenhower.
Sin embargo, Barack Obama ha conseguido recientemente una victoria que es necesario resaltar: el acuerdo de reducci¨®n y no proliferaci¨®n de armas at¨®micas que firm¨® con Rusia y China. Se trata de un paso decisivo para que Ir¨¢n se lo piense mejor antes de avanzar con su pol¨ªtica de producci¨®n y proliferaci¨®n de armas at¨®micas, que constituir¨ªan un peligro suplementario en la zona de Oriente Pr¨®ximo, en s¨ª misma tan explosiva.
Hagamos, pues, de la "cultura de la paz" un arma pac¨ªfica y decisiva, esencial para alimentar la generosa causa de la ciudadan¨ªa europea y global.
M¨¢rio Soares ha sido presidente y primer ministro de Portugal. Traducci¨®n de Carlos Gumpert.
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