Mi vida con el velo
Cada persona con su estilo, antes de salir de casa, elige la ropa que vestir¨¢. Si preguntamos a una musulmana por la cantidad de hiyabs o pa?uelos isl¨¢micos que tiene, es probable que sonr¨ªa, con menor o mayor pudor, al repasar mentalmente su armario. "Much¨ªsimos", reconocer¨¢ alguna. El hiyab no es una prenda que escape al consumismo y la coqueter¨ªa en el vestir.
Omnia Nur ha elegido esta ma?ana el verde oscuro para tapar su cabeza. Tiene pa?uelos "de todos los colores", sonr¨ªe: "Hay que combinar e ir bien vestidas". Su ropa occidental no es ce?ida. Est¨¢ a salvo de las miradas: "Los hombres han molestado siempre a las mujeres que van demasiado presumidas". Su pelo lleva ocho a?os escondido en p¨²blico.
"El pa?uelo es una prenda orientada a subordinar a las mujeres", opina la soci¨®loga Rosa Cobo
"El velo es contrario a nuestra Constituci¨®n", dice el diputado del PP Rafael Hernando
Marroqu¨ª, residente en Espa?a desde hace siete a?os, Omnia ha conducido su coche desde Rascafr¨ªa (Madrid). Como cada viernes, se ha acercado a la capital para pasar la tarde en la conocida mezquita de la M-30, algo m¨¢s que un lugar de rezo: "Es un centro social". El recinto es una construcci¨®n mastod¨®ntica. Fue inaugurado en 1992, y construido gracias a los 12 millones de euros que aport¨® el rey Fahd de Arabia Saud¨ª. En la cafeter¨ªa charlan varios hombres, algunos ataviados con vestimentas ¨¢rabes. Omnia tiene 19 a?os y estudia Nutrici¨®n y Diet¨¦tica. Pedimos un t¨¦ verde. Est¨¢ exquisito. Y muy caliente. Ella aprieta el vaso con fuerza. Est¨¢ tensa. Una amiga le ha dicho que tenga cuidado con lo que cuenta.
Desconf¨ªa. No estar¨ªa ah¨ª sentada si no fuera por el caso de Najwa Malha, que ha desatado su indignaci¨®n y un debate delicado. Sobre esa adolescente espa?ola de origen marroqu¨ª, de 16 a?os, a la que Omnia no conoce, se han pronunciado ministros, consejeros auton¨®micos, pol¨ªticos de la oposici¨®n, asociaciones musulmanas, medios de comunicaci¨®n, organizaciones feministas y hasta la Iglesia. Najwa, apartada de su instituto en Pozuelo de Alarc¨®n (Madrid) por acudir a ¨¦l con hiyab, ha reabierto la pelea dial¨¦ctica entre los que consideran la prenda un s¨ªmbolo religioso elegido libremente y los que creen que s¨®lo es una reminiscencia cultural religiosa machista, una obligaci¨®n.
Pero es mucho m¨¢s. Replantea el reto de la integraci¨®n de (y con) los inmigrantes musulmanes. Al tiempo que sus hijos, nacidos en Espa?a (Najwa es de Pozuelo), reclaman su aceptaci¨®n como minor¨ªa dentro de su pa¨ªs. En la disputa se entremezcla, adem¨¢s, el debate entre la aconfesionalidad del Estado y los s¨ªmbolos religiosos en el espacio p¨²blico, incluida la cruz cristiana. De ah¨ª, el apoyo de la jerarqu¨ªa cat¨®lica al velo isl¨¢mico. Tambi¨¦n entran en juego el derecho a la educaci¨®n y la protecci¨®n de los menores.
El caso de Najwa no es el primero en Espa?a. Con las menores Shaima Saidani en 2007 en Girona, y F¨¢tima Elidrisi en 2002 en Madrid sucedi¨® lo mismo. ?Son los inicios de un largo proceso ya vivido por otros pa¨ªses europeos? ?Es necesario crear nuevas leyes o la Constituci¨®n es suficiente? ?Qu¨¦ les pasa a los musulmanes? ?No se integran? ?O no son aceptados? Las preguntas, los argumentos, los matices y las opiniones son infinitas. En Francia prohibieron por ley en 2004 todos los s¨ªmbolos religiosos en escuelas e institutos, y?ahora debaten impedir el uso del burka por la calle. En B¨¦lgica, otra ley aprobada a finales de abril multar¨¢ a las mujeres que salgan a la calle con la cabeza cubierta con niqab o burka. La primera prenda tapa desde la cabeza hasta la rodilla, dejando una rendija para los ojos. La segunda es afgana y tapa completamente el cuerpo, permitiendo la visi¨®n s¨®lo a trav¨¦s de una tupida rejilla.
