Alexandr y su hermano Lenin
Alexandr Ulianov, joven zo¨®logo en la Universidad de San Petersburgo, fue ahorcado por participar en una intentona contra el zar Alejandro III. A?os m¨¢s tarde, su hermano Lenin orden¨® la ejecuci¨®n de toda la familia imperial rusa. Philip Pomper bucea en la relaci¨®n del l¨ªder de la revoluci¨®n de Octubre con su hermano mayor
Un peque?o grupo de estudiantes de la Universidad de San Petersburgo, autodenominado Facci¨®n Terrorista de la Voluntad del Pueblo, plane¨® asesinar a Alejandro III el 1 de marzo de 1887, en el sexto aniversario de la muerte de su padre, asimismo asesinado por un grupo llamado Voluntad del Pueblo. En consecuencia, esta conspiraci¨®n aparece en los textos de historia como "segundo complot del 1 de marzo". Todos los estudiosos de la historia revolucionaria rusa conocen el grupo Voluntad del Pueblo y el magnicidio de Alejandro II el 1 de marzo de 1881, un acontecimiento que cambi¨® el curso de la historia rusa, aunque no en la direcci¨®n que deseaban los terroristas. En lugar de reforma consiguieron reacci¨®n, pero asesinar al zar les proporcion¨® una aureola de hero¨ªsmo.
Alexandr estaba dispuesto a matar a otros y a dar su vida por los ideales de la intelectualidad del siglo XIX
En alg¨²n momento de su infancia los hermanos Ulianov intuyeron que pertenec¨ªan a un grupo odiado y victimizado
El culto a Lenin, establecido por Stalin y por otros, no pod¨ªa tolerar un Lenin ni siquiera en parte jud¨ªo
Aunque no fue s¨®lo por venganza, en 1918 Lenin orden¨® la ejecuci¨®n del hijo de Alejandro III, Nicol¨¢s, y de su familia
Sus imitadores, los del segundo complot del 1 de marzo, fracasaron en todos los sentidos. La presa se les escap¨®. Y sus l¨ªderes, entre ellos Alexandr Ulianov, fueron ejecutados en la horca en mayo de 1887. Si el hermano menor de este ¨²ltimo no se hubiera convertido en Lenin, Alexandr no habr¨ªa pasado de ser otra baja m¨¢s en la larga historia de los m¨¢rtires revolucionarios rusos. Cabe cuestionarse, incluso, el sacrificio de Alexandr por la causa. Despu¨¦s de todo, ?cu¨¢l fue el resultado de la cadena que llev¨® a la acci¨®n revolucionaria?
(...) Lenin no ten¨ªa los mismos objetivos que Sasha [nombre familiar del hermano de Lenin]. Alexandr era un narodnik: cre¨ªa que, una vez instruida, la gran masa de campesinos llevar¨ªa el socialismo a Rusia. Y aunque incorpor¨® algunas ideas marxistas a su programa y a su visi¨®n del mundo, ¨¦stas no pasaban de ser un elemento m¨¢s. Sasha no era dogm¨¢tico, y sin duda su pensamiento habr¨ªa evolucionado si no hubiera sido ejecutado en la horca a los 21 a?os. Lenin era muy diferente. Alexandr estaba dispuesto a matar a otros y a dar su propia vida por aquellos ideales de la intelectualidad del siglo XIX, pero su hermano segu¨ªa otras consignas. El fracaso de Sasha y el modo en que se hab¨ªa comprometido influyeron en el pensamiento de Lenin. La escasa profesionalidad de la conspiraci¨®n y el terrible precio que pagaron los j¨®venes conjurados influenciaron sin duda a Lenin y su profesionalismo revolucionario. La historia de c¨®mo este se convirti¨® en un marxista dogm¨¢tico y en un l¨ªder revolucionario de ¨¦xito es, sin embargo, demasiado compleja para ser explicada en este libro. La de Sasha y de quienes le acompa?aron en la conspiraci¨®n es otra cosa.
