Todo sobre la chica de 'Nada'
Una biograf¨ªa desvela los tr¨¢gicos fantasmas de Carmen Laforet
Nada: inopinado oasis en pleno erial literario de 1945. Un rel¨¢mpago, primera novela de una chica de 24 a?os que estren¨® el premio Nadal de la editorial Destino. ?xito total. Inmediatamente, sonrisa de ella que ser¨¢ una m¨¢scara. Y tambi¨¦n, un "querer ser invisible", un horror en ca¨ªda libre hacia la p¨¢gina en blanco y una huida sinf¨ªn que acabar¨¢, reforzada por una enfermedad neurovegetativa, con la imposibilidad de levantar un bol¨ªgrafo.
Es la triste vida de Carmen Laforet, estrella rutilante de las letras espa?olas de posguerra y ahora motivo de una primera biograf¨ªa con la que Anna Caball¨¦ e Israel Rol¨®n, han obtenido el premio Gaziel 2009. Carmen Laforet. Una mujer en fuga (RBA) son 515 p¨¢ginas rebosantes de material in¨¦dito, de las que puede extraerse una gran conclusi¨®n, seg¨²n Caball¨¦: "Uno se ha de enfrentar a sus fantasmas; huir de ellos acaba teniendo un coste brutal". El libro rebosa de dram¨¢ticos espectros.
La figura de una odiosa madrastra es omnipresente en tres de sus novelas
'Nada' le sent¨® fatal a la familia al verse retratada por los cuatro costados
- Cenicienta en Canarias. ?Fue feliz alguna vez Laforet? A ratos. Sin duda, los dos a?os que pas¨® de peque?a en el piso de sus abuelos, donde naci¨® el 6 de septiembre de 1921, y hasta noviembre de 1923, cuando la familia march¨® a Las Palmas. La felicidad total se alarg¨® s¨®lo hasta 1934, cuando su madre muere. El marido se cas¨® con la peluquera de su mujer, que se esmer¨® en borrar a la madre de unos ni?os a los que mortificar¨ªa. Y el padre lo consinti¨®. "Carmen le adoraba y su actitud la destroz¨®". Lo disimul¨® con su pose fantasiosamente despreocupada, una m¨¢scara. Al final, una obsesi¨®n: la figura de una odiosa madrastra es omnipresente en tres de sus novelas, con protagonistas hu¨¦rfanos: Nada (1945), La isla y sus demonios (1952) y La insolaci¨®n (1963).
- A la literatura, por un abrigo. Un chantaje moral al padre y el pretexto de los estudios de Filosof¨ªa y Letras la llevan a su primera huida: Barcelona. Pero el piso de los abuelos ya no es el para¨ªso: es fiel reflejo de la gris ciudad espa?ola de posguerra, miseria que aguant¨® nueve meses y que, unida a un amor frustrado, ser¨¢n el germen de Nada. No tiene dinero para comprar un abrigo, as¨ª que instigada por su t¨ªa Carmen se presenta en diciembre de 1942 a un premio literario del Frente de Juventudes. Lo gana. Y gracias a una de las 600 cartas que escribir¨¢, dar¨¢ pistas de que prepara una novela.
- El doble filo de 'Nada'. Como un rel¨¢mpago: el ¨²ltimo d¨ªa de convocatoria del primer premio Nadal aterriza un paquete con Nada. Deslumbrante: la frustraci¨®n que destila la sociedad de la inmediata posguerra y la perspectiva femenina le dan la victoria contra pron¨®stico. El amigo intelectual de su mejor amiga, Manuel Cerezales, la ha inscrito tras leerla y sugerirle cambios. ?Y de que la retocara? "Vi el manuscrito original y no hay nada de nadie m¨¢s", testimonia Caball¨¦. Del ¨¦xito al enigma pasan apenas semanas: 5.000 pesetas de premio (viv¨ªa con 200 al mes de su padre), libro m¨¢s vendido de 1945, pero tambi¨¦n cosas extra?as: "La escrib¨ª en ocho meses", declara, cuando la rehac¨ªa y romp¨ªa desde dos a?os atr¨¢s. ?Por qu¨¦ mentir?
- Patito feo entre intelectuales. Sorprende la falta de calado intelectual y hermetismo del personaje, que contrasta con las virtudes de la obra. "Ella no quer¨ªa ser escritora profesional, quer¨ªa vivir y de golpe se vio fiscalizada y eso la rompi¨® emocionalmente". A la familia Nada le ha sentado fatal, al verse retratada por los cuatro costados. Cerezales, con quien se casa embarazada de dos meses en otra muestra de su esp¨ªritu libre, le dice que la literatura no es autobiograf¨ªa... Empiezan las inhibiciones y presiones: tendr¨¢ cinco hijos entre 1946 y 1957 y las necesidades econ¨®micas la fuerzan a un articulismo olvidable y a unos cuentos algo mejores (La llamada, 1954). Nueva huida: as¨ª retrasa afrontarse a otra novela. Lo detecta y se lo dice Ram¨®n J. Sender desde su exilio en EE UU. Ser¨¢ el ¨²nico intelectual que la respetar¨¢. "Nada est¨¢ escrita con toda libertad y fuerte componente autobiogr¨¢fico; forzada por las inhibiciones, se volvi¨® muy costumbrista: quer¨ªa que su obra no transparentara". La tumba la sellar¨ªa Cerezales, de quien se separar¨¢ en 1970 con la condici¨®n de que firmara ante notario que no podr¨ªa escribir nada sobre sus 24 a?os de vida conyugal. "Mi pulverizaci¨®n como ser humano".
- Mujeres, anfetaminas, tarot. La vocaci¨®n se le fue esfumando poco a poco. En 1964, confiesa: "soy una mala escritora". Desesperada, vive ya desde 1952 una etapa de misticismo religioso. Queda para rezar por las ma?anas con una nueva amiga, Lili ?lvarez, famos¨ªsima tenista finalista en Wimbledon. Pero esa conversi¨®n religiosa parece ser fruto del amor: se dibuja una pulsi¨®n homosexual."Siempre busc¨® mujeres fuertes, b¨ªblicas, pero no creo que consumara su homosexualidad: se reprimi¨®".
Ni viajando de verdad (Par¨ªs, EE UU, Roma...) se aleja de sus dificultades. Al contrario, recrudecen: desde los 60 avanza una enfermedad neurovegetativa y vive en un constante tiovivo emocional, quiz¨¢ debido al Minilip, medicaci¨®n a base de anfetaminas para adelgazar. "Digamos que le acab¨® gustando la qu¨ªmica", suaviza la bi¨®grafa. "Escribir me da una pereza casi invencible (...). Me horroriza, pero as¨ª, patol¨®gicamente, cualquier forma de aparici¨®n en p¨²blico". Escribe, cuando puede, y rompe. Nada le gusta. Tanto, que ni devolver¨¢ nunca corregidas las galeradas que en 1973 le hacen llegar de Al volver la esquina. "Sab¨ªa que ese libro no estaba ya nada bien", cree Caball¨¦. La desesperaci¨®n la llev¨® a aficionarse al tarot, al que acabar¨ªa consultando su vida. Pero lleg¨® a un bloqueo f¨ªsico y mental que no pod¨ªa ni levantarse de la cama, ni firmar un cheque. "Tengo que realizar algo bueno, malo o regular, pero realizarlo", se grita. El 28 de febrero de 2004 falleci¨®, quiz¨¢ con la sensaci¨®n de que los fantasmas hab¨ªan ganado.
Babelia
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