En Espa?a, lo habitual es el hiyab. Cubre el pelo y deja al descubierto el ¨®valo de la cara. El Cor¨¢n habla de "recato" y de "castidad", para ellos y ellas. Pero a las mujeres se les pide, adem¨¢s, que "cubran su escote con el velo y no exhiban sus adornos". El profeta Mahoma dijo: "Cuando una chica llega a la edad menstrual no debe dejar ver nada m¨¢s que esto y esto". Y se?al¨® la cara y las manos.
Las de Omnia ya han conseguido templar el t¨¦. Poco a poco empieza a sorberlo. Habla bajito. Pero es firme: "Me gustar¨ªa que la gente deje de mirarnos por nuestra apariencia, que se fijen en que detr¨¢s de un hiyab somos personas. Tenemos un car¨¢cter diferente, pero no tanto como se piensa. Tengo muchas amigas espa?olas. Vamos de compras y hablamos de muchos temas. Ellas no se ponen hiyab; yo, s¨ª. Ellas tienen relaciones antes del matrimonio; yo, no. Pero me entienden. Cuando existe el cari?o y la conversaci¨®n desaparecen los problemas. Yo no voy a decir que una chica que lleve minifalda o piercings sea una mala persona".
Un hombre nos interrumpe y saca a la calle a Omnia. Cuando ella vuelve est¨¢ seria y nos pide que no la fotografiemos dentro de la mezquita. Es una situaci¨®n rara, inc¨®moda, incluso para ella, que se disculpa y da una explicaci¨®n escueta: "No lo entiendo. Quiz¨¢ deber¨ªamos haber pedido permiso". D¨ªas despu¨¦s nos dice por correo electr¨®nico: "En parte puede que el musulm¨¢n haya generado esa mala imagen que se tiene de ¨¦l en Espa?a. Por eso los verdaderos musulmanes deben trabajar e involucrarse en la sociedad, y no apartarse y relacionarse solamente con su entorno".
Dicho as¨ª, seguramente todo el mundo estar¨ªa de acuerdo. El problema es el significado de "involucrarse" y "no apartarse". Con el asunto del hiyab, las mismas palabras significan cosas distintas, seg¨²n la boca que las pronuncie. La igualdad entre hombres y mujeres, por ejemplo. Rosa Cobo es profesora de Sociolog¨ªa del G¨¦nero en la Universidad de A Coru?a. Para ella, el pa?uelo a¨ªsla: "El velo es una marca de g¨¦nero, es una marca pol¨ªtica. Sirve para lanzar un mensaje a la sociedad y decirle: ?Estas son nuestras mujeres, no las contamin¨¦is".
En otra universidad, la Rey Juan Carlos de Fuenlabrada, Yusra Dahsha pasea por el campus. Los estudiantes aprovechan los primeros rayos de sol de la primavera en el c¨¦sped. Ella lleva pa?uelo y ropa larga. Tiene 18 a?os y estudia Derecho. Mira fijamente a los ojos, es directa, inteligente: "El hiyab me iguala con el hombre. El velo permite que se me mire como una mujer con mente. No soy un cuerpo. He escuchado estos d¨ªas en la radio que una mujer es una melena bonita. Me parece repugnante. ?Lo ¨²nico que me da valor es mi pelo? Entonces, no. Prefiero ir con mi velo y no ser un trozo de carne".
La discusi¨®n que ellas representan no termina ah¨ª. Las posturas son irreconciliables. Rosa Cobo: "El pa?uelo, el velo, el burka? forman parte de una serie de vestimentas que han sido hechas y orientadas para subordinar a las mujeres. Lo digo rotundamente, yo limitar¨ªa el uso del velo en el espacio p¨²blico. En la escuela, las musulmanas tienen muchas cortapisas para establecer relaciones con las personas aut¨®ctonas y de una manera muy particular con los chicos".