Ante mi sorpresa, me encontr¨¦ profundamente implicado no s¨®lo en la familia Ulianov, sino tambi¨¦n en la psicodin¨¢mica de un peque?o grupo de estudiantes universitarios que se convirtieron en terroristas. Los miembros m¨¢s suicidas del grupo impulsaron hacia delante el proyecto terrorista, y llevaron a Ulianov hasta un punto en que ya no hab¨ªa vuelta atr¨¢s. Todos ellos, desde los m¨¢s temerarios e intelectualmente superficiales hasta el estudioso y asc¨¦tico Sasha Ulianov, llegaron a la misma conclusi¨®n: deb¨ªan sacrificar su vida por una causa mayor. (...) Con el apoyo de Shevirev, el principal organizador, los terroristas encargados de lanzar las bombas hab¨ªan rechazado los intentos de Ulianov de retrasar el atentado hasta el oto?o. Estaban decididos a asesinar a Alejandro III el 1 de marzo de 1887, durante el trayecto para asistir a una misa de r¨¦quiem en memoria de su padre, en el sexto aniversario del magnicidio de Alejandro II, una haza?a de la Voluntad del Pueblo. El 22 de febrero de 1887, los conjurados se reunieron en el caf¨¦ Polonais y decidieron que deb¨ªan actuar en los d¨ªas siguientes. El pelot¨®n de combate y Ulianov se citaron a continuaci¨®n el 25 de febrero y acordaron la hora, el lugar y las posiciones. Ulianov no s¨®lo explic¨® los aspectos t¨¦cnicos de sus bombas, sino que, en su calidad de te¨®rico principal, les prepar¨® para (...) el caso de que fueran capturados. Tras reunirse en la Perspectiva Nevski a las once de la ma?ana, deb¨ªan dispersarse a fin de patrullar los recorridos m¨¢s probables que el zar podr¨ªa tomar en su camino hacia la fortaleza de San Pedro y San Pablo.
(...) Los conspiradores estaban bien informados y supusieron correctamente que el zar saldr¨ªa del palacio Anichkov a las once de la ma?ana del 1 de marzo. Era domingo, igual que tambi¨¦n hab¨ªa sido domingo el d¨ªa que su padre fue asesinado seis a?os antes, y Alejandro III, en efecto, hab¨ªa planeado asistir a una misa de r¨¦quiem en memoria de su padre. El zar, la zarina (Mar¨ªa Fiodorovna) y sus dos hijos mayores (Nicol¨¢s y Alejandro) viajar¨ªan en un trineo. El zar orden¨® que dispusieran su carruaje y s¨¦quito para las 10.45 de la ma?ana, pero algo totalmente inusual ocurri¨® a lo largo de la cadena de mandos responsables: el ayuda de c¨¢mara del zar le hab¨ªa pasado la orden al cochero, quien olvid¨® informar al jefe de las caballerizas, el encargado de enjaezar los caballos y engancharlos al carruaje imperial. Alejandro III, con el abrigo puesto y apenas capaz de contener su rabia, esper¨® sentado en la antesala de su residencia en compa?¨ªa del ujier de palacio durante casi media hora. En cuanto tuvo la oportunidad, le calent¨® las orejas al cochero de tal modo que llev¨® al pobre hombre, un veterano con doce a?os de servicio, al borde de las l¨¢grimas.
Mientras el zar estaba de plant¨®n, los conspiradores patrullaban las tres calles a lo largo de las cuales tal vez pasara el trineo, y cuando el zar sali¨® del palacio Anichkov, la polic¨ªa ya hab¨ªa detenido a los conjurados encargados de lanzar las bombas. Si el cochero de Alejandro III hubiera cumplido correctamente con su cometido, los acontecimientos del 1 de marzo de 1887 tal vez se habr¨ªan desarrollado de forma diferente, pero s¨®lo si la polic¨ªa no hubiera logrado actuar a tiempo y los conspiradores hubieran hecho bien su trabajo. Fueron demasiadas las contingencias como para convertir el error del cochero en un acto de la providencia, aunque eso no impidi¨® que muchas de las personas que rodeaban al zar, o incluso el mismo Alejandro III, creyeran en la intervenci¨®n divina.
