Secundarios olvidados
El paso del tiempo suele dejar mal a los dogm¨¢ticos de gatillo f¨¢cil, prestos a dar por zanjada una etapa con calificaciones de blanco o negro. El rechazo universal de las comedietas rijosas de baja estofa que fueron el pilar del cine comercial franquista y de la primera Transici¨®n, ha impedido valorar con ecuanimidad la tarea de actores dignos de mejor suerte. La muerte de Antonio Ozores, un caracter¨ªstico de m¨¦rito, siempre muy por encima de los enfadosos guiones de macho hisp¨¢nico en calzoncillos que le toc¨® interpretar, recuerda que el cine espa?ol ha generado una casta de actores -estrellas y secundarios- capaces de construir miniaturas impagables en un entorno de cine rastrero y rid¨ªcula exaltaci¨®n patria. Hay diferencias entre ellos, claro, pero el abanico se extiende desde Pepe Isbert a Rafael Alonso, desde Manolo Mor¨¢n a Antonio Ozores, desde Jos¨¦ Luis L¨®pez V¨¢zquez (inalcanzable para cualquier actor la descarga de sumisi¨®n sical¨ªptica que dirige a Katia Loritz cuando le dice "?A sus pies, un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo!" en Atraco a las tres) a Jos¨¦ Sazatornil; en fin, desde Rafaela Aparicio y Josele Rom¨¢n hasta Laly Soldevila y Florinda Chico.
Antonio Ozores, como su hermano Jos¨¦ Luis Ozores, actor de talento introspectivo muerto antes de tiempo en 1968, era un tipo diferente. En realidad, la disimilitud es la identidad de la generaci¨®n de los Ozores. Nadie puede confundir a Rafael Alonso con Luis Ciges, ni a Alfredo Landa con Paco Rabal. Todos tienen o ten¨ªan su voz inconfundible y su silueta propia. Verlos y reconocerlos es todo uno. Al contrario de lo que sucede hoy, cuando los actores son (con excepciones) intercambiables, de personalidad difusa, y gastan el tono monocorde de expendedora de tabaco, nunca se desdijeron de su personalidad. Hicieron de ella un oficio antes que un arte.
Un cine que contaba con actores de talentos singulares, a veces excepcionales, fue incapaz de vertebrar una industria cinematogr¨¢fica rentable. ?Por qu¨¦ las espa?oladas se quedaron muy por debajo de la calidad media de los westerns? ?Qu¨¦ t¨®xico inocul¨® el franquismo al cine espa?ol para sumirlo en un largo sue?o de mediocridad (con excepciones)?
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