A Yusra Dahsha, nacida en Madrid ("en el hospital Doce de Octubre") no le parece bien que se utilicen t¨¦rminos como "aut¨®ctono". Se considera tan espa?ola como cualquiera, a pesar de que su familia sea palestina. Un origen del que no reniega, aunque jam¨¢s haya pisado la tierra de la que fue expulsado su abuelo, con 14 a?os, en 1948. Seg¨²n ella, llevar hiyab en Espa?a no es f¨¢cil. "Las que nos lo ponemos lo hacemos por convencimiento. Hay que tener mucha fuerza de voluntad", asegura, al vivir en un entorno donde los musulmanes son minor¨ªa. "Si s¨®lo nos tapamos las mujeres es porque nuestro cuerpo es m¨¢s tentador. Un chico, quiera o no quiera, va a mirar a una chica llamativa".
Sin embargo, parad¨®jicamente, en la universidad o en el metro la observan por llevar velo. Ella, asegura, est¨¢ acostumbrada a las miradas. Lleva not¨¢ndolas desde los 11 a?os. Cuando se cubri¨® el pelo por primera vez dice que fue libre: "Todas las amigas nos lo quer¨ªamos poner. Nos gustaba. El islam dice que tiene que coincidir con el primer periodo de menstruaci¨®n. Yo me adelant¨¦. Mi madre me dec¨ªa que me esperase. Le daba miedo que luego estuviese indecisa. Pero yo quer¨ªa. Me sent¨ªa orgullosa de decir lo que soy, que ¨¦sta es mi religi¨®n y que me gusta".
?Puede una ni?a tomar una decisi¨®n de ese tipo a los 11 a?os? Seg¨²n Cobo, no: "Queremos aquello en lo que somos socializadas. Y m¨¢s una cr¨ªa de 14, 15 o 16 a?os. ?Quer¨ªan las ni?as de hace un siglo no estudiar una carrera universitaria? ?O era un mandato de la sociedad? ?Quer¨ªan las ni?as cat¨®licas llevar un velo en la iglesia? Ni lo quer¨ªan, ni?no?lo quer¨ªan. Sencillamente, lo llevaban. ?Qu¨¦ elecci¨®n hay cuando una comunidad pone en funcionamiento sus mecanismos de control social para decirte que te comportes, que te vistas, que tengas unas actitudes, creencias y valores acordes con sus principios?". Preguntas que Cobo tambi¨¦n aplica, en justicia, a Occidente: "Las mujeres occidentales tenemos la obligaci¨®n de hacer una cr¨ªtica al velo, pero tambi¨¦n de exigir a estas mujeres que nos critiquen a nosotras sobre nuestras costumbres. Del coraz¨®n de Occidente ha nacido, por ejemplo, el canon de belleza al que las mujeres, en mucha mayor medida que los hombres, nos tenemos que acomodar". Yusra lo tiene claro: "?Por qu¨¦ hay anuncios con mujeres medio desnudas? Eso es una sumisi¨®n a la moda. El hiyab es mi libertad. En Espa?a hay una ley que permite el matrimonio homosexual. Yo la respeto. ?Por qu¨¦ no se me respeta a m¨ª?".
Pero las presiones familiares existen. Igual que en todas las sociedades, defiende Abdennur Prado, presidente del Consejo Isl¨¢mico de Catalu?a. "Es un debate absurdo. ?Qu¨¦ padre no presiona a sus hijos en una determinada direcci¨®n?", pregunta. Sin embargo, una mediadora social marroqu¨ª que trabaja en Madrid con familias musulmanas con problemas se?ala las peculiaridades de las comunidades musulmanas: "Ni un 2% lleva hiyab por obligaci¨®n. En el extranjero se lo ponen por identidad. En Marruecos, por respeto, ya que es una sociedad machista. Pero lo que temen los padres al venir a Espa?a es que ni?as y ni?os pierdan su identidad. Temen que se casen con un europeo".
A la hora del matrimonio, el islam dice que los dos tienen que ser musulmanes. Si uno no lo es, debe convertirse. "Pero tiene todo el sentido del mundo. Aunque fuera lo contrario, ser¨ªa dif¨ªcil por una cuesti¨®n de afinidad. La educaci¨®n de los hijos, la convivencia? Son muchas cosas", se?ala Laila Rattab. Quedamos con ella en uno de tantos bares de la ciudad donde es culto tomarse una ca?a y comer una tapa de jam¨®n ib¨¦rico. Dos manjares a las que ella ha renunciado por sus creencias, pero que respeta plenamente. Nacida en Espa?a de padres marroqu¨ªes, tiene 25 a?os. Cuando consigue romper un t¨®pico, se parte de risa: "El islam es abierto. Dentro del matrimonio no se practican relaciones sexuales con el ¨²nico objetivo de tener hijos. Se permiten los anticonceptivos. No somos como nos pintan. ?Que parecemos unos reprimidos!".