La polic¨ªa captur¨® a los terroristas con las bombas en la principal avenida de San Petersburgo, la Perspectiva Nevski, al mediod¨ªa del domingo 1 de marzo. (...) Tras seis semanas en prisi¨®n, los 15 implicados en el contubernio para asesinar a Alejandro III aparecieron el d¨ªa 15 de abril de 1887 ante un tribunal del Senado dedicado en exclusiva a los cr¨ªmenes de Estado. El juicio dur¨® cuatro d¨ªas, a los que siguieron la lectura de la sentencia, las apelaciones y el juicio final, y todos los acusados, salvo cinco de ellos, escaparon a la pena de muerte. (...) Al parecer, la falta de un cadalso permanente y la construcci¨®n de uno nuevo retrasaron tres d¨ªas la ejecuci¨®n. El traslado y posterior retraso suscitaron falsas esperanzas en los prisioneros que quedaban, al creer que el zar les hab¨ªa conmutado la sentencia.
(...) Los cad¨¢veres fueron arrojados a una fosa com¨²n, seg¨²n se acostumbraba a hacer con los criminales de Estado ejecutados en la prisi¨®n de Schl¨¹sselburg. Despu¨¦s de las revoluciones de 1917, y con la ayuda de antiguos guardias de la prisi¨®n, Novorusski
[otro miembro del grupo implicado] localiz¨® la fosa com¨²n. En el a?o 1919, el r¨¦gimen sovi¨¦tico erigi¨® un monumento de granito en aquel lugar. En aquel momento, Alexandr Ulianov no recibi¨® ning¨²n reconocimiento especial, pese a que su hermano menor, Vlad¨ªmir Ilich, encabezaba el nuevo Gobierno sovi¨¦tico bajo su seud¨®nimo revolucionario de Lenin. (Mucho m¨¢s tarde, despu¨¦s de que los bombardeos de artiller¨ªa de la Segunda Guerra Mundial dejaran la fortaleza en ruinas, y cuando el culto a los dirigentes se hab¨ªa convertido en algo corriente, el r¨¦gimen coloc¨® una placa con un bajorrelieve de la cabeza de Alexandr sobre un muro que todav¨ªa permanece en pie en el lugar que hab¨ªa ocupado su celda en Schl¨¹sselburg).
En junio de 1918, Lenin veng¨® a su hermano, y a muchos otros, ordenando la ejecuci¨®n del hijo de Alejandro III, Nicol¨¢s, su esposa y toda su descendencia por un pelot¨®n de fusilamiento. La historia y la Iglesia ortodoxa rusa trataron mejor a Nicol¨¢s: el zar y su familia fueron canonizados como m¨¢rtires en el a?o 2000.
Si bien es cierto que la historia de las decisiones de Lenin y su comportamiento en calidad de revolucionario y jefe de Gobierno no se pueden simplemente resumir por la palabra "venganza", lo que es indudable es que la ejecuci¨®n de Alexandr fue el desencadenante. Durante los ¨²ltimos d¨ªas de vida de su hermano, en mayo de 1887, el joven Volodia [nombre con el que se conoc¨ªa en su familia a Vlad¨ªmir Ulianov, Lenin], de 17 a?os, se presentaba a los ex¨¢menes finales en Simbirsk, en el mismo instituto en el que Alexandr hab¨ªa sido galardonado con una medalla de oro al mejor estudiante al acabar sus estudios secundarios en mayo de 1883. Volodia repiti¨® el ¨¦xito acad¨¦mico de su hermano y gan¨® una medalla de oro en 1887; m¨¢s tarde la superar¨ªa en la profesi¨®n de revolucionario. Despu¨¦s de la ejecuci¨®n de Sasha [nombre familiar del hermano menor de Lenin], pas¨® mucho tiempo pregunt¨¢ndose por qu¨¦ su hermano mayor se hab¨ªa unido a un grupo terrorista y asumido un papel dirigente. El silencioso y aplicado Alexandr hab¨ªa pasado casi todas las horas de sus a?os de juventud en un laboratorio del patio trasero estudiando gusanos e insectos. A la edad de 19 a?os hab¨ªa ganado otra medalla de oro, en esta ocasi¨®n en ciencias naturales, en el primer curso en la Universidad de San Petersburgo. Todo el mundo esperaba que Alexandr se convirtiera en catedr¨¢tico de zoolog¨ªa. El otro Alexandr hab¨ªa pasado oculto a su familia.
