Un paseo muy lastimoso
La parada de autob¨²s m¨¢s pr¨®xima a Alcal¨¢-Meco obliga a andar un kil¨®metro
La carretera no est¨¢ pintada, es de doble sentido, no tiene aceras, as¨ª que andar por aqu¨ª, de camino a la c¨¢rcel de Alcal¨¢-Meco, es el paseo lastimoso que tienen que hacer a diario los presos de tercer grado y los familiares de los que cumplen condena. El autob¨²s les deja a un kil¨®metro de distancia, en la M-121, y tienen que andar a la fuerza por esta carretera que colinda con unos terrenos militares.
Llueva, nieve o haga 30 grados de calor como este mediod¨ªa, la carretera se llena de gente que va camino del penal. Una mujer con bolsas, un preso sin camiseta que acarrea una pesada mochila o una familia con un carrito de beb¨¦ y dos ni?os que corren en mitad del camino. Los coches tienen que ir esquiv¨¢ndolos. "Es una verg¨¹enza. Si uno llega aqu¨ª es que es escoria y as¨ª nos tratan", cuenta un hombre que acaba de llegar de permiso. El viaje por esta carretera es de ida y vuelta. De la reclusi¨®n a la libertad.
S¨®lo hay un autob¨²s que llega al penal tres veces al d¨ªa por las ma?anas
Existe una l¨ªnea, la 232, que llega hasta la puerta de la c¨¢rcel, pero casi siempre va vac¨ªa. S¨®lo pasa tres veces al d¨ªa (9.05, 10.50 y 12.05) y nadie quiere esperar. "Veo a las criaturas por mitad de la carretera y se me cae el alma", dice un conductor de esta l¨ªnea que, al llegar a la c¨¢rcel, s¨®lo recoge a la funcionaria de correos que reparte la correspondencia entre los internos.
Por eso, la l¨ªnea com¨²n de los que visitan la c¨¢rcel es la 250, que pasa cada 25 minutos desde las seis de la ma?ana hasta las doce de la noche. La que deja en mitad de una carretera y por la que se tiene que atravesar el camino, inundado cuando llueve y transitado por potentes coches, que se dirigen a toda velocidad a la c¨¢rcel. La madre, el padre, dos ni?os de siete y nueve a?os, y un beb¨¦, van camino del penal a encontrarse con un t¨ªo de la familia, encerrado por tr¨¢fico de drogas. ?l lo ve como una met¨¢fora de lo que es la sociedad. "A nosotros, a los desgraciados, los que tenemos a los nuestros encerrados, no nos cuida nadie. No se preocupan. Qu¨¦ m¨¢s da que vayamos por aqu¨ª como perros. No existimos", a?ade. ?Y los ni?os qu¨¦ dicen cuando ven a su t¨ªo ah¨ª encerrado? "Les sirve de lecci¨®n. Les digo, hijo, ve derecho o acabar¨¢s como un mierda aqu¨ª".
Desde que al lado de Madrid I, la c¨¢rcel de mujeres, y de Madrid II, la de hombres, se abriese el Centro de Internamiento Social (CIS), donde duermen los presos que est¨¢n en tercer grado o semilibertad, la carretera se ha llenado de gente que se dirige a la prisi¨®n o a la parada del autob¨²s. Eso ha desencadenado el problema. La direcci¨®n del CIS contact¨® con la empresa de autobuses para que aumentase la frecuencia de paso, pero esta replica que no es la encargada de dise?ar la ruta. Un portavoz de la compa?¨ªa reconoce: "es necesario ampliar el tr¨¢nsito. Hay que atajar este problema". El Consorcio Regional de Transportes argumenta que no ha recibido ninguna queja oficial. Tras la llamada de este peri¨®dico asegura que estudiar¨¢ la situaci¨®n.
En el camino van apareciendo los presos. Es el caso de un tipo de unos 30 a?os, de Carabanchel, que ha pasado 11 a?os entre rejas y que lleva varios meses en tercer grado. Cuando sale, coge el autob¨²s hasta Alcal¨¢ y despu¨¦s el cercan¨ªas a Madrid. "Hasta en la c¨¢rcel hay clases. A los ricos, sus familias les visitan en cochazos y ellos tambi¨¦n salen del talego en un cochazo. Nosotros vamos en autob¨²s y para cogerlo hay que darse una buena caminata", explica. Despu¨¦s se carga la maleta al hombro y va derecho al penal. No saldr¨¢ hasta la pr¨®xima semana.
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