Thaksin aguarda su oportunidad
El r¨¦gimen tailand¨¦s acusa al ex primer ministro de manejar el movimiento de los 'camisas rojas' - El pol¨ªtico exiliado califica de "heroica" la protesta
Durante las largas semanas que han durado los enfrentamientos entre los camisas rojas y el Gobierno de Tailandia, un hombre que vive en el extranjero ha estado presente en la mente de los gobernantes del pa¨ªs asi¨¢tico y de los miles de manifestantes que ped¨ªan la disoluci¨®n del Parlamento y la convocatoria de elecciones: Thaksin Shinawatra.
Para muchos de los camisas rojas, el ex primer ministro es una especie de h¨¦roe, el l¨ªder que quieren ver de nuevo en el poder, porque, seg¨²n afirman, se ocup¨® de ellos, en un pa¨ªs en el que tradicionalmente se han sentido abandonados por la ¨¦lite dirigente. Sin embargo, para el Gobierno, Thaksin es la mano detr¨¢s de las movilizaciones y del fracaso de las negociaciones con los camisas rojas, que desembocaron en la intervenci¨®n militar del mi¨¦rcoles para poner fin a las protestas que ten¨ªan paralizado el centro de la capital.
Los cr¨ªticos acusan al magnate de ser un corrupto y un populista
Thaksin fue condenado en 2008 en rebeld¨ªa a dos a?os de c¨¢rcel
El papel que ha desempe?ado el controvertido Thaksin en la grave crisis es un interrogante. Pero lo que han reconocido los propios dirigentes del frente antigubernamental es que el magnate de las telecomunicaciones convertido en pol¨ªtico ha contribuido a financiar el gigantesco campamento que montaron los camisas rojas a lo largo de kil¨®metros de calles en el barrio m¨¢s comercial de Bangkok. El recinto, perfectamente organizado, contaba con un gigantesco escenario, grandes pantallas, un excelente sistema de megafon¨ªa, generadores de electricidad propios, autobuses con servicios p¨²blicos y comida gratis.
"Hoy es un d¨ªa oscuro para la vapuleada democracia tailandesa. Hay interrogantes sobre mi relaci¨®n con los camisas rojas, y muchas acusaciones falsas", dijo Thaksin, a trav¨¦s de un comunicado publicado tras el asalto militar, la rendici¨®n de los l¨ªderes rojos y el desalojo del campamento. Y a?adi¨® que continuar¨¢ "apoyando moralmente el heroico esfuerzo" del movimiento.
Thaksin ha sugerido que la intervenci¨®n militar podr¨ªa desembocar en una insurrecci¨®n, con la creaci¨®n de una guerrilla. El ex primer ministro cuenta con el favor de una facci¨®n del Ej¨¦rcito. Tailandia ha sufrido numerosos golpes militares en su historia reciente.
Muchos camisas rojas -grupo integrado principalmente por pobres de las zonas rurales y las ciudades, pero tambi¨¦n por algunos intelectuales y estudiantes- son fervientes seguidores de Thaksin, ya que cuando fue primer ministro (2001-2006) aplic¨® medidas para facilitar el acceso a la sanidad y la educaci¨®n, y aliviar las deudas a las familias pobres. Tambi¨¦n se gan¨® el visto bueno de algunos grandes empresarios con su estilo de gesti¨®n. Sin embargo, fue acusado de cometer graves violaciones de los derechos humanos en la lucha contra el narcotr¨¢fico.
Los camisas amarillas -las ¨¦lites del pa¨ªs y la clase media- lo consideran un corrupto. "Los m¨¢s pobres le admiran porque no han recibido educaci¨®n y no saben realmente c¨®mo es. Thaksin es un corrupto. Y no le gusta el rey, aunque no lo puede decir", asegura Sunai, de 56 a?os, due?o de una imprenta. "Yo soy partidario de Abhisit Vejjajiva [actual primer ministro]. El problema de Abhisit es que es d¨¦bil. Si fuera m¨¢s fuerte, habr¨ªa puesto fin a las protestas antes". Los cr¨ªticos de Thaksin le acusan tambi¨¦n de utilizar medidas populistas en su propio beneficio pol¨ªtico.
Thaksin, de 60 a?os, que comenz¨® su carrera como polic¨ªa, fue depuesto en 2006 por un golpe no violento mientras se encontraba en el extranjero. Aliados suyos fueron posteriormente vetados por los jueces, en medio de la controversia, allanando el camino para la llegada de Abhisit al poder en 2008 con el apoyo t¨¢cito de los militares, gracias a una pol¨¦mica votaci¨®n parlamentaria.
En 2008, Thaksin fue condenado en ausencia a dos a?os de c¨¢rcel por corrupci¨®n. Antes de ser sentenciado, se autoexili¨® para evitar la pena. Vive entre Dubai y Londres, principalmente.
El ex primer ministro fue brevemente propietario de una participaci¨®n de control del club de f¨²tbol brit¨¢nico Manchester City. Se vio obligado a venderla despu¨¦s de que los tribunales tailandeses confiscaran gran parte de su fortuna. Ahora, Thaksin puede estar esperando su oportunidad, quiz¨¢s ante unas futuras elecciones de las que salga un Gobierno que le sea favorable y le abra las puertas del regreso a Tailandia.
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