Volodia le explic¨® a una amiga cercana de la familia, la misma que les hab¨ªa llevado la inesperada noticia de la detenci¨®n de Alexandr: "Estoy seguro de que ten¨ªa que actuar as¨ª; de que no pod¨ªa actuar de ning¨²n otro modo". La firme convicci¨®n del joven Lenin sobre la naturaleza del compromiso de su hermano mayor le impeli¨® a intentar comprenderlo, y abord¨® este misterio con el estado de ¨¢nimo de un penitente. Mientras que Alexandr se hab¨ªa sumergido en las ciencias naturales, Volodia, cuatro a?os m¨¢s joven que Sasha, las desde?¨® y se enfrasc¨® en la literatura, convirti¨¦ndose en un ¨¢vido estudioso de los cl¨¢sicos. Pr¨¢cticamente aislados el uno del otro en el momento de la detenci¨®n de Alexandr, los hermanos, desde la muerte de su padre en enero de 1886, se hab¨ªan enzarzado en una disputa de adolescentes. Ahora, en lugar de intentar demostrar que era diferente de su hermano mayor, Volodia intent¨® entrar en la mente de ¨¦ste.
(...) Era dif¨ªcil que los ni?os Ulianov, sensibles, idealistas y relativamente protegidos, pudieran librarse de las experiencias escolares traum¨¢ticas, y a duras penas pudieron evitar que se crearan relaciones de amor y odio con unos padres admirables y muy cari?osos, pero tambi¨¦n severos y exigentes. Ten¨ªan un punto vulnerable adicional, secretos de familia. (...) A?os m¨¢s tarde, durante un periodo de antisemitismo creciente en el Partido Comunista, Anna
[hermana de Lenin y de Alexandr] decidi¨® escribirle a Stalin y apremiarle a que hiciera p¨²blicos los antecedentes jud¨ªos de la familia Ulianov. No logr¨® comprender el antisemitismo del propio Stalin, ni tampoco el deseo del Partido Comunista de deshacerse de su posible personaje "jud¨ªo". (...) Ni que decir tiene que el antisemitismo constituy¨® uno de los factores tras las purgas de sangre y los juicios de Mosc¨² a finales de la d¨¦cada de 1930. El culto a Lenin creado por Stalin y por otros no pod¨ªa tolerar un Lenin ni siquiera en parte jud¨ªo. El secreto de familia se convirti¨® en un importante asunto de Estado. Anna y Alexandr ya hab¨ªan sufrido el da?o psicol¨®gico. En alg¨²n momento de su infancia hab¨ªan intuido que pertenec¨ªan a un grupo odiado y victimizado y que todo ello era injusto en grado sumo, pero tampoco ten¨ªan los recursos para hacer nada. Las memorias de Anna registran episodios traum¨¢ticos significativos en la historia del car¨¢cter triste y silencioso de Sasha, pero, desde luego, no toda la historia. -Un peque?o grupo de estudiantes de la Universidad de San Petersburgo, autodenominado Facci¨®n Terrorista de la Voluntad del Pueblo, plane¨® asesinar a Alejandro III el 1 de marzo de 1887, en el sexto aniversario de la muerte de su padre, asimismo asesinado por un grupo llamado Voluntad del Pueblo. En consecuencia, esta conspiraci¨®n aparece en los textos de historia como "segundo complot del 1 de marzo". Todos los estudiosos de la historia revolucionaria rusa conocen el grupo Voluntad del Pueblo y el magnicidio de Alejandro II el 1 de marzo de 1881, un acontecimiento que cambi¨® el curso de la historia rusa, aunque no en la direcci¨®n que deseaban los terroristas. En lugar de reforma consiguieron reacci¨®n, pero asesinar al zar les proporcion¨® una aureola de hero¨ªsmo.
Sus imitadores, los del segundo complot del 1 de marzo, fracasaron en todos los sentidos. La presa se les escap¨®. Y sus l¨ªderes, entre ellos Alexandr Ulianov, fueron ejecutados en la horca en mayo de 1887. Si el hermano menor de este ¨²ltimo no se hubiera convertido en Lenin, Alexandr no habr¨ªa pasado de ser otra baja m¨¢s en la larga historia de los m¨¢rtires revolucionarios rusos. Cabe cuestionarse, incluso, el sacrificio de Alexandr por la causa. Despu¨¦s de todo, ?cu¨¢l fue el resultado de la cadena que llev¨® a la acci¨®n revolucionaria?