Laila est¨¢ a gusto con su identidad, entre espa?ola y marroqu¨ª: "No s¨¦ si es por el cruce de caminos que se dice, la cercan¨ªa o la cultura". De Marruecos le encanta la cultura. De Espa?a, la democracia, gracias a la cual, asegura, la gente vive un islam libre: "No me sentir¨ªa a gusto en Arabia Saud¨ª, Ir¨¢n o Afganist¨¢n". Legalmente s¨®lo tiene una nacionalidad, la espa?ola. No quiere la marroqu¨ª, a la que tiene derecho: "?Sabes que el rey de Marruecos se las da de descendiente del profeta? Eso no se lo traga nadie. Es una dictadura".
Casi todas las asociaciones isl¨¢micas espa?olas las dirigen hombres. Todos niegan tres palabras: obligaci¨®n, sumisi¨®n, machismo. "No es el hombre el que obliga, sino el Cor¨¢n el que lo dice. El Cor¨¢n lo explica todo. Es la ciencia", se?ala Lounis Meziani, de la Federaci¨®n Isl¨¢mica de las Islas Baleares.
Debido a la "conciencia y deber" religiosos, Zainab el Kach, marroqu¨ª de 24 a?os, lleva hiyab desde los 11. Emigr¨® con sus padres hasta Madrid desde Larache, una localidad del Norte, a unos 150 kil¨®metros de Espa?a. Est¨¢ a punto de acabar la carrera de Periodismo. Se expresa con destreza. Para ella, el mensaje del islam no tiene nada de desigual entre hombres y mujeres. "Creo que se confunde lo tradicional con los valores religiosos. Pero a lo mejor el islam ha ido acumulando cargas que la religi¨®n en s¨ª no tiene. Pienso que el problema es que siempre hablan los hombres en nuestro nombre. Yo preferir¨ªa que habl¨¢semos nosotras. El machismo existe en los pa¨ªses ¨¢rabes. Pero es por la cultura y la tradici¨®n que hay que erradicar. Y por la situaci¨®n socioecon¨®mica. En Marruecos hay un 55% de analfabetismo. Hace nada era del 70%. Ese es el verdadero mal", se?ala. Zainab recuerda: "En Espa?a tambi¨¦n hay machismo. La principal prueba es que se cre¨® un Ministerio de Igualdad".
La titular de esa cartera, Bibiana A¨ªdo, no ha querido aportar su opini¨®n a El Pa¨ªs Semanal. En 2008, unas declaraciones suyas no sentaron nada bien a la comunidad musulmana: "En nuestro pa¨ªs, los hombres ¨¢rabes o musulmanes pueden vestir al modo occidental porque su cultura no les exige que lleven ning¨²n s¨ªmbolo. Las mujeres, sin embargo, llevan vestidos largos que les tapan el cuerpo y tambi¨¦n un pa?uelo sobre la cabeza que les cubre el cabello. ?Por qu¨¦ las mujeres s¨ª y los hombres no? No todas las pr¨¢cticas culturales tienen que ser protegidas y respetadas", dijo. Dos a?os despu¨¦s, con el asunto Najwa de por medio, A¨ªdo no quiere repetir experiencia. As¨ª que ha optado por la ambig¨¹edad. No le gusta "ning¨²n velo", pero ha abogado por la "tolerancia". Y el silencio.
La lucha pol¨ªtica est¨¢ servida. "A¨ªdo dice que no le gustan los velos, pero no opina. Chaves dice que hay que quitarlos de los colegios, pero cuando era presidente no lo hizo. Corbacho dice que esto son cosas de tertulianos, y tampoco opina. Y Gabilondo dice que debe primar el derecho a la educaci¨®n. Desear¨ªamos que el Gobierno se aclare", ataca Rafael Hernando, portavoz de inmigraci¨®n del PP en el Congreso. Para ¨¦l, "el derecho a la educaci¨®n no est¨¢ en cuesti¨®n, ya que la escolarizaci¨®n no es un derecho, sino una obligaci¨®n. Al colegio no se va a vivir el islam, como no se debe vivir el catolicismo o el juda¨ªsmo. El velo es contrario a la Constituci¨®n. Hombres y mujeres somos iguales".
