Espa?a, en el ojo del hurac¨¢n
El plan anunciado el pasado fin de semana por los l¨ªderes europeos constituye un rescate en toda regla de todos aquellos bancos, aseguradoras, fondos de pensiones y otras instituciones financieras europeas cuyos balances estaban sufriendo sobremanera como consecuencia del incremento de los diferenciales de la deuda soberana griega, espa?ola y portuguesa en sus carteras. Tanto los bancos franceses como los alemanes estaban particularmente expuestos a los diferenciales de la deuda griega y el colapso de este pa¨ªs amenazaba con abrir un agujero en el sistema financiero europeo que hubiera podido llevar a una situaci¨®n similar a la de oto?o de 2008; de hecho, se empezaron a observar problemas de liquidez en el interbancario que recordaban lo vivido en aquel periodo aciago.
La pasividad del Gobierno ante la crisis ha pasado de ser una cuesti¨®n nacional a una europea
Es importante no reducir nuestra pol¨ªtica econ¨®mica a una mera estabilizaci¨®n fiscal
Lo ocurrido en estas ¨²ltimas dos semanas, por tanto, no puede ni minimizarse ni desligarse de todo lo acontecido en esta crisis y subraya, por si cab¨ªa duda alguna, la gravedad de la misma y lo lejos que a¨²n estamos de someterla. El plan se presenta como un rescate de las naciones con problemas fiscales, pero es mejor entenderlo como una transferencia del riesgo soberano de determinados pa¨ªses en las carteras de las mencionadas instituciones financieras al balance de un fondo de nueva creaci¨®n, de m¨¢s de 700 billones de euros, bien mediante pr¨¦stamos directos, bien mediante garant¨ªas por parte de los miembros de la zona euro, pero tambi¨¦n del BCE. Este fondo est¨¢ respaldado por el contribuyente europeo, y en esto el plan conjunto de la UE y el FMI no constituye sino una continuaci¨®n de la estrategia con la que las autoridades de todo el mundo han decidido atajar la presente crisis: utilizar la capacidad de endeudamiento del Estado para absorber la deuda del sector privado, de dif¨ªcil renegociaci¨®n y que act¨²a como una pesada losa impidiendo la generaci¨®n de nuevo cr¨¦dito y con ello el repunte de la actividad econ¨®mica. Esta transferencia ya ha comenzado con la compra de importantes cantidades de deuda soberana por parte del BCE y los bancos centrales de las naciones de la zona euro. La participaci¨®n del BCE era pieza fundamental en esta estrategia, y a pesar de que insiste en su voluntad de esterilizar las compras para evitar cualquier efecto inflacionario de las mismas, la transferencia de riesgo ha de tener un efecto positivo sobre la estabilizaci¨®n del sistema financiero.
Nada cambia en lo que se refiere a Grecia con este plan. El problema griego es uno de solvencia, no de liquidez, y m¨¢s deuda sin renegociar la ya existente no parece sino posponer la inevitable resoluci¨®n del problema. El ajuste fiscal que se exige a Grecia es tal que la reestructuraci¨®n o quiebra parecen inevitables, como apuntan gran cantidad de expertos, pero s¨®lo ha de esperarse una vez que haya la certeza de que tal eventualidad: a) tenga un efecto m¨ªnimo, esto es, no sist¨¦mico, sobre los balances de los bancos y dem¨¢s instituciones financieras, y b) el riesgo de contagio sea menor.
Como ya he apuntado, est¨¢ en marcha un proceso activo de transferencia del riesgo soberano griego de los balances privados al de la UE y el BCE, con lo que el primer problema se elimina. El segundo puede eliminarse tambi¨¦n emitiendo garant¨ªas sobre la deuda del resto de los pa¨ªses en el punto de mira de los inversores, el nuestro en particular, y garantizando su vuelta a la estabilidad presupuestaria. De hecho, el tama?o del fondo es m¨¢s o menos similar a las necesidades de financiaci¨®n de Espa?a, Portugal e Irlanda durante los pr¨®ximos tres a?os, que es, casualmente, el vencimiento del mecanismo de estabilizaci¨®n. Es por ello por lo que las miradas se centran primordialmente en nuestro pa¨ªs, de forma justa o injusta, pues tiene el tama?o de hacer de la presente crisis de deuda una de proporciones de pesadilla. Nuestro pa¨ªs se convierte as¨ª en el mayor beneficiario y a su vez en el mayor riesgo de este nuevo intento de atajar esta peligrosa fase de la crisis.
No han de llamar la atenci¨®n, por tanto, las presiones a las que se ha visto sometido nuestro presidente en estos ¨²ltimos d¨ªas. Su sorprendente pasividad ante la enormidad de la crisis ha pasado de ser una cuesti¨®n nacional a una europea, y es por ello por lo que ante la urgencia de la situaci¨®n nos han sido impuestas las medidas anunciadas por el presidente el pasado mi¨¦rcoles. Sin embargo, es importante evitar reducir nuestra pol¨ªtica econ¨®mica a una puramente de estabilizaci¨®n fiscal. De hecho, nada ha cambiado en lo fundamental: las tantas veces solicitadas reformas (pensiones, mercado laboral...) que eran absolutamente necesarias hace dos semanas lo siguen siendo hoy. El plan de la eurozona permite acometerlas sin los sobresaltos de un mercado de deuda nervioso y sujeto a contagios. Es de capital importancia no dejar de pasar esta oportunidad que se nos brinda sin haber hecho mucho para merecerla. Puede que sea la ¨²ltima antes de una crisis a¨²n mayor.
Tano Santos es director de la c¨¢tedra Franklin Pitcher Johnson, Jr. de Finanzas y Econom¨ªa de la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia e investigador de FEDEA.
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