(...) Lenin no ten¨ªa los mismos objetivos que Sasha [nombre familiar del hermano de Lenin]. Alexandr era un narodnik: cre¨ªa que, una vez instruida, la gran masa de campesinos llevar¨ªa el socialismo a Rusia. Y aunque incorpor¨® algunas ideas marxistas a su programa y a su visi¨®n del mundo, ¨¦stas no pasaban de ser un elemento m¨¢s. Sasha no era dogm¨¢tico, y sin duda su pensamiento habr¨ªa evolucionado si no hubiera sido ejecutado en la horca a los 21 a?os. Lenin era muy diferente. Alexandr estaba dispuesto a matar a otros y a dar su propia vida por aquellos ideales de la intelectualidad del siglo XIX, pero su hermano segu¨ªa otras consignas. El fracaso de Sasha y el modo en que se hab¨ªa comprometido influyeron en el pensamiento de Lenin. La escasa profesionalidad de la conspiraci¨®n y el terrible precio que pagaron los j¨®venes conjurados influenciaron sin duda a Lenin y su profesionalismo revolucionario. La historia de c¨®mo este se convirti¨® en un marxista dogm¨¢tico y en un l¨ªder revolucionario de ¨¦xito es, sin embargo, demasiado compleja para ser explicada en este libro. La de Sasha y de quienes le acompa?aron en la conspiraci¨®n es otra cosa.
Ante mi sorpresa, me encontr¨¦ profundamente implicado no s¨®lo en la familia Ulianov, sino tambi¨¦n en la psicodin¨¢mica de un peque?o grupo de estudiantes universitarios que se convirtieron en terroristas. Los miembros m¨¢s suicidas del grupo impulsaron hacia delante el proyecto terrorista, y llevaron a Ulianov hasta un punto en que ya no hab¨ªa vuelta atr¨¢s. Todos ellos, desde los m¨¢s temerarios e intelectualmente superficiales hasta el estudioso y asc¨¦tico Sasha Ulianov, llegaron a la misma conclusi¨®n: deb¨ªan sacrificar su vida por una causa mayor. (...) Con el apoyo de Shevirev, el principal organizador, los terroristas encargados de lanzar las bombas hab¨ªan rechazado los intentos de Ulianov de retrasar el atentado hasta el oto?o. Estaban decididos a asesinar a Alejandro III el 1 de marzo de 1887, durante el trayecto para asistir a una misa de r¨¦quiem en memoria de su padre, en el sexto aniversario del magnicidio de Alejandro II, una haza?a de la Voluntad del Pueblo. El 22 de febrero de 1887, los conjurados se reunieron en el caf¨¦ Polonais y decidieron que deb¨ªan actuar en los d¨ªas siguientes. El pelot¨®n de combate y Ulianov se citaron a continuaci¨®n el 25 de febrero y acordaron la hora, el lugar y las posiciones. Ulianov no s¨®lo explic¨® los aspectos t¨¦cnicos de sus bombas, sino que, en su calidad de te¨®rico principal, les prepar¨® para (...) el caso de que fueran capturados. Tras reunirse en la Perspectiva Nevski a las once de la ma?ana, deb¨ªan dispersarse a fin de patrullar los recorridos m¨¢s probables que el zar podr¨ªa tomar en su camino hacia la fortaleza de San Pedro y San Pablo.
(...) Los conspiradores estaban bien informados y supusieron correctamente que el zar saldr¨ªa del palacio Anichkov a las once de la ma?ana del 1 de marzo. Era domingo, igual que tambi¨¦n hab¨ªa sido domingo el d¨ªa que su padre fue asesinado seis a?os antes, y Alejandro III, en efecto, hab¨ªa planeado asistir a una misa de r¨¦quiem en memoria de su padre. El zar, la zarina (Mar¨ªa Fiodorovna) y sus dos hijos mayores (Nicol¨¢s y Alejandro) viajar¨ªan en un trineo. El zar orden¨® que dispusieran su carruaje y s¨¦quito para las 10.45 de la ma?ana, pero algo totalmente inusual ocurri¨® a lo largo de la cadena de mandos responsables: el ayuda de c¨¢mara del zar le hab¨ªa pasado la orden al cochero, quien olvid¨® informar al jefe de las caballerizas, el encargado de enjaezar los caballos y engancharlos al carruaje imperial. Alejandro III, con el abrigo puesto y apenas capaz de contener su rabia, esper¨® sentado en la antesala de su residencia en compa?¨ªa del ujier de palacio durante casi media hora. En cuanto tuvo la oportunidad, le calent¨® las orejas al cochero de tal modo que llev¨® al pobre hombre, un veterano con doce a?os de servicio, al borde de las l¨¢grimas.