La Carta Magna es otro terreno de juego. "No me parece bien que los reglamentos de los centros contradigan un derecho fundamental recogido en la Constituci¨®n como es la libertad religiosa", se?ala Laila, que lleva velo desde los 17 a?os "por convicci¨®n". Como ella, la familia de Najwa se agarra al primer apartado del art¨ªculo 16, relativo a "la libertad ideol¨®gica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin m¨¢s limitaci¨®n, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden p¨²blico protegido por la ley". La familia y asociaciones musulmanas espa?olas est¨¢n en los tribunales. Quieren zanjar futuros debates, nuevas Najwas. Podr¨ªan tener ¨¦xito ante un juez, pero tambi¨¦n podr¨ªan fracasar.
Dos catedr¨¢ticos de derecho Constitucional ejemplifican los dos escenarios. Marc Carrillo, de la Universitat Pompeu Fabra, cree que "si el Estado no puede exhibir s¨ªmbolos religiosos (como el crucifijo cristiano) en la escuela, tampoco lo pueden hacer los ciudadanos en el mismo espacio". Para Carrillo, "permitir el velo isl¨¢mico o cualquier s¨ªmbolo religioso en la escuela no deber¨ªa tener amparo en los tribunales". Sin embargo, Gerardo Ruiz-Rico, de la Universidad de Ja¨¦n, opina lo contrario: "Con la doctrina que ha mantenido hasta ahora el Tribunal Constitucional habr¨ªa argumentos suficientes para obtener la tutela judicial contra la expulsi¨®n o la decisi¨®n de apartar a esta ni?a de su clase. La Constituci¨®n protege expresiones personales de libertad religiosa como la decisi¨®n de llevar velo en los espacios p¨²blicos".
?Y si un d¨ªa se hace una norma al estilo de otros pa¨ªses europeos? "Yo estoy dispuesta a luchar por esta tela. No es una gorra. Esto es fe. Si hace falta dejar la carrera, la dejar¨¦. Si hacen un d¨ªa una ley, luchar¨ªa por cambiarla. Esto", dice Shaima Amazzal pellizcando su hiyab con los dedos, "es sentimiento. Detr¨¢s de esto no va ni un padre, ni una madre, ni un hermano, ni un marido. El islam es un modo de vida. C¨®mo comes, c¨®mo te sientas, c¨®mo hablas, c¨®mo miras. Todo lo veo en ella". Shaima, marroqu¨ª de 20 a?os, se?ala a su amiga Imane Rattab, de 26, en un restaurante liban¨¦s del barrio madrile?o de Lavapi¨¦s.
Imane lleva pa?uelo desde los 23. Se lo pens¨® durante mucho tiempo, debido a que trabaja en una farmacia. Nacida en Madrid, de padres marroqu¨ªes, dudaba y dudaba. Pero un verano, de viaje por Holanda, se mir¨® al espejo y volvi¨® con el hiyab en la cabeza para siempre: "Mi jefa estuvo quince d¨ªas sin dirigirme la palabra. La gente me dec¨ªa ?dile algo, p¨ªdele perd¨®n?. Pero yo no estaba haciendo nada malo. Con el tiempo se dio cuenta de que yo era la misma persona". M¨¢s all¨¢ de se?alar a un culpable, lo sucedido entre Imane y su jefa es una situaci¨®n real con la que se encuentran muchas musulmanas. Desde la Asociaci¨®n de Trabajadores Inmigrantes Marroqu¨ªes en Espa?a (ATIME), Kamal Rahmouni muestra su preocupaci¨®n porque "el hiyab puede repercutir en la posibilidad de tener una vida laboral normal". En la Federaci¨®n Musulmana de Espa?a, su presidente, Yusuf Fern¨¢ndez, alaba el modelo brit¨¢nico: "En Inglaterra hay mujeres polic¨ªas que llevan hiyab. La diversidad es positiva".
La ministra de Sanidad y Pol¨ªtica Social, Trinidad Jim¨¦nez, defiende el sosiego: "Cualquier indumentaria que haga invisible a una mujer es rechazable. Pero si una chica elige libremente llevar un pa?uelo en la cabeza para expresar su opci¨®n religiosa, no deber¨ªa molestar a nadie. El hiyab, quiz¨¢ porque conozco el mundo ¨¢rabe, tiene mucho de identidad de afirmaci¨®n e incluso de feminidad. He visto a chicas j¨®venes ir con pantalones vaqueros y con pa?uelo, sin que eso suponga contradicci¨®n ni un gesto que pueda atentar contra su dignidad".
