Crisis obligada, crisis necesaria
Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero tard¨® mucho tiempo en encontrarse en su camino con un Rubic¨®n que cruzar, pero al fin lo encontr¨® y lo ha cruzado: es su hora de la verdad. Lo que empez¨® siendo una gigantesca estafa consentida por Wall Street desencaden¨® una profunda crisis del sistema financiero, econ¨®mico, sacudi¨® a los estados y potencias y casi tumba la Uni¨®n Europea. Estamos dentro del v¨®rtice de una espiral que ya se trag¨® nuestras certezas y bastantes esperanzas. Nos est¨¢ cambiando los trabajos, la vida.
Esta espiral afecta a todo. Toda pol¨ªtica que descanse en la visi¨®n de la realidad que se ten¨ªa hace una semana hoy ya es viej¨ªsima. Preg¨²ntenle si no a los estados europeos, al Banco Central Europeo, al Gobierno. A estas alturas son absurdos los planes de hace un a?o, todo gobernante est¨¢ obligado a revisar sus planes y a hacer su crisis. Es verdad que toda ¨¦poca de crisis es ¨¦poca de oportunidades, pero s¨®lo para quien acepta la realidad de esa crisis.
No le sali¨® bien la ley de cajas que pretend¨ªa, pero la fusi¨®n acab¨® resultando
N¨²?ez Feij¨®o sigue por Madrid de almuerzo en plat¨®. No parece que sea lo que le corresponde a un presidente de la Xunta, pero esta casa est¨¢ sin barrer. Probablemente all¨ª se sienta m¨¢s estimado que aqu¨ª, pero esa apreciaci¨®n encierra un error, los cen¨¢culos y medios de comunicaci¨®n madrile?os juegan a enredar con la divisi¨®n que existe dentro del PP. En ese escenario hay margen para dar protagonismo moment¨¢neo a personajes varios, pero ese juego se acaba en un a?o y medio, cuando las pr¨®ximas elecciones generales diriman de una vez el liderazgo interno. Y el l¨ªder de la derecha ser¨¢, naturalmente, alguien que est¨¦ ya operando en aquella corte. Feij¨®o, siendo presidente de la Xunta, no podr¨¢ competir con los jugadores locales. Realmente no s¨®lo sus responsabilidades, sino sus oportunidades particulares, est¨¢n todas en Galicia y se sentir¨ªa m¨¢s conforme con su suerte si afrontase y aceptase su situaci¨®n.
Su victoria fue inesperada y el Gobierno de la Xunta que form¨® fue improvisado, ¨¦se es su punto de partida, pero el pa¨ªs necesita que un gobernante no se detenga en la provisionalidad. Afronta dificultades, claro, pues Galicia ha cambiado mucho en los ¨²ltimos a?os y quien ocupe la Xunta ya no puede reinar como Fraga y se ve obligado a hacer pol¨ªtica democr¨¢tica: tener iniciativas, cambiar de rumbo, dialogar y pactar. No le sali¨® bien la ley de cajas que pretend¨ªa, pero la fusi¨®n acab¨® resultando, que es lo que importa verdaderamente. Ser¨ªa una buena base para una nueva etapa. Ser¨ªa un buen momento para hacer crisis y replantearse los planteamientos tan destructivos con los que lleg¨®. Ser¨ªa una buena ocasi¨®n para pedir disculpas por el da?o que ya le hizo a la cultura y la lengua del pa¨ªs y detener ese empe?o tan absurdo de cuestionar el gallego, en lugar de protegerlo y promoverlo como es su obligaci¨®n. Ser¨ªa una buena oportunidad para dejar esa pol¨ªtica provocadora que mantiene movilizado a un sector de la sociedad, es interminable la lista de medidas para desmantelar la protecci¨®n de nuestra lengua y cultura. ?Qu¨¦ gana a cambio? ?Contentar a unos sectores de su partido sectarizados y empe?ados en desgalleguizar Galicia? A cambio se desprestigia y su presidencia pierde toda autoridad moral.
El descarado y pasmoso menosprecio a las personas que trabajaron y trabajan por nuestra lengua probablemente se base en la creencia de que los escritores, los editores, los cineastas, actores, los libreros, los lectores, toda esa ciudadan¨ªa que se siente agredida por su pol¨ªtica contra el gallego es poco importante. Que son una minor¨ªa y que la mayor¨ªa piensa como ¨¦l, en suma. Se equivoca. Y si tras todas las advertencias, las peticiones para volver al consenso, los avisos de todas las instituciones de que esa pol¨ªtica no s¨®lo es antisocial sino tambi¨¦n inconstitucional, si tras las manifestaciones tan numerosas no comprende que nos hace da?o a todos y a s¨ª mismo entonces es que vive obsesionado, secuestrado o encerrado por una minor¨ªa fan¨¢tica que odia nuestra identidad.
Un gobernante democr¨¢tico debiera ver la manifestaci¨®n de ma?ana no s¨®lo como el ejercicio de la democracia sino, sobre todo, como una oportunidad para escuchar y dialogar. Para hacer crisis y cambiar. Escuche a la gente ma?ana, presidente. Le est¨¢n dando una oportunidad para cambiar y hacer lo que es mejor para todos, acercarse y hablar. ?Tan dif¨ªcil le resulta?
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