Mientras el zar estaba de plant¨®n, los conspiradores patrullaban las tres calles a lo largo de las cuales tal vez pasara el trineo, y cuando el zar sali¨® del palacio Anichkov, la polic¨ªa ya hab¨ªa detenido a los conjurados encargados de lanzar las bombas. Si el cochero de Alejandro III hubiera cumplido correctamente con su cometido, los acontecimientos del 1 de marzo de 1887 tal vez se habr¨ªan desarrollado de forma diferente, pero s¨®lo si la polic¨ªa no hubiera logrado actuar a tiempo y los conspiradores hubieran hecho bien su trabajo. Fueron demasiadas las contingencias como para convertir el error del cochero en un acto de la providencia, aunque eso no impidi¨® que muchas de las personas que rodeaban al zar, o incluso el mismo Alejandro III, creyeran en la intervenci¨®n divina.
La polic¨ªa captur¨® a los terroristas con las bombas en la principal avenida de San Petersburgo, la Perspectiva Nevski, al mediod¨ªa del domingo 1 de marzo. (...) Tras seis semanas en prisi¨®n, los 15 implicados en el contubernio para asesinar a Alejandro III aparecieron el d¨ªa 15 de abril de 1887 ante un tribunal del Senado dedicado en exclusiva a los cr¨ªmenes de Estado. El juicio dur¨® cuatro d¨ªas, a los que siguieron la lectura de la sentencia, las apelaciones y el juicio final, y todos los acusados, salvo cinco de ellos, escaparon a la pena de muerte. (...) Al parecer, la falta de un cadalso permanente y la construcci¨®n de uno nuevo retrasaron tres d¨ªas la ejecuci¨®n. El traslado y posterior retraso suscitaron falsas esperanzas en los prisioneros que quedaban, al creer que el zar les hab¨ªa conmutado la sentencia.
(...) Los cad¨¢veres fueron arrojados a una fosa com¨²n, seg¨²n se acostumbraba a hacer con los criminales de Estado ejecutados en la prisi¨®n de Schl¨¹sselburg. Despu¨¦s de las revoluciones de 1917, y con la ayuda de antiguos guardias de la prisi¨®n, Novorusski
[otro miembro del grupo implicado] localiz¨® la fosa com¨²n. En el a?o 1919, el r¨¦gimen sovi¨¦tico erigi¨® un monumento de granito en aquel lugar. En aquel momento, Alexandr Ulianov no recibi¨® ning¨²n reconocimiento especial, pese a que su hermano menor, Vlad¨ªmir Ilich, encabezaba el nuevo Gobierno sovi¨¦tico bajo su seud¨®nimo revolucionario de Lenin. (Mucho m¨¢s tarde, despu¨¦s de que los bombardeos de artiller¨ªa de la Segunda Guerra Mundial dejaran la fortaleza en ruinas, y cuando el culto a los dirigentes se hab¨ªa convertido en algo corriente, el r¨¦gimen coloc¨® una placa con un bajorrelieve de la cabeza de Alexandr sobre un muro que todav¨ªa permanece en pie en el lugar que hab¨ªa ocupado su celda en Schl¨¹sselburg).
En junio de 1918, Lenin veng¨® a su hermano, y a muchos otros, ordenando la ejecuci¨®n del hijo de Alejandro III, Nicol¨¢s, su esposa y toda su descendencia por un pelot¨®n de fusilamiento. La historia y la Iglesia ortodoxa rusa trataron mejor a Nicol¨¢s: el zar y su familia fueron canonizados como m¨¢rtires en el a?o 2000.