En un pol¨ªgono industrial de Fuenlabrada (Madrid), dos pabellones acogen el centro cultural y mezquita Al Sunna. Amablemente nos invitan a entrar. Pisamos descalzos la blanda moqueta verde del templo. Un hombre reza en una esquina, en direcci¨®n a La Meca. Hay dos pisos. Otman Aoulad, marroqu¨ª de 28 a?os, nos lo explica. "Es para las mujeres", dice se?alando al de arriba. ?Se las aparta? "No, a veces rezan abajo, con los hombres. Si no hay sitio arriba, se colocan detr¨¢s". ?Y eso? "Si estuvieran delante, los hombres nos podr¨ªamos distraer", razona. "Pero no es por machismo, no es porque ellas vayan detr¨¢s de nosotros", justifica.
Un hombre mayor entra a rezar cuando se percata de la presencia de la fot¨®grafa. "?Fuera, fuera, fuera!", grita hist¨¦rico en ¨¢rabe. Otman y otros hombres all¨ª presentes se disculpan: "No hag¨¢is caso, es un anciano". Salimos de all¨ª impactados. Nos invitan a t¨¦ y un dulce marroqu¨ª muy sabroso.
Antes del incidente nos ha dado tiempo a retratar a la mujer de Otman. Tiene 22 a?os y se llama Mariam Osorio. En su DNI pone Mar¨ªa del Mar. Viste de negro de arriba abajo. Su cabeza est¨¢ tapada por un hiyab blanco. Su madre ha terminado aceptando su conversi¨®n. Su padre no entiende lo que pasa por su cabeza. "Muchos me preguntan si me comieron el tarro. Me sienta mal. Parece que soy manipulable, que viene cualquiera y me lo creo. No es as¨ª. He le¨ªdo mucho. Me gustan los libros cient¨ªficos basados en el Cor¨¢n".
En la Biblia, en la Carta de San Pablo a los corintios, tambi¨¦n se dice que las mujeres deben cubrirse. No as¨ª el hombre, "pues ¨¦l es imagen y gloria de Dios". En Espa?a, hace a?os, las mujeres acud¨ªan tapadas a la iglesia. Ver ahora a musulmanas cubiertas es para muchos "una vuelta a los tiempos de nuestras abuelas", se?ala Rafael Hernando, del PP. La visi¨®n de Mariam, fuenlabre?a de padres espa?oles de tradici¨®n cat¨®lica de toda la vida, es opuesta: "?Por qu¨¦ es una vuelta atr¨¢s? ?Qui¨¦n nos vende esa imagen? Creo que las explotadas son las mujeres de aqu¨ª. Gracias al Cor¨¢n soy m¨¢s paciente. No paso un d¨ªa sin decir ?te quiero? a mi madre".
Es viernes, y el pol¨ªgono-mezquita de Fuenlabrada comienza a llenarse. Abderram¨¢n Tremini, que nos ha abierto las puertas del centro cultural, lanza: "Si quieren que se use todav¨ªa m¨¢s el hiyab en Espa?a, lo mejor que pueden hacer es prohibirlo. Nos estar¨¢n haciendo el mejor marketing". La respuesta de muchas mujeres musulmanas, en caso de prohibici¨®n a la francesa, la resume Laila: "No estoy dispuesta a quit¨¢rmelo por nada. Si en un colegio hay signos claros de que a una ni?a no le gusta llevarlo, hay que denunciarlo. Por supuesto. Para eso est¨¢n los asistentes sociales. Es como si un ni?o tiene signos de estar adelgazando. Se le hace un seguimiento y se detecta si tiene un problema en casa".
Por mucho que opinen ministros, consejeros auton¨®micos, pol¨ªticos de la oposici¨®n, asociaciones musulmanas, medios de comunicaci¨®n, organizaciones feministas y hasta la Iglesia, cada ma?ana Omnia Nur se mirar¨¢ al espejo, escoger¨¢ uno de sus velos y se tapar¨¢ el cabello: "Espa?a habla mucho de que es un pa¨ªs con derechos, muy desarrollado. Pero no es verdad. Han permitido el derecho al aborto a ni?as de 16 a?os sin permiso de sus padres. Para eso s¨ª tenemos libertad. ?Por qu¨¦ a esa edad no somos libres de ponernos el velo?".
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