Si bien es cierto que la historia de las decisiones de Lenin y su comportamiento en calidad de revolucionario y jefe de Gobierno no se pueden simplemente resumir por la palabra "venganza", lo que es indudable es que la ejecuci¨®n de Alexandr fue el desencadenante. Durante los ¨²ltimos d¨ªas de vida de su hermano, en mayo de 1887, el joven Volodia [nombre con el que se conoc¨ªa en su familia a Vlad¨ªmir Ulianov, Lenin], de 17 a?os, se presentaba a los ex¨¢menes finales en Simbirsk, en el mismo instituto en el que Alexandr hab¨ªa sido galardonado con una medalla de oro al mejor estudiante al acabar sus estudios secundarios en mayo de 1883. Volodia repiti¨® el ¨¦xito acad¨¦mico de su hermano y gan¨® una medalla de oro en 1887; m¨¢s tarde la superar¨ªa en la profesi¨®n de revolucionario. Despu¨¦s de la ejecuci¨®n de Sasha [nombre familiar del hermano menor de Lenin], pas¨® mucho tiempo pregunt¨¢ndose por qu¨¦ su hermano mayor se hab¨ªa unido a un grupo terrorista y asumido un papel dirigente. El silencioso y aplicado Alexandr hab¨ªa pasado casi todas las horas de sus a?os de juventud en un laboratorio del patio trasero estudiando gusanos e insectos. A la edad de 19 a?os hab¨ªa ganado otra medalla de oro, en esta ocasi¨®n en ciencias naturales, en el primer curso en la Universidad de San Petersburgo. Todo el mundo esperaba que Alexandr se convirtiera en catedr¨¢tico de zoolog¨ªa. El otro Alexandr hab¨ªa pasado oculto a su familia.
Volodia le explic¨® a una amiga cercana de la familia, la misma que les hab¨ªa llevado la inesperada noticia de la detenci¨®n de Alexandr: "Estoy seguro de que ten¨ªa que actuar as¨ª; de que no pod¨ªa actuar de ning¨²n otro modo". La firme convicci¨®n del joven Lenin sobre la naturaleza del compromiso de su hermano mayor le impeli¨® a intentar comprenderlo, y abord¨® este misterio con el estado de ¨¢nimo de un penitente. Mientras que Alexandr se hab¨ªa sumergido en las ciencias naturales, Volodia, cuatro a?os m¨¢s joven que Sasha, las desde?¨® y se enfrasc¨® en la literatura, convirti¨¦ndose en un ¨¢vido estudioso de los cl¨¢sicos. Pr¨¢cticamente aislados el uno del otro en el momento de la detenci¨®n de Alexandr, los hermanos, desde la muerte de su padre en enero de 1886, se hab¨ªan enzarzado en una disputa de adolescentes. Ahora, en lugar de intentar demostrar que era diferente de su hermano mayor, Volodia intent¨® entrar en la mente de ¨¦ste.
(...) Era dif¨ªcil que los ni?os Ulianov, sensibles, idealistas y relativamente protegidos, pudieran librarse de las experiencias escolares traum¨¢ticas, y a duras penas pudieron evitar que se crearan relaciones de amor y odio con unos padres admirables y muy cari?osos, pero tambi¨¦n severos y exigentes. Ten¨ªan un punto vulnerable adicional, secretos de familia. (...) A?os m¨¢s tarde, durante un periodo de antisemitismo creciente en el Partido Comunista, Anna
[hermana de Lenin y de Alexandr] decidi¨® escribirle a Stalin y apremiarle a que hiciera p¨²blicos los antecedentes jud¨ªos de la familia Ulianov. No logr¨® comprender el antisemitismo del propio Stalin, ni tampoco el deseo del Partido Comunista de deshacerse de su posible personaje "jud¨ªo". (...) Ni que decir tiene que el antisemitismo constituy¨® uno de los factores tras las purgas de sangre y los juicios de Mosc¨² a finales de la d¨¦cada de 1930. El culto a Lenin creado por Stalin y por otros no pod¨ªa tolerar un Lenin ni siquiera en parte jud¨ªo. El secreto de familia se convirti¨® en un importante asunto de Estado. Anna y Alexandr ya hab¨ªan sufrido el da?o psicol¨®gico. En alg¨²n momento de su infancia hab¨ªan intuido que pertenec¨ªan a un grupo odiado y victimizado y que todo ello era injusto en grado sumo, pero tampoco ten¨ªan los recursos para hacer nada. Las memorias de Anna registran episodios traum¨¢ticos significativos en la historia del car¨¢cter triste y silencioso de Sasha, pero, desde luego, no toda la historia.
El hermano de Lenin, de Philip Pomper. Editorial Ariel. 26,50 euros.
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